"La belle et le bête."
Naciste en una gran familia, en una época donde la economía era inestable y constantemente tu padre debía hacer viajes para sacar algunas monedas y así que el negocio familiar fuera un éxito total.
Pero aquello no lo apreciaban tus hermanos/hermanas, pues en cada ocasión que el ya adulto se marchaba estos reclamaban que en su regreso trajiera joyas y piedras preciosas; cosa que claramente, era complicado por la clase social en la que se encontraban.Tú, en cambio, solamente le pedías una cosa:
"—Oh padre, ahora qué vas a emprender este largo viaje, esperemos que nos traiga buen augurio y prosperidad. Yo, lo único que mi consciencia le pedirá, es que una hermosa rosa usted pueda a mis manos entregar."
Una petición sencilla, pues los rosales en los campos era fácil de encontrar, y usualmente a la gente no le importa una regalar. Aunque es una pena que esas hermosas flores se lleguen a marchitar, era lo único que te atrevias a pedir pues no querías traerle mucho más problemas a tu padre.
Pero...
Nunca pensaste que aquella simple petición sería una total perdición, de regreso a casa tu padre se encontró con un enorme castillo abandonado, o eso parecía ser: en el, encontró las más lindas rosas que un humano podía creer que existieran, y pensando que por fin podía cumplir el deseo de uno de sus descendientes no dudo en cortar una sola rosa.Aquella fue la perdición, pues días después y al no haber señales del mayor la preocupación en la choza inundó, la crisis monetaria recaería en el mayor, cosa que nadie quería.
Pero, oh vaya, una carta llegó, y en voz alta tu hermano/a leyó:
"Familia (Apellido).
Se les informa por esta carta que su progenitor, será exiliado de las tierras humanas por haber pasado territorio mágico, además de haber cortado una risa del rosal sin explicación alguna.
Por lo que su castigo en el mundo mágico fue el ser encerrado en la torre del castillo del Condé ####.
Una vida, por una rosa.Lamentamos su perdida."
El pánico aumento, pues no podían explicar lo que estaba sucediendo. Ni siquiera dejaron que él de despidiera de ustedes, era lo que más les atormentaba.
Y a ti aún más, recordando que tú le habías pedido una rosa, la culpa no tardó en llegar a ti.Sin dar aviso o explicación, saliste de la casa y caminaste a los establos con los gritos de tus parientes detrás tuyo. Montaste en el primer corcel que te permitió acercarte y diste rumbo hacia aquel supuesto castillo.
No ibas a permitir que dieran la condena a tu padre por aquella razón.Y si era necesario, te ibas a entregar a cambio de que perdonasen su vida.