La historia - Parte 2

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Todavía ahora que ya he crecido y repasado 1000 veces esos momentos en mi cabeza, no puedo saber con seguridad si me enamoré a primera vista de él. Conocer su rostro detonó en mí una confrontación entre 2 emociones demasiado distintas y poderosas: Mi profunda aversión hacia ese lugar y lo que había oído de él vs. La adoración instantánea que experimenté por la inmaculada y casi irreal belleza que desprendía toda su figura. Mi cabeza estaba tan superada por ese intenso debate mental que mi cuerpo no respondió al menos un buen rato. No había una explosión de rabia en mi rostro, no había amenazas, tampoco ganas de golpear a algún malnacido o un rastro pequeño de cualquier emoción, sólo quedaba un cuerpo esperando las palabras mágicas para que su espíritu le fuera regresado.

-¿E-Eres Cho Kyuhyun?

Finalmente, él las pronunció con timidez. El asombro por mi entrada también le había dejado inmóvil un momento, la vergüenza que sentí al notarlo me ayudó a espabilar y asentir levemente. Soltando un suspiro aliviado, soltó la prenda en sus manos y volteó de cuerpo entero.

-Soy Lee Sungmin, tu nuevo compañero- Se introdujo inclinando la cabeza. Bueno, ya estaba 100% seguro de que era él, sin embargo, seguía sin poder recuperar algo del enfado de hace un minuto- Como verás, ya todas mis cosas están aquí y hay un poco de desorden, pero no te preocupes, me falta solo un poco de ropa y habré terminado. E-Espero que nos llevemos bien.

-Claro-Respondí por inercia.

Y ahí acabó la conversación junto con mi ferviente deseo de guerra. El valor burbujeante en mi interior se esfumó, y cada día que dejaba pasar tenía menos sentido abordar el tema porque, si lo pensaba, nada de lo mencionado por mis amigos había ocurrido. Sungmin se mostraba como un chico limpio, tranquilo y educado. Las pocas veces que me hablaba era para saludarme o por temas triviales relacionados al dormitorio, y a pesar de llegar cerca del toque de queda casi a diario, denotaba que era por actividades en su club o estudiar en la biblioteca, no por estar tonteando con alguien. Respetaba todas las reglas, de hecho, me parecía bastante cuadrado en ese aspecto. Eso me desconcertó, no era para nada lo que esperaba, y tanto por curiosidad como por querer ver en sus palabras indicios de que tramaba algo, decidí hablarle más. Primero le hice comentarios totalmente vulgares, sobre el clima, el internado, los profesores, esas cosas. Cuando vi que respondía bien, traté de conocerlo más con preguntas sutiles y no muy invasivas. Supe entre otras cosas que era un mes mayor que yo, estaba en el internado desde primero de secundaria y su boleto de entrada había sido efectivamente su padre, quien tenía por toda Asia y Europa una cadena de tiendas dedicadas al equipamiento de cocinas, además de poseer una marca de vajilla y cubiertos de lujo que suministraba principalmente a hoteles y restaurantes de 4 y 5 estrellas alrededor del mundo. Por su lado, también pareció interesado en mí. Me devolvió cada pregunta y se impresionó mucho al saber que había entrado al internado en preparatoria -mucho más difícil- y que mi hermana tomaría el lugar de mi padre porque yo planeaba crear una compañía relacionada con videojuegos. Supuse que ni él ni muchos de los chicos de allí habían oído jamás de segundas opciones.

No había nada de sospechoso en él.

Yo conocía la manipulación, la vi personificada durante largo tiempo, y Sungmin era la clase de persona que si intentara usarla se delataría con la primera palabra. Era tímido, torpe y lo único que conocía de la vida eran las aulas escolares. Era... igual que yo en ese tiempo. No existía maldad en su interior así como realidad en que todos esos rumores fueran ciertos. Me rendí en mi búsqueda e intrigado por su pura aura, inicié una cautelosa amistad con él. Descubrí en el odiado Lee Sungmin a un chico inteligente y gentil, cualidades que mezcladas con su profunda inocencia lo volvieron absolutamente adorable ante mis ojos. Pronto sus sonrisas, nuestras conversaciones en la noche y toda su presencia se volvieron un efecto aliviador en mi vida, y quise compensárselo de alguna manera desmintiendo todo lo que se decía de él con mis amigos.

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