Seguimos jugando, y bebiendo, sobre todo bebiendo. He ahí el motivo por el que, al igual que la botella, la habitación también parece dar vueltas, vueltas y más vueltas... Y sin saber muy bien cómo, ya son las 19 h, y estamos bailando entre gente que no conozco.
—¡Venga, todo el mundo arriba! —chilla Verony.
Está dándolo todo sobre una mesa, y junto a ella bailan Dan y Maria. Bueno, eso si se puede decir que lo que hacen ellos dos es bailar, porque cualquiera diría que, simplemente, se están enrollando al ritmo de la música. Me alegro por ellos. Ni siquiera los abdominales de Oier han logrado separarlos.
—Esos... ¡Son...! ¡Mis amigos! —grito, o eso creo, porque no estoy seguro de que mi lengua obedezca las órdenes que mi cerebro le da—. Maldita... ¡lengua!
—¿Qué le pasa a tu lengua? —escucho detrás de mí. Torpemente, me vuelvo y me topo con Claudia—. No te metas con ella, a mí me gusta.
—A mí también —respondo—. Me permite comer la pasta blanquecina de las Oreo a lametazos.
Ella se ríe, mucho, demasiado. No entiendo de qué.
—Andrés... Iba a decirte que te has pasado bebiendo, pero creo que yo estoy igual. —Avanza hacia mí con cierto vaivén—. En realidad, todos estamos igual. —Señala a nuestro alrededor.
Dan, Verony y Maria siguen sobre la improvisada tarima. Sara abraza su estómago, parece estar a punto de vomitar, mientras Miriam la acompaña —por no decir que la lleva a rastras— al baño. Ainhoa está tirada en el sofá, con su novio, que ha llegado hace poco. Y Oier y Bill Etes... ¿Dónde están Oier y Bill Etes? No lo sé. Hay tanta gente.
—¿Bailas? —me invita Claudia.
—Eso se supone que hago. —Meneo de manera exagerada mis caderas.
Ella vuelve a reír y aclara:
—Me refiero a si bailas conmigo.
—¡¡Ah!! ¿Cómo...?
Sin decir nada más, me agarra de la cintura y pega su cuerpo al mío. Es un baile monótono: nos movemos juntos hacia un lado, y juntos hacia el otro, mientras, poco a poco, nuestros rostros se van juntando.
—Perdona... Estamos muy cerca y seguramente... estés oliendo mi aliento. Huele a licor y a cerveza. —No sé por qué estoy siendo tan sincero—. Tengo un caramelito, pero...
—Tranquilo. Estoy a gusto —responde, esta vez, sin reírse.
En su rostro se dibujan los diferentes colores de las luces de la pista de baile. Ahora, el efecto de las bombillas del salón es mayor, debido a la poca luz que entra por las ventanas. Debe de ser tarde. Desvío la mirada a mi reloj de pulsera, lo miro, y lo vuelvo a mirar, hasta que, al fin logro entender que son las 20 h.
—¿Aburrido? —se preocupa Claudia.
—No..., ¿por?
—Porque te he visto mirar la hora.
—Costumbre. —Me encojo de hombros—. Pero no me aburro. En absoluto.
—Y menos que te vas a aburrir. —Sus manos ascienden hasta mi cuello, cierra los ojos, y...
—¿Vas a enrollarte conmigo? —corto el rollo.
—Oh, yo...
—Porque espero que lo hagas. —Sonrío, me inclino hacia adelante, y nos besamos.
Nuestros labios se acarician mientras su pecho se frota contra el mío, y mi entrepierna, contra la suya. Es imposible que pueda ocultar la erección.
—Eso que notas... —Tomo algo de distancia y explico—: Es mi rotulador.
—¡Ah! —Alza las cejas, sorprendida—. ¿Sabes una cosa?
—Dime.
—Me encanta dibujar.
—Vaya. Pues estás de suerte.
—De suerte estaré cuando subamos a una de las habitaciones del piso de arriba... —propone.
—Y ¿a qué esperamos? ¡A dibujar...!
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Continuará... el martes ;)
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69 SEGUNDOS PARA CONQUISTARTE (EN LIBRERÍAS Y WATTPAD)
Teen FictionCOMPLETA. En librerías y Wattpad. Premio WATTYS 2020. En su segundo año de carrera, Andrés continúa siendo un estudiante ejemplar. Es aplicado, constante, trabajador y su prioridad son los exámenes. Pero todo esto cambia cuando conoce a "la chica d...