La historia - Parte 4

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"Soy una vergüenza para mi género"

 Fue lo único en mi mente el día después a nuestro segundo encuentro. Era tal mi vergüenza que la idea de tirarme por la ventana o enterrarme varios metros bajo tierra eran bastante tentadoras. Quizás haciendo algunas de esas cosas podría recuperar mi honor, porque nunca, NUNCA en mi vida luego de estudiar algo fervientemente había fracasado, y esta caída no significaba una mala calificación, era un atentado directo a algo tan delicado como la dignidad de un hombre, mi dignidad, pues no importó que tan al pie de la letra seguí lo que había aprendido, cada vez que penetré a Sungmin con mis dedos y mi pene, lo hice gemir de incomodidad y dolor. Claro, no todo fue negativo, lo que estudié si dio algunos pequeños frutos. El haber aprendido a dilatarlo me valió que Sungmin no saliera lastimado otra vez y que el mar de lágrimas de la primera vez se redujera a un par de gordas gotas. Avances muy positivos, sobre todo para él, pero teniendo en cuenta que igualmente le provocaba un gran sufrimiento y nada de placer, era difícil ver el vaso medio lleno aunque lo tuviera al frente y a plena luz del día.

 Gran humillación, gran desgracia.

 Eso era lo que significaba para mí esa experiencia. Le había dicho que esta vez lo haría bien, me dije a mi mismo que lo haría bien y no lo cumplí. Estaba furioso y me sentí más incitado a remediarlo de lo que había estado antes. La misma mañana después, mientras nos preparábamos para clases, me acerqué a él por la espalda y le expliqué la obvia razón de mi inhabilidad, causado por mi nula experiencia, y le pedí que me diera la oportunidad de seguir intentando, pues me esforzaría lo máximo para que ambos la pasáramos bien y pudiésemos sonreír de nuevo. Él se quedó quieto un largo rato mirando por la ventana, finalmente, se dio vuelta y con la mirada en el suelo asintió.

"¿Por qué aceptas tan fácilmente?" Esa pregunta nació en lo más profundo de mi interior, oprimiendo mi pecho con una extraña sensación, pero me negué a decir cualquier cosa y asentí también.

 A lo largo de 2 semanas empezamos a tener sexo en las noches después de estudiar. Convencido de que era yo el que debía solucionar el problema a mi modo, cada vez que Sungmin intentó hacer algo lo detuve suavemente y lo volvía a estirar. Estaba ciego, no únicamente por mi orgullo herido, sino también porque no podía ver realmente a Sungmin como parte del sexo. Me parecía muy hermoso, muy perfecto para que él tuviera culpa o labor en lo que hacíamos, sólo le correspondía disfrutar de lo que yo le hiciera, y por ese pensamiento era obvio que nada resultaría por más que lo intentara. Cada día que lo hacíamos me convencía más de seguir una vida de celibato, pues hiciera lo que hiciera, los resultados no cambiaban. En cuanto me adentraba en Sungmin, causaba estragos y el apenas podía sentir algo positivo, ni siquiera la esperanza de que la próxima fuera mejor. Cuando ya iban unos 3 intentos, él quiso ayudarme diciendo lo que le molestaba, pero al final eso me hacía sentir peor que antes. Lo detestaba a él y mucho más a mí cada vez que lo escuchaba gemir adolorido mis fallas.

"¡Po-por favor! ¡Ah! ¡Más lento!"

"¡Ah! ¡Espera, espera! ¡Es muy profundo aún!"

"¡Kyuhyun! ¡Me duele, para!"

—¡Ahhhhh!

 En medio del séptimo intento, fui yo quien decidió gritar. Me salí rápidamente de su interior y me senté en la orilla de la cama, agachando la cabeza y golpeándome con impotencia ¡Bien, no servía para esto! No sabía cómo resistiría, pero era el momento de dejar a Sungmin en paz y volver a lo de antes por el bien de ambos. Y estuve a punto de convencerme y rendirme cuando sentí su mano en mi hombro. Estaba tan avergonzado que no tenía cara para mirarlo, tapé mi rostro y esperé a que desistiera para poder irme a la cama. Sin embargo, no se apartó. En cambio, se sentó a mi lado y con algo de fuerza apartó mis manos para mirarme. Su rostro preocupado con piel brillante de sudor y labios entreabiertos me golpeó de lleno. Sería realmente difícil dejarlo ir.

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