5.

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Su piso era todo un lujo. Pero claro, ¿Que no era un lujo para Marie?
Era un lugar acogedor y rústico, de todas formas aquello no le hacía perder la elegancia. Solo tenía una planta pero pasillos y habitaciones se divisaban en todas partes. No era una mansión, para nada, pero mucho más a lo que aspiraba ella en la vida.

Le hubiese gustado descubrir el enorme piso a su gusto pero una mano latiendo en su espalda baja le recordó porque estaba allí.
El profesor Jung, que a partir de ahora se iba obligar a pensar en él como YoonOh. A contraposición de lo que pensaba no la atacó en seguida, en vez de eso la dejó ir tranquilamente y caminó hacia una habitación sin puerta, cuando le siguió descubrió que era la cocina.

Se giró con actitud relajada. No parecía el mismo hombre que le impartía clases y era temido en toda la universidad. Allí se dió cuenta de cómo de joven parecía, su ceño fruncido y voz imperativa lo envejecían considerablemente.

-¿Quieres tomar algo?- Marie recorrió la cocina, pequeña a comparación de la sala, mientras pensaba en su respuesta. Era sumamente indecisa a la hora de elegir, sobretodo a la hora de comer, en especial ahora que normalmente no tenía para elegir.- ¿Un té o café quizás? Te ofrecería alcohol pero no tienes pinta de beber.

Se sorprendió por el tono humorístico que usó, se giró a mirarlo directamente con ojos abiertos. Su rostro sin expresión alguna de estar haciendo un chiste, así que pensó que debía estar burlándose de ella.

-¡Yo sí bebo! De echo seguramente me emborraché con menos edad que tú.- Saltó a la defensiva.

-¿Estarías orgullosa de eso?- Encaró una ceja.

Estuvo apunto de justificarse pero vió menos significativo para su orgullo seguir con su actitud infantil.

-Sip.- Y se cruzó de brazos. Él seguía con la ceja alzada, irónicamente.

-¿Entonces quieres alcohol?

-Nop.- Y miró al frente. Fue cuando su mirada topó con un cesta de mimbre con naranjas dentro, al lado una exprimidora.- ¿Zumo de naranja?

-¿Quieres?- Asintió y lo vió acercarse al lugar para prepararse lo.

Se puso de pie y se colocó a su lado con los antebrazos reposados en el mármol, aguantando el peso de su cuerpo echado hacia delante.
Cuando presionó la fruta en el instrumento de cocina y un pequeño chorro naranja salió ella se empapó del olor. Casi sonríe. Cuánto haría que no bebía un zumo de naranja. Desde que se había venido a Seoul ha estudiar seguramente.

Cuando llevaba la mitad del vaso exprimido, y a pesar de que secretamente estaba disfrutando de sus músculos trabajando, le pidió si podía acabarlo ella. Él le cedió el lugar, ahora fue su turno de observarla exprimir una tonta naranja con una aún más tonta sonrisa entre mejillas. Era bonita.

-¿Tanto te gusta el zumo de naranja que le sonríes?- Se sorprendió y ruborizó.

-Es que me trae recuerdos de antes de vivir aquí.- Su silencio y mirada atenta la invitaron a continuar.- Yo vivía con mi familia, a veces mi abuela compraba demasiada fruta y nos daba a nosotros la gran mayoría, cuando eso pasaba mi madre y yo desayunábamos zumo de naranja por días. Pero no me cansaba, es mi favorito.

El zumo estaba listo, cogió el vaso y se lo lleno casi hasta rebosar, bebió del borde con cuidado para no armar un desastre, cuando estuvo fuera de peligro con el nivel del líquido a un centímetro lejos del borde lo dejo en la mesa. YoonOh solo la observaba sentado desde un taburete. Con un poco más de confianza ella hizo lo mismo, delante de él.

-¿Puedo preguntarte por tu país?

-¿España?- Asintió. -Bueno yo soy de un pueblo cerca de Barcelona, amo mi ciudad, es muy bonita. Más que Seoul pero no puedo decir eso aquí.

•mr.jung•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora