Allí se encontraba Alex; tenía el torso descubierto, empapado en sudor, con ambas manos apoyadas en la encimera del baño, mirando hacia abajo. La poca luz que se colaba por su ventana dejaba apreciar la parte izquierda de su rostro. Su respiración era agitada, y sus manos temblaban levemente. Apretó sus ojos cuando las punzadas en su cabeza aumentaron. Estaba cansado. Cansado mentalmente.
Suspiró una vez más. Levantó su vista hasta quedar mirándose en el espejo que se encontraba justo frente a él, colgado en la pared. Por tercera vez repitió, pero esta vez no para sus adentros, sino más bien habló en voz alta:- ¿Gay?.- Su voz fue apagándose a medida que dijo la palabra, convirtiéndola en un hilo apenas audible.
Contuvo la respiración y apartó la mirada para no llorar. Para su mala suerte, una lágrima se deslizó por su mejilla. Éste la secó con rabia.
Estaba enojado consigo mismo. No sabía porqué, pero estaba enojado. Odiaba llorar, detestaba verse así; tan débil.
Con el ceño fruncido y sus mejillas húmedas, se volvió a mirar en el espejo y repitió con los dientes apretados:- ¿Gay?.
Y allí estuvo, mirando fijamente su reflejo por unos minutos, como si quisiera intimidarse. Cerró los ojos rendido, no aguantando más, y dejó que las lágrimas cayesen por sus mejillas.
Abrió la puerta del baño que conectaba con su habitación. Intentó buscar su celular entre las penumbras, no pretendía prender la luz, no quería que su padre, por alguna razón, se diera cuenta que estaba despierto. Cuando pudo ver el aparato, lo tomó entre sus manos rápidamente. Se sentía sofocado.
Miró la hora en su celular. Eran las 3:47 AM. Necesitaba llamar a Troye, pero dudaba que el castaño se encontrara despierto a esas altas horas de la madrugada. Sin pensarlo muchas veces, marcó el número y lo llamó. Cuando sonaron tres tonos, Troye contestó:
- ¿Hola?.- Su voz se escuchaba ronca, se notaba que acababa de despertar.- ¿Alex, sucede algo?.
El rubio se mantuvo en silencio con el celular en su oreja, escuchándolo. Se lamentó internamente por haberlo llamado. ¿Qué se supone que le diría ahora? ¿La verdad?
Cuando abrió la boca con la intención de decir algo, dejó escapar un sollozo, el cual Troye escuchó perfectamente.
- Oye, Alex.- Dijo con la voz más clara. Sabía que Alex estaba llorando (algo que raramente hacía).- ¿Necesitas hablar?.
Él simplemente asintió con la cabeza, como si el muchacho lo fuera a ver a través de la línea.
- Cuéntame qué sucede...- Prosiguió.- Sabes que intentaré ayudarte. Sea lo que sea que te esté pasando, puedes hablarlo conmigo.
- No sé qué hacer, Troye...- Habló llorando.
- ¿Qué sucede?.-
- Tengo miedo...-
- El miedo es la más grande discapacidad de todas.
Ambos quedaron en silencio, pero no en uno incómodo. Alex se encontraba sentado en el frío suelo, con sus ojos apretados, reteniendo las lágrimas y tratando de no darle importancia al dolor de cabeza que cada vez se intensificaba.
Troye supuso que el rubio no contestaría, así que siguió:
- ¿A qué le temes?.-
- A mí.-
- ¿A qué te refieres, Alex?.-
- Soy un jodido cobarde... lo siento.-
Al instante el rubio dio por finalizada la llamada. Decidió apagar el celular, ya que sabía que Troye lo llamaría hasta que él le contara lo que lo traía mal.
Esto de despertarse de madrugada ya se había repetido noches anteriores, hace ya unas semanas. Alex se despertaba porque le faltaba el aire. Quizás el chico se encontraba en su punto límite. Quizás estaba a punto de romperse, sin que nadie lo notase. Llorar por las noches se le había vuelto inevitable, algo que ya no podía controlar. Tomó una bocanada de aire, se puso de pie, y lentamente se fue metiendo en su cama.
Sin que nadie lo notase, Alex se estaba destruyendo poco a poco...
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