COMPLETA. En librerías y Wattpad. Premio WATTYS 2020.
En su segundo año de carrera, Andrés continúa siendo un estudiante ejemplar. Es aplicado, constante, trabajador y su prioridad son los exámenes. Pero todo esto cambia cuando conoce a "la chica d...
—Rebeca, ¿seguro que no quieres que te ayude con la cena? —grito desde el salón.
—¡No! ¡Me toca a mí!
Me intriga lo que pueda estar tramando, pero decido respetar su petición y esperar. Mientras tanto, reviso las notificaciones de mi móvil:
DAN, UNI
Cómo te va, chaval?
Cuéntame
Estoy en línea, hablando con tu amiga la rubia
Le mola que nos compartamos fotos y... Leer más.
BILL ETES, UNI
Eh, ¡¡¡amigo!!!
Ya ha caído algún polvete? Jeje
VERONY
Te guardó un poco de puré?
OIER, UNI
Soy Bill. Respóndeme, capullo
MARIA
Se eliminó este mensaje
Me he equivocado
Esa foto no era para ti
Por cierto, ya he hablado con Claudia y te va a perdonar
P.D. Súbeme comida de casa de la Rebe que Verony ha hecho puré.
Suspiro, desbloqueo el teléfono, y respondo a un par de mensajes, a los que me da tiempo antes de que Rebeca regrese:
—¿Estás listo? —Se asoma desde el pasillo.
—Más que listo. —Lanzo el móvil entre cojines.
Rebeca entra en el salón con una bandeja. Sobre ella hay un bol lleno de palomitas, un par de sándwiches y refrescos.
—Sesión de cine.
—¡Me encanta! —celebro—. ¿De verdad vamos a ver una película?
—Si quieres...
—Claro que quiero. ¿Cuál?
—Elige.
—Vaya... Pues no sé. Nunca me dejan elegir.
Rebeca toma asiento a mi izquierda, pone la bandeja sobre nosotros e insiste:
—Hoy sí. La que tú quieras.
La empujo contra mí, y, ahora que no tiene escapatoria, beso su mejilla.
—Gracias por un plan tan genial.
—Pues he tenido que improvisarlo —confiesa.
—¿Y eso?
—Pues... —Se muerde el labio—. Resulta que tenemos toda la noche para nosotros.
—¿Y tu abuela? —pregunto, aunque me aterran las posibles respuestas.
—No está en casa. Está... en el hospital.
—Oh, yo... No sabía que estaba tan grave.
—No es la primera vez que está ingresada —me comenta—. Cuando me encontraste llorando en el ascensor, también estaba mal. Llamé a urgencias esa misma noche.
—¿Te refieres al día que me abrazaste? ¿O al que te enfadaste?
—A ambos. Y siento haber sido injusta.
—Ah, no, no quería regañarte. Perdona si ha sonado así. Ya sabes que soy un imbécil.
—Ya —afirma, y quiero pensar que no es consciente de lo que ha dicho—. Mi amuma —sigue— me ha dado más de un susto. Pero esta vez es algo serio, Andrés. Esta vez...
—Esta vez también se pondrá bien. Seguro. ¡Confía!
Rebeca esquiva mis caricias, deja la bandeja a un lado, se pone en pie, y avanza hasta tocar el mueble del salón. Busca madera. Supongo que para atraer la buena suerte.
—Oh... ¿Eres supersticiosa?
Vuelve a sentarse y, en silencio, me mira atentamente.
—¿Qué? —No entiendo a qué espera.
—Llevo la figura de una herradura en el maletín y siempre monto en el ascensor de la derecha.
—Vale, lo de la herradura ya lo pillo, pero ¿lo del ascensor? ¿Es por lo de no pisar con el pie izquierdo y eso que se dice?
—Es más bien por una superstición marinera. Antiguamente siempre embarcaban por el lado derecho, para evitar la mala suerte y no tener accidentes. Y como a mí me dan miedo los ascensores...
—Qué tontería. En muchas culturas tampoco hablaban con pelirrojos porque decían que traían desgracias —lo aprendí en la asignatura Sociología el año pasado—, y a mí tan solo me has traído alegrías. Yo no creo en esas cosas.
—Pues tú atrévete a abrir un paraguas en casa y te dejo.
—¡Oh! —De toda la amenaza, mi cerebro se centra en el final de la frase—: ¿Me dejas? Acaso somos...
Rebeca se sonroja y pega un largo trago a su bebida, lo que me provoca una carcajada, que interrumpo cuando ella me mete un puñado de palomitas en la boca.
—Pero... —Escupo unas pocas y, aún con la boca llena, acuso bromista—: ¿Me quieres ahogar?
Pasa de mí, se hace con el mando, y busca una película que ver. Ya sabía yo que hoy tampoco elegiría...
—¿Algo pasa con Mary? —protesto cuando se decanta—. ¡Esa peli tiene más de veinte años!
—¿Y? Es una de las mejores comedias románticas, y no está basada en ninguna novela. De lo contrario, deberías leerla antes.
—¿En serio? No me puedo creer que la elijas por...
Rebeca me calla con otro puñado de maíz tostado, y comienza la película.
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