Oigo un desgarro de papel. Un ruido que no me resulta desagradable. Al fondo risas, no sé de quien. De pronto despierto, empapado, agitado como si hubiese despertado de una pesadilla. Miro a ambos lados de la cama para ubicarme. Me encorvo apoyando mis manos en las rodillas. Respiró hondo y miro la hora: las seis menos veinte. Tan solo me quedaban una veintena de minutos para dormir. Me levanto y pienso en ella, la mujer de mis sueños, si, Lana. Hacía tres meses que habíamos empezado a salir y éramos super felices. Quedábamos muchos días y pasábamos tardes que no olvidaríamos jamás. Dábamos paseos de noche super románticos. A ambos nos gustaba lo empalagoso. Recuerdo esa primera semana de novios.
Me despierto. Todo había sido un sueño, estaba sudando, tenía muchas mantas encima. Me levanto y miro por la ventana con los ojos llorosos: tan solo duramos 4 días y me dejó porque prefería vivir su vida de soltería. Creo que me dijo esas palabras sin sentir nada, yo en cambio las sentí y bien. Aún estoy enamorado. Recordad comed muchas naranjas que tienen antidepresivos.
