Ya ha pasado una semana, y sigo sin coincidir con Rebeca. Siempre cojo el ascensor derecho, pasadas las 21 h, pero ella ya no lo detiene en la segunda planta. Tampoco me responde a las llamadas, ni a los mensajes. Sospecho que ha bloqueado mi número. ¿Para tanto es que mantuviese relaciones sexuales con Claudia? Entonces Rebeca y yo solo éramos vecinos que tonteaban y, sobre todo, ¡tonteaba yo! Ella no parecía estar muy interesada en mí. Sinceramente, considero que no hice nada tan malo como para que ahora me evite.
—¡Andrés, a cenar! —me llama Verony.
Estoy encerrado en mi cuarto, reflexionando tirado en la cama. He llegado a la conclusión de que tengo dos opciones: puedo seguir esperando a que el universo decida volver a juntarnos, o puedo pasar a la acción. Y como ya estoy muy cansado de esperar, me voy a decantar por lo segundo: voy a buscar a Rebeca.
—Vamos allá... —Salgo de la habitación, cruzo el pasillo y, sin dar explicaciones, me marcho.
—¿Se ha pirado? —oigo a Verony desde el rellano. Las paredes del edificio parecen estar hechas de papel—. ¿Maria, a ti te ha dicho algo?
—Nada. Se habrá enterado de que hay vainas —supone mi compañera rubia—. Siempre se escaquea.
Paso de sus comentarios y desciendo en ascensor hasta la octava planta, para ponerme frente a la puerta de Rebeca y, decidido, llamar al timbre: ¡¡¡Riiiing!!! Nadie me recibe, por lo que insisto: ¡¡¡Riiiing!!! Tampoco, pero no me rindo: ¡¡¡Riiiing!!! ¡¡¡Riiiing!!! ¡¡¡Riiiiiiiing!!!
—¿Qué pasa, muchacho? —Se abre la puerta vecina.
Es el señor con el que hablé la última vez que vine a casa de Rebeca. Hoy está vestido con una vieja bata de cuadros.
—Vengo a ver a...
—¿A Rebeca? —se adelanta, y masculla—: Pues suerte.
—¿Cómo dice?
—Hace tiempo que no sé nada de la chica.
—¿De Rebeca?
—Sí, sí... De la nieta de Bibiñe, la que vive en la casa que estás intentando asaltar.
Avergonzado, me alejo de la puerta de Rebe y me planto frente a la del señor.
—¿Cuánto tiempo hace que no la ve?
—Una semana, más o menos. Antes siempre escuchaba un par de portazos entre las 21 h y las 22 h.
Menudo control. Empiezo a pensar que no soy el único obsesionado con ella.
—Entonces, ¿no está?
El señor se encoge de hombros y asegura:
—Yo no he oído a nadie entrar ni salir de la casa esta última semana.
Aprieto la mandíbula, asiento lentamente... y un escalofrío me recorre el cuerpo al ponerme en lo peor.
—Mierda.
—¿Qué ocurre, muchacho?
—Eh... Nada. —Doy media vuelta—. ¡Gracias y adiós!
—¿A dónde vas?
—¡Tengo cosas que hacer!
Corro a los ascensores, y al ver que tendré que esperar a que lleguen, opto por usar las escaleras para bajar al segundo piso. Necesito verla cuanto antes. Tengo que comprobar que Rebeca está con su abuela y... necesito comprobar que las dos están bien.
Una vez estoy en el rellano de la segunda planta, avanzo hasta el colorido felpudo que reza «Welcome», y me apresuro a pulsar el interruptor del timbre mientras grito:
—¿Rebeca?
Tampoco parece haber nadie, pero repito la estrategia:
—¿¡¿Rebeca?!? —Desesperado, aporreo la puerta—. Joder... ¡¡¡Rebe!!!
Es inútil. Como me temía, no están.
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¿Y Rebe...? ¿Y su abuela?
En pocos minutos actualizaré...
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69 SEGUNDOS PARA CONQUISTARTE (EN LIBRERÍAS Y WATTPAD)
Teen FictionCOMPLETA. En librerías y Wattpad. Premio WATTYS 2020. En su segundo año de carrera, Andrés continúa siendo un estudiante ejemplar. Es aplicado, constante, trabajador y su prioridad son los exámenes. Pero todo esto cambia cuando conoce a "la chica d...