SINNER
Vivir con su madre era un caos, sin embargo podía soportarlo gracias al tierno niño rubio que había llegado como ángel a su vida.
Para Verónica él era un ángel aunque Billie dijera lo contrario y tratara de asustarla con su historia del anticristo.
Regresaba de la escuela después de un insoportable día. Sólo deseaba aventar su mochila y correr hacia el cuarto de Michael para jugar con él hasta que el sol se ocultara.
Miró la sala y se extraño al notar que las cosas seguían igual de intactas desde su partida en la mañana. Los platos sucios en el fregadero.
-¿Constance?-llamó subiendo las escaleras.
Ella no le decía madre a la rubia. La detestaba por como había tratado a Addy.
-¿Michael?-empujó la puerta y vio a un joven apuesto sentado en la cama de su pequeño.
-Ronnie.-sonrió con ternura y corrió hacia ella abrazándola.
Verónica se encontraba en trance. Aquel precioso hombre la abrazaba con fuerza y ella no paraba de pensar que demonios había sucedido con el niño que apenas una noche atrás era una cosa pequeñita.
Al separarse jaló la mano de la joven y la llevó hasta la cama.
-¿Quieres jugar?-alzó el control sin perder la sonrisa de su jovial rostro.
-Michael.-se aclaró la garganta. Necesitaba un vaso de agua.-Cariño, ¿dónde esta tu abuela?
-Salió.-dijo y tomó asiento junto a la joven rubia.
El colchón se sumió ante su peso y causó que Ronnie cayera sobre él. Michael la sostuvo en sus brazos y la estrechó de nuevo.
Para la rubia aquello era perturbador. Y no se refería al acelerado crecimiento de su sobrino, lo que pensaba era demasiado sucio. ¡Era un niño!...y su sobrino, el hijo de su amado hermano muerto.
Sintió un repentino calor y deseo recorriendo cada fibra de su cuerpo.
Lo mejor sería escapar de los fuertes brazos que la sostenían, sin embargo no podía. Anhelaba con ansias sentir esas grandes manos apretando su cuerpo y presionando su cuello mientras era embestida con fuerza.
Si vista se nublo y mordió su labio aguantando un gemido. Se removió incómoda y como pudo escapó de su sobrino.
Los días pasaban y ella evitaba estar sola con Michael. Cada vez que éste la buscan ella alegaba y buscaba un pretexto, aunque fuera demasiado banal.
Sin embargo no podía evitar tocarse por las noches imaginando que eran los dedos del rubio que la estimulaban. Cuando terminaba, aún sollozando por el dolor en su hinchado sexo rezaba a Dios por su perdón ante la extrema lujuria que sentía por un niño.
Constance había salido esa tarde. Quería alejarse de los dos problemáticos adolescentes que tenía en casa. Verónica sabía que su madre no regresaría hasta la mañana siguiente.
Ella creyó haber cerrado la puerta de su habitación con seguro antes de desprenderse de sus ropas y comenzar a estimularse. Pasaba sus manos por sus pechos, pellizcando los pezones erectos y soltando gemidos, de vez en cuando el nombre de su sobrino salía de sus labios perdiéndose entre las paredes.
Sintió una profunda mirada quemando en su piel y al abrir los ojos descubrió al rubio, parado en la entrada del cuarto. Su cabeza estaba ligeramente inclinada y sus pupilas dilatadas.
La rubia jaló rápidamente la sábana intentando cubrir su desnudo cuerpo.
-Michael.-pronunció con la respiración agitada.
Estaba asustada y temía que el chico le contara a su abuela. Cerró los ojos al imaginar lo que Constance le haría si se enteraba de la situación.
Mordió su labio inferior al sentir leves caricias en su hombro. Un pequeño gemido salió de sus labios cuando aquellos inexpertos y temblorosos dedos recorrieron su cuello y de un tirón arrancaron la delgada sábana dejándola expuesta.
-¿Podo tocarte como tú lo hacías?-su tierna voz la hizo abrir sus ojos y encontrarse con la cara de Michael demasiado cerca.
Observó cada detalle del rostro de su sobrino. Los deliciosos rizos rubios, esos carnosos labios rosados entreabiertos, los pómulos y mandíbula marcada, sin dejar atrás los profundos orbes azules.
Estampó sus labios en los del niño jalando de su cabello.
-Promete que tu abuela no va a enterarse de esto.-pidió tomándolo de sus anchos hombros.-Será nuestro secreto.
-Lo prometo.-sonrió e instantáneamente fue despojado de su camisa.
La rubia se levantó de la cama, tragó saliva al sentirse pequeña por la altura de Michael, sin embargo él no puso resistencia cuando fue obligado a sentarse en el colchón.
-Puedes tocarme.-dijo Verónica deseosa de sentir las grandes manos del rubio sobre ella. Presionando su piel y dejando marcas rojas.
Michael alzó su mano despacio desesperando a su tía, quien sin descaro tomó su mano y la colocó sobre su pecho izquierdo.
Ella no esperaba mucho del rubio, apenas unas semanas atrás había envejecido una década, sin embargo aún tenía la mentalidad de un niño.
Con desesperación desabrochó los pantalones de mezclilla de Michael y los bajó junto a su ropa interior.
Su boca se le hizo agua al contemplar la gran hombría de su sobrino.
Tomó la virilidad entre sus manos y comenzó a acariciarlo, despertándolo y esto causó que su tamaño aumentará.
Los ojos le brillaron de deseo. Le dio una última mirada al chico antes de inclinar su cabeza y pasar su lengua de abajo hacia arriba por el largo pene.
Los gemidos de Michael la alentaron y metió el miembro en su boca. Las caderas del rubio se alzaron Embistiéndola.
Cuando sintió los espasmos del joven supo que estaba por llegar a su orgasmo.Verónica alzó la mirada para observar como las facciones se contraían, apretando las sabanas y dejando salir todo su semen sobre ella, bañándola en la sustancia pegajosa.
Ella pasó la lengua por sus labios saboreando el espeso líquido.
Se levantó sintiendo ardor en sus rodillas, sin embargo no le importó. Ver la cara de Michael después de su primer orgasmo valía la pena.
Gateó sobre la cama y se sentó en cima de él, rozando su sexo con el pene de su sobrino.
-Tócame Michael.-pidió desesperada.
El inexperto chico pasó sus manos por ambas piernas de su tía, que estaban a cada lado de sus caderas. Giró su cuerpo dejando a la rubia debajo de él.
Michael no perdió su virginidad aquella noche, pero si la siguiente. Ambos rubios tenían furtivos encuentros cuando la matriarca Langdon salía de la casa.
Tocándose y consumiendose entre la pasión y el deseo que los quemaba.Verónica ya había aceptado que se iría al infierno por haber implantado lujuria en un inocente niño, además de ser su sobrino, sin embargo no sabía que su cuerpo ya le pertenecía al anticristo por toda la eternidad.
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ONE SHOTS (CODY FERN)
FanfictionHistorias cortas de la nueva sensación del momento en el mundo de AHS