Quieres la verdad

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Allí estábamos observándonos fijamente a los ojos.

Como si fuese absolutamente normal estar empotrada contra la pared por un mastodonte.

El fue el primero en hablar.

-Y bien...- pronunció frunciendo el seño.

Exhale sintiendo aún su cuerpo pegado al mío.

-primero, quítate- me removí incomoda.

Lentamente alejo su cuerpo del mío, sin quitarme la vista de encima, retrocedió un par de pasos y se dejó caer sobre un pequeño sofá, que no había visto con anterioridad.

-Todos pasamos por cosas en estos tiempos- contraataque, aun pegada a la pared- cosas que no todos quieren contar Daryl.

Fruncido los labios, con clara irritación.

-Dijiste que tenías razones para ocultar quien eres, para mentirnos a todos al respecto- tenso la mandíbula.

-Y las tengo- Dije cortante.

Se puso de pie como un resorte, invadiendo nuevamente mi espacio personal.

- Por si no lo has notado niña, al salir solos estoy confiando en que me cuidarías la espalda de ser necesario- se tomó el puente de la nariz.

-¡¡Y siquiera tengo la mas puta idea de quién mierda eres, tú nombre no es Santiago ¿o si?!!- exclamo fulminándome.

Rechine los dientes, el no tiene derecho a esto.

-Quieres saberlo-susurre conteniendo la furia- ¡¡Quieres!!- grite apretando los puños.

El sólo seguía mirándome fijamente a los ojos, nariz con nariz.

- Que crees que les hacen a las mujeres eh?- espete observándolo de forma inquisitiva.- ¡¡Dimee!! -aullé rabiosa.

Parpadeo algo atontado, casi oí como algo hacia clic en su cabeza hueca.

Torpemente trastabillo mirándome, tal y como se observa a un animal degollado con las tripas fuera, por primera vez.

A trompicones abandonó la habitación, huyendo de algo que el había reclamado saber.

Suspire

-La puta que me pario- susurre, llevando ambas manos al rostro para frotarlo con frustración.

El resto fue simple, tome una ducha de agua helada, me coloque ropa limpia y puse mi cuerpo sobre el colchón, para tratar de descansar.

Sueño------

Moler a golpes a Aarón no tubo un buen resultado, aunque disfrute cada segundo.

Con todo el estruendo que provocamos al rodar de un lado al otro y destrozar media cabaña, llamamos demasiado la atención, a tal punto que ingresaron estrepitosamente hombres de Hoolok y me separaron del cuerpo de ese desgraciado.

Sólo escuche a Mel gritar antes de que todo desapareciera a mi alrededor.

Desperté en un lugar muy húmedo, asquerosamente sucio y en completa oscuridad.

Parecía ser un sótano, pero gracias a la nula iluminación no podía ver mis manos a un palmo de distancia siquiera.

Juraría que podía oír a las ratas corretear a mi alrededor, una tubería goteando, el sonido de mi respiración agitada y el tintineo de las cadenas alrededor de mis muñecas sobre mi cabeza, con la sensación del húmedo suelo bajo mi espalda.

MI ESTUPIDO ANGEL(Daryl  y Sam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora