Desde la ventana la veía caminar todas las tardes cuando regresaba de la escuela. No había visto a una chica más hermosa que ella, la manera en que sonreía y sus ojos se achicaban era lo más fascinante de contemplar.Tenía miedo de hablarle, él no dejaba de ser un niño asustadizo que temía a los rechazos, sin embargo verla ese día lo hizo arriesgarse.
La pelirroja caminaba tranquilamente, su vestido azul con pequeñas flores amarillas hacían resaltar su piel, la falda de la prenda se levantaba a cada paso que daba y su cabello se movía al compás del viento. Ella realmente parecía un ángel a los ojos de Michael.
— Hola.–se acercó deteniéndola.
Ginger se llevó una mano al corazón y se rió para aliviar el susto.
— Lo siento.–se disculpó el rubio viéndola con miedo.
— Está bien, cariño.–le sonrió con dulzura. — ¿Necesitas algo?
Ante los ojos de la pelirroja, Michael lucía como un pequeño niño con alguna discapacidad mental, no encontraba otra razón para la inmadurez del rubio.
— Te he visto todas las tardes.–comentó jugando con sus manos. — ¿Quieres jugar conmigo?
Ginger rió de manera burlona y mordió su labio.
— Lo siento. Tengo bastantes cosas que hacer.–se excusó. — Quizás otro día.
Depositó un beso en la mejilla del chico y se alejó de la misma manera en que llegó. Moviéndose con la delicadeza de un cisne.
El rubio suspiró viéndola desaparecer por la calle, ingresó en su hogar antes de que la noche llegara y los fantasmas comenzaran a molestar.
Cada día, antes de la hora preestablecida, Michael iba al patio de su antigua casa y cortaba una rosa de los tantos rosales plantados por su abuela y esperaba a la pelirroja.
Está vez vio una paloma en la ventana y no dudo en matarla, cortó la rosa y se dedicó a esperar por la aparición de la joven.
— Hola.–saludó manteniendo las manos detrás de su espalda.
— Michael.–Ginger lo saludó por cortesía, comenzaba a hartarse del rubio.
— Te tengo una sorpresa.–sonrió y mostró el pequeño animal que mantenía escondido.
Ginger emitió un grito y avento el obsequio de Michael. Lo miró con miedo y comenzó a alejarse.
— Estás demente. ¡Alejate de mi!–salió corriendo dejando a un chico con el corazón roto.
Para Michael no fue fácil alejarse de la pelirroja. No lo asimilaba y la seguía a los lugares que iba, mataba a cada chico que se le acercaba.
Estaba obsesionado con ella y la quería sólo para él.
Cuando llegó el momento de irse con la señora Mead se prometió regresar por Ginger, esa chica tenía que ser de él.
Cada día pensaba en ella y en su sonrisa, en cómo el sol iluminaba su rostro haciendo que sus ojos brillaran con intensidad.
— Ahora que ya estamos preparados para el apocalipsis, ¿necesitas algo más?–cuestionó Mutt con el teléfono en mano para pedir pollo frito.
— Una camioneta.–dijo viendo la lista de nombres en cada refugio. — Hay una chica. La quiero a salvo.
— Podemos mandar a alguien y que la pongan en uno de los refugios, ¿qué tal el oupost 3?
Michael se giró hacia ellos dedicándole una mirada dura.
— O una camioneta está bien.–añadió el rubio alzando las manos en son de paz.
Él asintió complacido y fue hacia donde le indicaron. Las calles aún no se volvían un caos, todavía no anunciaban la desgracia.
Se detuvo en la casa de los crímenes y la contemplo por unos segundos, todos esos fantasmas se irían al carajo. Volvió su curso hasta detenerse en la pintoresca casa del vecindario.
Tocó la puerta con delicadeza, está vez no planeaba asustar a su amada. La quería con él sana y salva. Su desesperación incremento cuando nadie respondía y alzó su mano quitándole el seguro a la puerta. Ingresó en el domicilio con tranquilidad hasta que escucho ruidos en la segunda planta, a medida que se acercaba los gemidos aumentaban. Era la dulce voz de la pelirroja.
Repitió la acción al abrir la puerta encontrándose con una escena desagradable.
Un chico encima de su amada, mientras ella se regocijaba de placer.Apretó la quijada endureciendo sus facciones.
— ¿Te diviertes, Ginger?–su profunda y ronca voz hizo que ambos jóvenes se separaran.
— ¿Quién demonios eres tú?–increpó el chico mientras recogía su ropa interior.
— Creí haberte dicho que te alejaras de mi.–reclamó la pelirroja cubriendo su cuerpo con la sábana.
Michael acercó sus pasos al joven, observó su rostro con determinación analizando cada parte de él.
— ¿Qué le ves?–cuestionó sin dejar de analizar al chico. — No es más guapo que yo, ni alto, ni rubio, no tiene ojos azules.
— ¡Estás enfermo!–gritó Ginger levantándose de la cama.
— No lo estoy, sólo no lograba acoplarme a este cuerpo, por eso actuaba así.–explicó dejando aún más confundida a la chica. — De todas maneras, vístete. Nos vamos.
Se dio media vuelta para darle espacio.
— Ella no irá irá ningún lado.–demandó el desconocido.
— ¿Quién me lo impedirá, tú?–se burló. — No eres más que un tonto niño asustadizo que cree en Dios.
Robert, se abalanzó sobre Michael, sin embargo una fuerza sobre humana lo arrojó sobre una de las paredes.
Ginger emitió un grito y quiso auxiliar a su novio, sin embargo Michael la tomó de la mano.
— ¿Sabes qué me hace especial a él?–sus manos presionaron el cuerpo de la pelirroja. — Que soy el maldito anticristo.
Alzó su mano derecha y luego la cerró haciendo que la cabeza del chico explotara. La pelirroja gritó al contemplar la escena e intentó escapar, pero los fuertes brazos de Michael la retuvieron dejando su espalda pegada al pecho del rubio. Él aspiró el dulce olor que emanaba del cabello de Giger y sonrió apretandola.
— Estaremos juntos.–prometió sintiendo las lágrimas que caían del rostro de la pelirroja.
El apocalipsis causó caos por todo el mundo, los que sobrevivieron a la explosión eran masacrados por caníbales la radiación los consumía lentamente.
Habían llegado al oupost 3, para destruirlo como los demás refugios.
— Deja de llorar Ginger.–Michael golpeó el escritorio causando que la chica diera un brinco en su lugar. — Me estoy hartando de esta situación.
— ¿Por qué no la ayudaste?–reprochó limpiando su nariz. — Sólo quería acabar con la miseria de su hijo.
— ¿Ayudarla?–rió con burla y se levantó de su asiento. — Yo fui quien causó eso, no lo olvides.
— No lo hago.–pronunció con dureza. Pasó sus manos por su cara limpiando el rastro de lágrimas. — Debiste dejarme morir al igual que los demás.
— Si continúas de esa manera lo haré.–amenazó avanzando hacia ella. Tomó su cuello entre su mano derecha. — Te echaré a la suerte para que los caníbales vengan, te violen y te coman.
Ginger se apartó con brusquedad mientras soltaba una risa amarga.
— ¿No es lo qué tu haces?–acusó temblando en su lugar. — Me violas, me usas para tus rituales satánicos, soy tu maldita muñeca.
— Traté de darte lo mejor. Te ofrecí mi amor y lo tiraste a la basura. Te burlaste de mi.–recordó el rubio con sus ojos empañados. — Te amo, pero no iba permitir que jugaras conmigo de esa manera. No olvides a quien le perteneces.
Agarró la mandíbula de la pelirroja y la besó a la fuerza dejando en claro que jamás la dejaría.
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ONE SHOTS (CODY FERN)
FanficHistorias cortas de la nueva sensación del momento en el mundo de AHS