—¡Emergencia, chicas! —grito al regresar a casa.
—Sí, emergencia, ¡hay vainas! —vacila Maria.
—Tienes una hostia... —se desespera Verony.
—¡Lo digo en serio! —Golpeo con los puños la mesa del salón y ambas se me quedan mirando.
Maria ha dejado incluso de masticar y Verony sostiene en el aire el cazo lleno de vainas que estaba a punto de servirme.
—¡Rebeca ha desaparecido!
Verónica suelta el cazo en el puchero y Maria engulle lo que tenía en la boca. Ambas me prestan atención, así que sigo:
—Y su abuela también. ¡No están!
—Estarán en el hospital —dice mi compañera rubia.
—La abuela puede que esté ingresada, pero ¿y Rebeca?
—Pues con ella, obviamente —deduce Verony.
—Lleva una semana sin pasar por casa. ¿Ni siquiera se ha duchado? ¿Ni cambiado de ropa?
—Qué guarra la tía —ataca Maria.
—Pero... —Verony pincha con el tenedor una vaina y me señala—. ¿Cómo sabes que lleva una semana desaparecida? —Se la come—. No puedes decir eso solo porque no haya acudido a vuestros encuentros en el ascensor.
—No, me lo ha confirmado un vecino.
—Vaya. Últimamente hablas mucho con los vecinos —comenta mientras mastica.
—Si estás preocupado por Rebeca —interviene Maria—, deberías llamarla.
—Creo que me tiene bloqueado.
—Dame su número a mí —me pide Verony y saca su móvil—. Seguro que me coge la llamada.
—Bien. Por probar no perdemos nada —acepto—. Seis, ocho, ocho... Seis, ocho...
Se lo dicto entero, ella llama y lamenta:
—Teléfono apagado o fuera de cobertura.
—Estará en el monte —dice Maria.
—¿Qué narices va a hacer Rebeca en el monte?
—No tenía pinta de montañera, desde luego —me apoya Verony.
—Habrá ido en coche a algún perdido mirador, para que un buen maromo la ponga contra el retrovisor.
—Sí, claro —ironizo—. Mientras su abuela agoniza en el hospital. Maria, no es como tú.
—La verdad es que yo no me la imagino teniendo sexo —Verony se va por las ramas—. Para mí, le pega más reproducirse de manera asexual. Que se le caiga un brazo y nazca de él otro humano igualito a ella o algo así.
—Dos Rebes. Tus probabilidades de éxito se duplicarían, Andresote. —Maria me guiña un ojo.
—Pero ¿¡¿qué os pasa en la cabeza?!? —exploto—. ¡Os estoy diciendo que Rebeca ha desaparecido! Espabilad, ¡ayudadme a encontrarla!
—Deberías preguntarle por su paradero al vecino que te ha dicho que lleva sin venir una semana —me aconseja Verony, como si fuese imbécil.
—¡Ese viejo no tiene ni idea! Lo poco que sabe es porque se pasa los días aburrido, escuchando ruiditos en el rellano.
—Ya veo que no tienes tanto cariño a los vecinos como creíamos... —musita Maria ante mis palabras de desprecio.
—Pues ojito con los jubilados aburridos —advierte Verony—, que a veces se enteran de todo. —Señala hacia la casa de la señora Rodríguez.
—¡Ay! ¡Eso es! —Se me ha encendido la bombilla—. ¡La espía oficial del edificio! ¡Puede que ella sepa dónde está Rebeca!
—Pues invítala a cenar y charlamos —propone Vero.
—¿A cenar vainas? —Maria pone cara de desagrado—. No va a querer veni...
—¡Voy! —oímos un grito al otro lado de la pared.
—Alucinante —se asombra Verony, y susurra—: No se le escapa una. Seguro que sabe dónde está la pelirroja.
—Eso espero.
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¿Lo sabrá?
Espero que la historia os esté gustando :) ¡Gracias por el apoyo!
Gracias también a quienes estáis leyendo la novela de Maria:
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69 SEGUNDOS PARA CONQUISTARTE (EN LIBRERÍAS Y WATTPAD)
Teen FictionCOMPLETA. En librerías y Wattpad. Premio WATTYS 2020. En su segundo año de carrera, Andrés continúa siendo un estudiante ejemplar. Es aplicado, constante, trabajador y su prioridad son los exámenes. Pero todo esto cambia cuando conoce a "la chica d...