•1•

2K 224 12
                                    

El agujero lo engulló, podía escuchar los susurros hablando de él, las risas, las burlas, y los suspiros de miedo.

Todo empeoró desde esa navidad:
la ansiedad lo consumió,
sentirse nervioso,
sentirse asustado,
sentirse preocupado,
sentirse feliz,
sentirse emocionado.

SENTIR;

lo hacía volverse una maraña de eletricidad, un peligro constante, un arma letal.

Pero cuando cumplió 12; encontró la cura, tenía que envolverse en una coraza; aislar los pulsos eléctricos de su corazón para no crear chispa.

Ahora con 14 años, ahora bajo el manto de una nueva familia puede chocar hombros con su hermano adoptivo. Eijiro Kirishima, si hubiera una personificación de la amabilidad y simpatía sería él sin ninguna duda. La mujer a la que debe llamar madre es amable, pero jamás podrá decirle esas palabras sin compararla con la verdadera. ¿Era feliz? quién sabe, no puede plantearse la pregunta y responderla sin causarle daño a alguien.

Estaba jodido, lo sabía, su familia adoptiva había tomado extremos cuidados con él, la escuela era algo peor, si, no tenía amigos, sólo intercambiaba palabras y a la mínima intención de interacción física él salía de ahí sin más. No siempre era así, aún recuerda cuando probaron su Quirck en clase de especialización, y él terminó con el corto circuito de su vida quedando como un imbécil ante la clase, convirtiéndose en el centro de burla de todo el instituto y el expulsado de la sociedad estudiantil, y lo reafirmó cuando pensó conseguir una amiga con los mismos gustos que él; fanática de la música, los instrumentos y las modas más antiguas contemporáneas.
Recuerda como llevó por primera vez una cajita en el día blanco, se abstuvo de mantener contacto físico y lo dejó sobre su butaca;
dolor y humillación, eso fue lo que sintió después de salir de clases y mirar el bote de basura con la caja.

Miró ansioso hacia al frente intentando ignorar la blasfemia contra él. Hoy sería un día crudo para Denki Kaminari, hoy tres chicos de intercambio se incluirán al salón, y que mejor bienvenidas les dan los de su salón, que contándoles las mil y una formas de hacerle saber que él no pertenece a este mundo lleno de personas bendecidas.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Chispas de Chocolate | Denki KaminariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora