Megan era una chica diferente al resto, jamás tuvo padres amorosos, ni mejores amigas para aconsejarse de cosas de chicas. Su vida fue dura y con una gran devoción hacia el diablo.Parecía la única feliz por el apocalipsis, por fin el mundo que la rodeaba se había ido al carajo. Ya no existían reglas, el caos ganó.
Su estancia en el refugio era de lo más infeliz. Tener que convivir con esas personas le daba náuseas, sobre todo si se trataba de Coco. Quería lanzarse sobre ella y arrancarle la lengua para que dejara de hablar.
Presenciar aquella situación era difícil. Las únicas ocasiones en las que se reunía con los demás era para desayunar, almorzar y cenar, de lo contrario pasaba el tiempo en su cuarto, en la biblioteca o explorando el búnker.
— ¿A quién esperamos? – cuestionó con la poca paciencia que le quedaba. La impuntualidad no era una de sus virtudes y odiaba que la hicieran esperar.
Nadie respondió y gracias al silencio pudo escuchar las fuertes pisadas de alguien acercarse.
Se giró en dirección al pasillo descubriendo al imponente hombre que caminaba con elegancia y autoridad hacia Venable.
Basto con una mirada para intimidar a la mujer y hacerla retroceder. Quizás eso llamó la atención de Megan.Se dedicó a escuchar las palabras que salían de su boca, observó cada detalle del señor Langdon. Era muy caliente, demasiado. Estar en abstinencia sexual era lo peor del apocalipsis, de cualquier manera no había de donde escoger en el refugio, salvo el rubio que acababa de llegar.
Gallant le había hechado el ojo apenas lo vio entrar, pero no se lo dejaría fácil. ¿Quién prefería un hombre sin chiste como era el estilista a una mujer tan apasionada como ella?
Incluso había descubierto a André y a Timothy mirando su escote. Era difícil resistirse a sus encantos.
— Yo quiero ser la última. – pronunció después de las apresuradas peticiones de Gallant. Esto le hizo ganarse la mirada del rubio fresa. Sus ojos estaban conectados y un aura sexual los envolvió.
Al término de la reunión se alejó dejando a Evie contando una de sus estúpidas anécdotas que lograban aburrirla.
Algunos días pasaron, con hechos extraños que hacían a Megan entretenerse. Odiaba la monotonía y ver como las cosas cambiaban poniendo a prueba las reglas del lugar le agradaba.
Por fin su turno llegó, no le importaba ir después de los grises, no era Coco para creerse superior, además eso le daba tiempo de estudiar las caras de los entrevistados e indagar sobre el cuestionario.
Las puertas se abrieron por sí solas, las miró por unos segundos hasta que el rubio se aclaró la garganta. Megan rodó los ojos por la impertinencia y entró.
Los esponjados vestidos no eran lo suyo, así que con ayuda de Mallory los arregló a su manera.
— Señorita Culpepper. – pronunció mostrando confusión al leer el archivo y con su mano le indicó que tomara asiento.
— Oh no, esa era mi madre. Sólo Megan. – pidió y empujó la silla para acomodarse mejor.
Michael alzó una ceja y sonrió con sorna. La chica le causaba bastante curiosidad, destacaba de entre todos por más apartada que estuviera.
— Entonces, Megan, si das vueltas, lo sabré. Si mientes, lo sabré y si intentas engañarme lo sabre, se terminará la entrevista y morirás aquí dolorosamente. ¿Está claro?
La pelinegra alzó sus hombros mostrando desdén.
— De todas maneras que ganó con mentir. Es aburrido. La verdad muestra lo que eres.
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ONE SHOTS (CODY FERN)
Fiksi PenggemarHistorias cortas de la nueva sensación del momento en el mundo de AHS