El reencuentro - Parte 2

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En cuanto entro, me sorprendo al ver a Sungmin sentado en el suelo abrazando sus piernas y con la frente apoyada en las rodillas. Apenas se percata de mi presencia, salta de la impresión y levanta rápidamente el rostro. Con algo de dificultad, trata de recuperar la compostura y me ofrece una sonrisa.

—Ah, qué alivio verte volver. Por un momento pensé que mi patética y larguísima historia te había hecho huir del espanto— Bromea. Su voz dejando ver sincera preocupación me angustia, y del pasmo no soy capaz de sonreír para tranquilizarlo. Vamos, cálmate.

—¿No te dije alguna vez hace 11 años que no existía algo sobre ti que pudiera darme asco? —Le respondo mientras me siento a su lado con los nervios a flor de piel— B-Bueno, asco y espanto son distintos, pero si me entiendes ¿No?

Más tranquilo, Sungmin se larga a reír y yo sólo puedo verlo embobado.

—Sí, por supuesto—Concede él. Pongo la vista al frente y suspiro. Trato de pensar en qué decir, cuando por el rabillo del ojo percibo su mirada posarse sobre mí con insistencia. Incapaz de seguir soportándolo antes de volverme loco, me vuelvo hacia él y lo miro interrogante.

—¿Resientes que te ocultara lo de mi padre mientras estuvimos juntos? —Me pregunta rápido con expresión ansiosa. Yo me sorprendo, bajo el rostro y reviso mis pensamientos. No puedo negarlo.

—Un poco—Admito titubeante—Quisiera haberte ayudado...

Él adopta un gesto enternecido y sonriendo triste y cariñosamente, toma mi rostro con suavidad y lo levanta para que lo mire.

—No pienses que no confiaba en ti— Pide con ligera súplica— Yo sólo no quería arruinar nuestros buenos momentos diciendo algo ante lo que no se podía hacer nada. No estaba preparado para enfrentar a mi padre, carecía de valor y una razón que lo gatillara. O sea, en ese tiempo te tenía a ti, no obstante, tú tenías un impedimento con tu padre mayor al mío, pues es mucho más difícil enfrentar a alguien amado que a alguien detestado. Y yo sentía un gran respeto por el amor y admiración que manifestabas a tu padre, nunca en la vida habría sido capaz de destruir aquello. Todo debía darse en el tiempo y con los motivos adecuados. Es por eso... que agradecí mucho que el día de nuestra graduación al despertar no estuvieras en nuestra habitación— Aquella acotación me impresiona— Ese día mi padre había ido a buscarme para ir a Inglaterra a entrevistarme con el decano de Oxford, y si te hubiera visto una vez más con lo destrozado y débil que me sentía, seguro me habría derrumbado y no habríamos podido mantener el secreto ni obtenido la oportunidad de arreglar nuestros problemas por propia voluntad.

Una vez termina, Sungmin mantiene su sentida expresión y yo le sonrío y asiento, en cambio por dentro, un desasosiego aún mayor crecer en mi pecho.

—Bueno, ahora te toca —Decide mientras me suelta y recupera sus ánimos.

—¿Eh? —Balbuceó, desorientado.

El acuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora