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Me mira desde lejos, lo hace diario desde hace dos meses.
Pero puedo ver cómo Bakugou es dueño de ambos, los engulle hasta secarlos.

Pero se acerca. —¿Qué sucede?

Eso mismo me pregunto yo desde hace un mes, en los que no he recibido visitas. La posible respuesta me asusta enormemente, pero en cuanto veo que la enfermera se acerca a nosotros y le pide tiempo, es en cuanto llevo mi mano a escondidas dentro de la bolsa de mi bata.

La castaña se alejó preocupada, para después mirar al frente donde estaban ellos dos.

—Sabías que sucedía perfectamente, ahora el tiempo lo ha logrado.

No me importa en los más mínimo que aquella mujer haya hecho lo que hizo, nunca me sentí a gusto con ella. Lo que me duele es mi hermano adoptivo, seguro que Eijiro está roto.
Me quedo en silencio, y la enfermera frunce el ceño ante mi indiferente reacción.

—Dónde está Kirishima. —pregunté.

—Supongo que está asimilando todo.

Suspiro y asiento con la cabeza.

Ella se marcha y entonces decidí ir al teléfono público dentro de el hospital.

Marco el número, y entonces....

Sentado con la cabeza abajo, miraba como Eijiro se acercaba con los ojos irritados

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Sentado con la cabeza abajo, miraba como Eijiro se acercaba con los ojos irritados.

—Hombre perdón, pero seguro que no querías verme como un crío.

No contesté. Él se sentó a mi lado y el silencio lo quebró desde dentro.

Mi corazón late, estaba llorando a mi lado, pero sólo puedo estar ahí. Simplemente ahí.
Kirishima se rompe cada vez más y simplemente miró sus perladas lágrimas bajar por sus mejillas, puedo sentir como cae en el agujero que le dice que no hay vuelta atrás.

Entonces recuerdo la sensación de hace tiempo, paso mi dedo índice por el arco de su nariz y lo miró a los ojos. No puedo tener contacto con él a cómo se debe, pero al menos puedo hacer eso.

Kirishima se detiene, y me mira sorprendido.

—Gracias Denki. —masculló en un susurró, —duele menos ahora, te tengo a ti.

Sólo miro al frente, y aislo todo sonido más allá de sus sollozos y suspiros. Ni siquiera pueden tenerme. Nadie querría. Fui hecho de un molde roto.

Pero estoy feliz, ella se fue. Se fue con alguien de la edad de Eijiro, se fue para jamás regresar. Era tan falsa, pero ahora ¿Y él? No puedo estár ahí, jamás podré.

Sólo puedo existir, no soy bueno en las clases que imparten aquí, no tengo talentos, no tengo carisma, no tengo nada dentro mío que sea especial. Sólo me mantengo estático entre la personas que realmente están vivas.

Observo como poco a poco Kirishima secaba sus lágrimas y miraba curioso al frente. Presté atención, y de nuevo ése, ahora molesto trío, estaba ahí.

—¡No quiero! —empujó de un manotazo a la castaña, —¡Quieren dejarme! ¡Quieren irse! ¿¡Verdad!?

Entonces ella se quedó en blanco.

—Claro que no Kacchan, pero es...

Las enfermeras lograron inyectar el cuello de Bakugou en cuanto prestó atención a sus dos amigos.

Ochako dió una bocanada de aire y salió del lugar al lado de Izuku. Si, dejaron atrás a Bakugou siendo cargado por los demás.

—Algun día saldrás de aquí conmigo, pero para eso tienes que esforzarte. —Eijiro cambió el tema, era obvio que había sentido lástima. Le seguí el juego.

—Viejo, esas cosas no pasan ni en--

—¡No me importa, entonces lo veré cuando despierte! —resonó la voz femenina.

Me quedé estático en cuando la mujer pasó al lado mío chocando hombros conmigo. Mi pulso se disparó y me alejé tan rápido como pude pero fue demasiado tarde.

—¡Denki!

Los nervios florecieron y neurona por neurona se activó llenándolo de ansiedad.
Retrocedió con los pulsos eléctricos a flor de piel, y la eletricidad bailaba a su alrededor recordándole que tan desgraciado es.

La chispa encendió, y todos cayeron al suelo haciendo muecas de dolor.

«Sería mejor que dejaras de existir, pues simplemente estando ahí. Puedes dañar»

Miró como Kirishima apretaba los dientes en el suelo, y como la mujer estaba desmayada en el suelo. Las enfermeras estaban contra la pared y miró como los guardias se acercaban con las botas de vinilo y con guantes especiales. Se sentía como una mascota exótica a la cual sí quieres tener en casa debes ser muy cuidadoso, y que es mejor desecharla y cambiarla por un hámster para evitar las excesivas molestias.

Pero se dificultaba todo...

«Las pastillas
¿¡Dónde están las pastillas!? ¡¿Dónde!?»

La eletricidad comenzaba a romper el aire e iluminar de más.

—Calma, —masculló adolorido Eijiro mirándolo desde abajo. Intentaba sonreír.

Pasará lo mismo que con mamá, pasará lo mismo que con mamá, pasará lo mismo que con mamá, pasará lo mismo que con mamá,
pasará lo mismo que con mamá, pasará lo mismo que con mamá, pasará lo mismo que con mamá,
pasará lo mismo que con mamá, pasará lo mismo que con mamá, pasará lo mismo que con mamá, pasará lo mismo que con mamá, pasará lo mismo que con mamá,
pasará lo mismo que con mamá, pasará lo mismo que con mamá, pasará lo mismo que con mamá.

Y el cementó crujió.

Chispas de Chocolate | Denki KaminariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora