ROCADRAGÓN

24K 4K 801
                                    

—Marcos, ¿dónde está Rebeca? ¡Rebeca Abazo! —Lo acorralo con la ayuda de mis compañeras.

—¿Llamo a seguridad? —se alarma la recepcionista.

Marcos alza la mano en señal de que no debe preocuparse, y se interesa:

—¿De qué la conocéis?

—Somos sus vecinos —informa Maria.

—Yo soy algo más que eso. —Lo miro desafiante.

Marcos es más alto que yo, mucho más corpulento, y tiene unos brillantes ojos verdes, que combinan con su uniforme. Parece el sexi personaje principal de una serie de drama médico, y yo, un demacrado paciente. Pero no me pienso dejar intimidar.

—Y si eres algo más que eso... ¿Cómo es que no sabes dónde se encuentra? —Me calla la boca.

—Ahí te ha dado, eh —comenta Verony.

—Ojalá me diese a mí también... Y bien duro —musita Maria, y me susurra al oído—: ¿Sigue en pie tu petición de que me lo ligue?

La aparto de mí y le repito a Marcos:

—¿Rebeca? ¿Dónde está?

—No está en el hospital. Hace tiempo que se marchó.

—¿Y eso? ¿No está con su abuela? —se extraña la señora Rodríguez.

—¿En la morgue?

—Oh... Ella ha... —No me atrevo a acabar la frase, así que lo hace él por mí:

—Muerto. Sí. Falleció la semana pasada.

Retrocedo hasta chocar contra una maceta que adorna la entrada del hospital, me siento en ella y hundo mi espalda en la frondosa planta que contiene.

—Vaya... Pobre Bibiñe —lamento.

—¿Y ahora te acuerdas del nombre? —me reprocha Maria—. A buenas horas.

—Pero, entonces, ¿dónde está Rebeca? —pregunta la señora Rodríguez.

—No lo sé.

—Pues tú tampoco eres tan amigo suyo como insinúas —se la devuelve Vero.

—No te preocupes. Yo te dejo ser mi amigo. —Maria le guiña un ojo al enfermero.

—Mirad... Yo lo siento, pero tengo que trabajar. —Marcos se dispone a huir—. Encantado de haberos conocido y lamento la pérdida.

Pese a los intentos de Maria por retenerlo, se marcha.

—Te ha dejado plantada, eh —se burla Verony.

—No. —Maria me señala—. Plantado se ha quedado Andrés.

Sigo con el culo hundido en la maceta, sin poder asimilar que Bibiñe ha muerto.

—Mientras vosotras animáis al jovenzuelo deprimido, yo tengo que volver al servicio —se retira la señora Rodríguez.

Acto seguido, mis amigas se me acercan, y Verony es la primera en hablar:

—¿Estás bien?

—No... —Estoy recordando el día que Rebeca me presentó a su abuela—. Ella era un encanto. Fue muy simpática conmigo.

—Sí. Seguro que era una gran persona. —Verony asiente.

—¿Tú qué sabes? —se mete Maria—. Lo mismo era más cabrona que yo.

—Para nada—niego, y con los ojos vidriosos, declaro—: Era buena. Muy buena. Y también era el último delfín de la manada. Ay... Rebeca.

—Vale. Me he perdido —confiesa Verony, y Maria se une:

69 SEGUNDOS PARA CONQUISTARTE (EN LIBRERÍAS Y WATTPAD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora