8

23 1 0
                                    

«Fly Away»

El sonido de las bocinas de un auto hace que brinque del susto.

Hasta el momento ningún carro o camioneta había pasado por el camino en el que me dirigía a la cárcel. Me puse a un lado de la acera para que el auto siguiera su rumbo pero de pronto bajo el ritmo, acercándose de a poco hacia donde me encontraba, hasta detenerse por completo. Escuchar el sonido de la ventanilla bajar hizo que acelere el paso.

Esto se está tornando espeluznante

Ahora es el momento en el que debería estar de acuerdo y agradecida con mis padres por imponer a toda costa un guardaespaldas para mi seguridad.

— ¿Es el momento para decirte que tus padres tienen razón?

Tras el volante está él, su rostro refleja que tiene razón, puede que lo haya tomado como el berrinche de una niña caprichosa que busca que todo le salga perfecto de acorde a su plan.

—No— digo entre dientes cruzando los brazos, no lo voy a aceptar.

Se ríe, extrañaba su risa en todo el día. No se cómo puede hablarme como si nada hubiera pasado en el día. Lo que le dije en el salón de teatro es para que no me hable nunca más en lo que me queda de vida.

Baja de su auto, colocándose en el capote de su auto.

—Vamos Cam, sube. —abre la puerta de su auto invitando a que suba.

Dudo en subir, pues, por un lado me llevaría de frente a la mansión y por el otro terminaría recriminando las acciones que tomé en el día.

—Subo con una condición—lo veo a los ojos, espero que acepte.

—Claro, ¿Cuál es tu condición?— acomoda sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón jean.

Avanzo hacia él

—Prométeme que nunca vamos a dejar de hablarnos—lo abrazo de improviso, él no esperaba esa acción mía, sus brazos al instante me rodearon con fuerza, de mis labios salieron un par de sollozos. No quiero perderlo, no como lo perdí a él.

—Nunca—deja un beso en la cima de mi cabeza y se aleja para verme mejor.

El día que este idiota no esté a mí lado será el día en que uno de los dos ya no respiramos nunca más.

—Vamos, sube para llevarte a la cárcel antes que comience a llover—extiende la puerta para que suba.

—Está bien—Espera a que me coloque el cinturón de seguridad para cerrar la puerta y rodear su auto para subir y sentarse en el asiento de piloto. Emprende lo que resta del camino hacia la cárcel.

Es lo justo. La cárcel por el momento es el lugar donde vivo, al cumplir los 18 me mudaré al departamento de Will, aunque será por corto tiempo ya que ambos empezaremos la universidad a estudiar diferentes carreras universitarias, él va a estudiar Diseño de Modas en Francia y yo estudiaré Música, pero aún no decido el lugar donde haré la carrera.

—Ya que el día de hoy has estado distante incumpliste una cláusula del acuerdo que firmaste...

¿Acuerdo? ¿Cuándo fue que firmé un acuerdo? Dudo mucho que lo haya firmado ebria, no tomo bebidas alcohólicas.

—Espera... ¿De qué acuerdo hablas?

—El que firmamos cuando entramos a la preparatoria—dice evidentemente confundido al darse cuenta que lo había olvidado por completo.

—Ah... ese acuerdo—digo sin saber en dónde se encontrará, en el hay varias cláusulas que no deben ser leídas por nadie, algunas de ellas pueden causar un paro cardíaco al leerlos.

THIS IS MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora