Capítulo 14

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–¿Lo has entendido? –me preguntó Fred por enésima vez en sólo diez minutos. Él parecía algo preocupado y alterado. Sin embargo, Luna parecía divertirse con la situación.

–Déjala Frederick. Ella sabe lo que debe hacer, ¿cierto?

–Por supuesto. Sólo debo introducir las coordenadas que Fred me ha dicho, girando el bisel y luego presionando la corona. –repetí con desgana, todo lo que me habían explicado hace unas horas. –Sentiré un pequeño cosquilleo en todo el cuerpo pero es bueno, ya que indica que me estoy teletransportando a la época que quiero.

–Bien, pero hay más. –suspiré cansada, quería irme de una vez. –Si giras el bisel hacia la derecha irás a la época que quieras, si giras el bisel a la izquierda volverás automáticamente aquí. Y si primero giras la corona y luego giras el bisel hacia la derecha, se activará el comunicador y podremos hablar contigo.

–Entendido. ¿Me puedo ir ya? –pregunté desesperada, llevábamos una hora hablando de lo mismo.

–Sí, ya puedes. Ten cuidado, nosotros investigaremos todo lo que podamos sobre Alessa y James.

–Gracias, Luna.

Sonreí emocionada de poder regresar y caminé hacia la máquina, me metí en la cápsula que había creado, introduje las coordenadas en el reloj y luego giré el bisel, eché un último vistazo a ambos y sonreí antes de presionar la corona para empezar a sentir un cosquilleo.

Cerré los ojos por precaución y sentí como si empezara a flotar, era una sensación increíble hasta que noté como la gravedad hacía su papel. El cuerpo comenzó a pesarme para luego caer sobre algo, escuché un quejido y abrí los ojos viendo que había regresado.

Pude observar que me encontraba en mitad de un camino donde sólo veías árboles y alguna llanura con caballos salvajes, y a lo lejos lo que parecía ser un pueblo. Algo se movió debajo de mí, miré extrañada encontrándome con un hombre con armadura, ahí me di cuenta de que era un caballero. Me levanté de inmediato e intenté disculparme con el hombre pero me quedé en shock cuando vi quién era.

–¡El tuerto! –exclamé sorprendida, lo señalé con la mano mientras abría la boca por sorpresa.

–La bruja. –susurró asombrado. Se levantó con agilidad y se me quedó mirando, vi que seguía teniendo la cicatriz en su ojo. –Sabía que eras bruja, no lo niegues.

–Que manía. ¡Qué no soy bruja! –dije algo molesta pero divertida a la vez, ya extrañaba molestar a alguien. –No puedo hablar contigo, Dante. Debo ir a ver a la princesa Cassandra cuanto antes.

–Qué casualidad, yo debo ir también. –sonrió con aires de superioridad. –¿Tú a qué vas?

–Es una historia larga, sólo diré que a reclamar lo que es mío.

–Interesante, Lady Jones.

Dante, como buen caballero que era, me acompañó lo que restaba de camino hasta el palacio. Me contó que él llevaba un pergamino donde hacían una tregua durante unos días, la batalla era lo más importante en estos momentos y ambos reinos decidieron aliarse antes de perder a sus hombres y ciudadanos.

Íbamos a atravesar el pueblo y pude darme cuenta de que a las afueras del reino habían construido una albacara; era un recinto amurallado simple para guarecer tropas temporalmente, aldeanos o ganado. También habían pocas cosas en su interior, tan sólo aljibes, abrevaderos y poco más.

Dante me contó que era como una pequeña tropa para frenar el ataque enemigo en caso de que el otro reino atacara, cosa que no pasó, por suerte. Llegamos al castillo ante la sorpresa de todos los soldados que habían vigilando. Dante fue quién entró primero ya que él era el que debía llevar el mensaje. Esperé fuera de la sala del trono y sólo escuché la voz de la Reina y la de la princesa, al parecer el Rey estaba en la avanzadilla con sus soldados, según me había contado uno de los guardias que pasaba por el pasillo.

–Majestades, me he encontrado con una cosa que tal vez os guste. –escuché lo que Dante dijo.

Espera. ¿Me había dicho "cosa"?

Entré en la sala interrumpiendo la reunión, mis amigos que estaban presentes y la princesa se levantaron de sus asientos para verme asombrados. Antes de que pudiera reclamar a Dante lo que me había llamado, todos vinieron a abrazarme entre risas hasta que la princesa me abrazó con una sonrisa.

–Me preocupé mucho al ver que no regresaste. –me susurró en el oído. Se separó de mí pero aún me tenía cogida por los brazos. –¿Qué sucedió?

–Una historia larga, luego os cuento. –todos asintieron conformes, tenían una sonrisa que nadie se la podía borrar. Miré a Dante, y es cuando le reclamé. –¿¡Cómo es que me llamas "cosa"!?

–Es lo que eres, una cosa molesta.

–¡Pero serás! –gruñí apretando los puños pero con una sonrisa divertida.

Dante se despidió de todos y abandonó el palacio para ir al pueblo dónde se alojaría en una posada. La Reina se despidió de nosotros abandonando la sala, ahí es cuando fuimos a sentarnos en una de las largas mesas para contar todo lo que me había ocurrido. Mis amigos se sorprendieron bastante sobre lo que les contaba, claro que eliminé algunas cosas que no eran tan relevantes.

–¡Ah sí! No he avisado de que he llegado bien. –activé el comunicador, tal y como me lo dijeron.

Todos se sobresaltaron al escuchar los extraños ruidos que hacía el reloj, algunos se levantaron para alejarse un poco y no se acercaron hasta que tomaron confianza.

–¿Lizbeth?--escuché a Luna, algo entrecortada por la señal.

–Sí, estoy aquí. –todos tenían rostros llenos de sorpresa. –He llegado bien, estoy con ellos.

–Me alegra, hemos averiguado algo sobre Alessa y James. Al parecer trabajan para la organización Focus. Según la información que hemos conseguido están en la misma época que tú, y sus planes son atacar pasado mañana. –explicó Fred con un tono de voz frustrado.

–No te preocupes, los detendremos. Cuando lo hagamos, ¿Qué hago con ellos? –pregunté algo confusa.

–Mandaremos a uno de nuestros Viajeros para que los recojan. –respondió Luna con serenidad. –Te dejamos, tenemos que vigilar a tus amigos.

–Adiós. –apagué el reloj, y me quedé mirando a mis amigos. –¿Qué?

–¿Qué es? –Parzival tocó el reloj, pero retiró la mano enseguida. –Está frío y duro.

–Es un reloj, sirve para saber la hora. Bueno, este tiene más cosas pero no es importante que lo sepáis.

Estuvimos hablando durante un rato más hasta que nos despedimos para irnos cada uno a nuestro hogar, aunque yo viviera en el castillo. Dana se resistía a dejarme pero Parzival consiguió hacer que desistiera con su idea de secuestrarme para estar conmigo. Al parecer me extrañó mucho. Amelia se quedaría en una habitación de invitados al igual que Eros, dado que ambos no podían viajar al ser tan tarde, algo que puso celosa a Dana y pensó en quemar su casa para quedarse también, algo que Parzival no permitiría.

La princesa Cassandra me acompañó hasta mi dormitorio, íbamos en silencio y sólo escuchábamos el pulular de los búhos o las pisadas de los soldados en su turno de guardia, así como algunos murmullos de estos. Al llegar a mi puerta nos miramos sin saber qué decir, pensé en comentarle que me atraía pero tal vez no era el mejor momento ni lugar, así que decidí quedarme en silencio.

–Me alegra que hayas regresado, me había preocupado mucho.

–Yo me alegro también de regresar, me sentía extraña en mi mundo. Por lo que veo parece que sí me quieres. –sonreí con picardía. –Creí que te caía mal y que era una inútil.

Su rostro se enrojeció, empecé a reírme al ver la cara que había puesto al decirle aquello. Seguí riéndome hasta que sentí como cogió mi cara para acercarme a la suya, y me calló con un beso; ahora fue mi turno de sonrojarme. No sabía como reaccionar, por lo que solo me dejé llevar y coloqué mis manos en sus hombros al mismo tiempo que cerré los ojos.

Cuando se separó de mí nos quedamos mirándonos con los rostros sonrojados, ninguna sabía qué decir después de eso. Y antes de que pudiera decir algo, Cassandra se despidió de mí y se marchó a su dormitorio, en silencio entré a mis aposentos para cambiarme de ropa y descansar después de un día bastante ajetreado.

La verdad es que no me esperaba eso de la princesa, quién diría que ella me besaría la primera.

Desmadre MedievalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora