*Kaomojis: Son emoticones japoneses. Representan caras y emociones con un estilo muy cercano al anime y manga.
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Sin importar que no pude ver a Sungmin durante el mes y medio que duraron nuestras vacaciones de verano, la felicidad que sentí desde nuestro primer beso no se apartó de mi pecho ni un segundo. Con el transcurso de los años y luego de repasarlo 1000 veces, denominé a esta parte de mi vida como "La publicidad de coca-cola". Estábamos en medio de una larga y emotiva película, llena de escenas de suspenso, giros dramáticos y encuentros intensos entre los protagonistas que eran lastimados y luchaban contra dificultades que iban mucho más allá de las fuerzas que poseían. Pero de repente en esta larga y dolorosa película, había un intermedio para descansar, y mientras el público estiraba las piernas, iba al baño o respondía los mensajes en su celular, en la pantalla se proyectaba un comercial de coca-cola, donde aparecían una serie de escenas de gente desconocida con botellas del refresco en la mano, envueltos en la más perfecta e inmutable felicidad. Familias reunidas en una mesa redonda, una pareja en un mirador, un grupo de amigos en una playa, todos con amplias sonrisas en sus rostros y ningún dejo de preocupación en sus miradas, porque sus vidas eran irrealmente satisfactorias y todo lo que les rodeaba era amistoso y agradable a la vista. Así me sentía. Estaba contento, animado, creía que nada en mi vida podía estar mejor y esperaba muerto de ansias el instante en que Sungmin y yo nos volviéramos a encontrar, sin embargo, sabía que estar lejos un tiempo de él me ayudaría a digerir y comprender lo que había ocurrido entre nosotros.
Era la ocasión ideal para bajar un poco mis defensas y aceptar parcialmente lo que sentía por él.
Bien, Sungmin me gustaba y estaba dispuesto a admitirlo ante quien le incumbiera, es decir, ante él y nadie más que él. A pesar de todos los cupidos y unicornios rondando por mi cabeza, todavía entendía lo fatal que sería para ambos si algún tercero se enterara de lo nuestro, y no tenía intención alguna de auto-delatarme y sabía que Sungmin tampoco lo quería.
Es por tal razón que viví mis vacaciones lo más normal posible: Viajé con mi familia, dormí mucho, hice borradores e investigaciones para los primeros juegos que crearía y también salí en reiteradas ocasiones con mis amigos. En esos encuentros, Changmin posó varias veces su vista sobre mí de forma insistente, y en otras cuando nos encontrábamos solos, con un ceño de preocupación parecía tener la intención de decirme algo, no obstante, yo siempre lo evitaba yéndome o hablando primero de cualquier otra cosa, algo que funcionó pues al poco tiempo dejó de insistir y volvió a dirigirse a mí con normalidad. Era seguro que él no diría nada si yo le decía la verdad, lo sabía bien a pesar de su rechazo a Sungmin, pero aunque me hubiera hecho bien hablar con alguien del tema, no sentía en ese entonces que ese fuera asunto suyo, además quería prolongar mi felicidad con Sungmin lo más posible y correr tal riesgo podría acortar ese tiempo.
Y bueno, si bien evité mostrar cualquier comportamiento anormal a quienes me rodeaban, no me restringí de usar el número que Sungmin me dio en el hotel. Bajo una timidez romántica, nos escribimos todo el verano sobre temas absolutamente triviales, y lo hacíamos durante horas. Mis mejillas dolían de todo lo que sonreía leyendo sus respuestas. Como lo esperaba, tenía una ortografía impecable, fluida redacción y una marcada y adorable tendencia a poner al menos un kaomoji por mensaje. Conservo hasta hoy todas esas conversaciones en una tarjeta de memoria. Mi adoración por él era tanta que muchas veces me tenté a decirle lo que sentía. No lo hice, claro, porque sabía que me aguardaba algo mucho mejor si esperaba a decírselo cara a cara.
Y después de varias semanas, el ansiado día llegó.
En el largo viaje en auto al internado, mi padre insistía en contarme experiencias de su vida mientras conducía y yo, sentado a su lado y con los pantalones arrugados en mis puños por la ansiedad, nada más podía pensar en tomar el acelerador y ponerlo a toda marcha. Mi tortura acabó después de una hora cuando estaba a punto de tirarme del auto en movimiento y echarme a correr. Los dos empleados del internado que salieron a recibirnos se sorprendieron al verme precipitarme bruscamente hacia fuera apenas el auto frenó. Sin perder tiempo, di la vuelta para abrirle la puerta a mi padre, le ayudé a salir y ante su confundida mirada le dediqué unas escuetas palabras de despedida, le di un abrazo apretado y luego salí corriendo como un poseso a los dormitorios.
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El acuerdo
FanfictionDespués de 10 largos y melancólicos años, en medio de una prestigiosa convención de empresarios hoteleros, Cho Kyuhyun vuelve a encontrarse con Lee Sungmin, quien fuera en el pasado su compañero de habitación en el prestigioso internado "Dr. Kim You...