Capítulo 4

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Comencé a despertarme cuando escuché a el canto de unos pájaros en el alfeizar de mi ventana. Por instinto busqué la ropa con la que había venido pero al parecer las sirvientas se la habían llevado, por lo que tuve que usar el vestido que me habían dejado en lugar de mi antigua ropa, además de una bandeja con comida para que desayunara.

–Al menos se preocupan. –pensé con una pequeña sonrisa.

Desayuné pensando en Eros, ahora que debía quedarme en este reino a causa de la leyenda que parecía hablar de mí. Cuando terminé salí de la habitación para ver un poco el castillo donde ahora me alojaba, y también esperando toparme con el Rey o la Reina para comentar el ir a ver a mi amigo. Seguramente estaba preocupado. Caminé por el jardín trasero cuando un chico de cabello negro y ojos verdes me miró curioso y se acercó a mí.

–Es la primera vez que te veo en palacio, ¿Eres nueva? –me preguntó con una sonrisa.

–Sí, se supone que soy la que os ayudará con la "guerra" o algo así. –dije haciendo comillas con mis dedos.

–Vaya, es un honor conocer a la heroína que nos salvará. –sonrió con una sonrisa juguetona. –Me llamo Parzival Sparrow, un placer.

–Me llamo Elizabeth Jones, puedes decirme Lizbeth o Liz. –me presenté con una sonrisa.

–Encantado. ¿Y adónde ibas? Sino es mucho pedir.

–Quería ver el reino, para saber cómo es su gente y el lugar. –expliqué mientras ambos andábamos hacia el gran portón, los guardias lo abrieron al vernos y me hicieron una reverencia. También vi al guardia al cual casi ahorqué, él me miró desconfiado al igual que yo a él.

–Primero quiero presentarte a una amiga, ¿te parece bien? –asentí ante su pregunta. –Os llevareis bien, estoy seguro.

Mientras caminábamos por un sendero repleto de árboles y algunas flores, Parzival me comentó que él trabajaba cómo herrero para el Rey. Ahora se encontraba en palacio para un pedido de armas que le había pedido para sus soldados. Al parecer estaba preocupado por la guerra que se avecinaba y quería que sus hombres se pudieran proteger bien.

Estaba algo preocupada con la guerra que se acercaba. Nunca había estado en una y no quería participar, es más, no sé luchar. Pero todos parecían confiar en que los ayudaría con la guerra y no quería decepcionarlos, además de que posiblemente si me negaban me matarían. Eso era algo que no quería averiguar.

Llegamos al pueblo más cercano al castillo y anduvimos por las calles llenas de barro a causa de que por la noche había llovido. Varios aldeanos me miraban curiosos y otros extrañados, supuse que se había corrido la voz de que venía a ayudar, o que llamaba demasiado la atención con el vestido que me habían regalado sus majestades.

Atravesamos el pueblo y casi a las afueras había una cabaña, la cual me recordó a la de Eros, eso hizo que lo echara más de menos. Cuando nos paramos en su puerta, Parzival llamó con sus nudillos y esperamos a que nos abrieran la puerta. Escuché la voz de una chica seguida de unos pasos, y nos abrió la puerta con una sonrisa.

La chica era pelirroja con los ojos azules, y con la tez algo pálida. Nos dejó pasar mientras abrazaba a mi nuevo amigo con una sonrisa, parecía que se conocían desde hace mucho tiempo.

–Encantada, me llamo Dana Pendragon. –me dio la mano en modo de saludo. Noté que llevaba unos guantes de cuero hasta los codos, pese a que no hacía frío. Igualmente le di la mano y evité preguntarle, más adelante lo haría.

–Me llamo Elizabeth, pero puedes decirme Lizbeth o Liz. –dije con una sonrisa, sentí que esto ya lo había vivido antes. –¿Cuál es tú oficio, Dana?

Desmadre MedievalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora