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Las horas pasaron y de nuevo su corazón y cerebro eran embriagados por el dolor. Miró la luna desde los ventanales de la sala. Había destruido tantas estrellas en su camino, sólo por cobarde.

Se levantó del suelo, y miró las pastillas en su palma. Caminó lentamente hasta la sala principal para ir por una vaso de agua para poder tragar dos frascos si le es posible.

Ochako estaba recostada en el sillón con Bakugou en la piernas y detrás de ella a Izuku. Miró a todos lados, Eijiro ya no estaba...

Sabe que ella tiene las mejores intenciones, y que trata de encontrar las palabras indicadas para decirle que siempre habrá una luz tan pequeña como una chispa sobreviviendo a la intemperie de la obscuridad.

Lo sabe, pero ahora mismo, no quiere estar bien; le es imposible. Está cansado, sólo escucha cada vez más y más

“Sólo se paciente”

¿Siempre estará así?

Se supone que al final de cuentas se irán todos ¿Pero mamá? Mamá siempre tiene que estár ahí, pero incluso destruyó por igual a esa hermosa estrella fugaz. Así que por favor, sólo quiere que lo dejen rendirse, sí no es bueno para él no hay problema, hundirse en el vacío ya es su rutina existencial. Sólo quiere dejar de intentar, dejar de pelear; hacerlo duele.

—No quiero tus buenos consejos, —masculló mirando a la castaña suspirar durmiendo. —No sabes lo que se siente.

No hay razones por las cuales deba estar bien, no puede evitar que sus pies se hundan y lo sabe perfectamente, pues sólo se queda observando. O quizá no quiere ver lo que ve.

Está harto, harto de toda esa mierda que te dice que todo tiene solución, que sólo basta con luchar, con sonreír y soñar. Mierdas, eso son. “Manten la cabeza en alto” ¿Qué mentira más barata es esa? ¿Alguna vez se detendrán?

Así que sólo quiere rendirse, dejar de intentar, de luchar y pelear. Quiere que lo dejen de mirar de esa manera como sí lo entendieran. Sólo quiere que lo dejen ir...

Nadie sabe lo que los demás sienten ¿Por qué no lo entienden de una buena vez? 

Suspiró tomando las pastillas y empujandolas a su garganta.

El brillo se apaga...

Chispas de Chocolate | Denki KaminariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora