–¿En serio tengo que ir? –pregunté asqueada por la situación, miré a los reyes esperanzada de que negaran pero ambos asintieron, mientras que Sofía me suplicaba con la mirada. –Hay personas más capaces.
–Lo sabemos. Pero eres la elegida para salvarnos, empieza por salvar a mi hija. –comentó el Rey.
–Me está tocando las narices eso de ser la elegida, es muy cansino. –me quejé aunque no sirviera de mucho. –De acuerdo. Iré a salvar a la gruñona de vuestra hija, ¿Quién me acompañará?
–Irás con Parzival y Dana, ambos son capaces.
–¿Ellos? Parzival tiene un pase porque es herrero y algo debe de saber sobre luchar, pero ¿Dana? Ella no mata ni a una mosca.
–Ten fe en ellos. –sonrió la Reina.
–De acuerdo, regresaré con la princesa Cassandra. –me despedí haciendo una pequeña reverencia, y salí de la sala del trono.
La situación era la siguiente, al parecer tendría que ir yo a rescatar a la princesa dado que era la elegida para salvarles. Siempre pensé que tendría que ir algún príncipe o algún caballero a salvarla, no una chica que venía del futuro y que no sabía cómo usar una espada. También me comentaron que los soldados debían estar presentes en el castillo ya que parecían haber avistado al ejército del reino enemigo por la frontera entre ambos reinos.
Caminé hacia el portón principal mientras pensaba en algún plan para salvar a la princesa gruñona pero no se me ocurría nada, en las películas lo hacían ver todo muy fácil cuando en realidad no era así. Llegué al portón encontrándome con Parzival y Dana, ambos con sus armas preferidas y sus caballos con alforjas con provisiones.
Suspiré imaginándome el reencuentro. Estaba segura que Cassandra me gritaría de que era yo la que la había salvado en vez de un brillante príncipe en su caballo blanco. Que Dios se apiade del alma que se case con esa mujer.
Monté en el caballo que había preparado para mí y comenzamos a cabalgar lejos del castillo. Atravesamos el pueblo y todos los habitantes me desearon suerte, eso hizo que me diera un poco de ánimos y pensara que era posible rescatar a la princesa.
–¿Falta mucho? –preguntó Dana a los diez minutos de partir.
–¿En serio? Acabamos de salir, ¿Qué esperas? ¿Qué esté nada más salir del castillo? –pregunté con cierta ironía.
–Pues ojalá.
–Calma pequeñas damas. –dijo Parzival sonriente. –Ya que vamos a ir juntos es mejor ir en buena armonía.
–Si tú lo dices. –miré hacia atrás y observé cómo el castillo se iba haciendo cada vez más pequeño, hasta que lo perdí de vista.
Continuamos caminando por un estrecho sendero haciendo que se nos dificultara el paso debido a los extensos arbustos y raíces que sobresalían del suelo pero por suerte conseguimos atravesar el camino sin ningún problema.
Llegamos a un pueblo dónde preguntamos sobre el dragón, los aldeanos bastante asustados nos dijeron que sí y nos dijeron la dirección por la que se había marchado, e incluso nos ofrecieron algo de alimento para nuestro viaje.
Íbamos observando el paisaje cuando escuchamos un ruido que provenía de los matorrales. Rápidamente nos bajamos de los caballos y nos preparamos con nuestras armas en las manos; Parzival y yo con las espadas, y Dana con su arco.
–¿Será algún animal? –pregunté con cierto temor.
–O algún soldado enemigo, ya hemos entrado en el reino enemigo. –susurró mi amigo, sujetando el mango de su espada con fuerza.
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Desmadre Medieval
Teen FictionLizbeth Jones estudia para ser arqueóloga, su sueño desde que era pequeña. En su universidad deciden hacer un viaje a un pequeño pueblo rural, donde hay varias excavaciones de gran importancia. Un día todo eso cambia. Sin saber cómo ni por qué, ell...