10.

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Consiguió dormirse a eso de las siete de la mañana, despertó a las tres del mediodía del sábado.

Miró el móvil, un mensaje de Johnny preguntádole si había llegado bien a casa.

Ninguno de YoonOh.
Se sintió entre agradecida y decepcionada.

Sus labios hormigueando ante el recuerdo de la noche pasada. Lágrimas silenciosas escurriéndose de nuevo.

¿Cómo había dejado que pasase? ¿Cuando había pasado? Había sido realmente estúpida por dejar que pasara y además sin darse cuenta.

Le gustaba YoonOh, no iba a negárselo, era algo obvio si tenía ganas de llorar solo por pensar en él.

El dolor punzante en su estómago la hizo encogerse debajo de las mantas.

Normalmente se sentía emocionada cuando le gustaba alguien, siempre había sido romántica y abierta a relaciones estables. Nunca le había dolido, no desde el principio de la relación y de aquella manera.

Pero el problema radicaba ahí, en la relación que tenían. Ella era literalmente su puta, él la pagaba por sexo. Podría culpar a YoonOh si él la hubiese ilusionado en algún momento, pero no era el caso, él solo quería sexo y aquello es todo lo que le había dado. Sexo. Nada más.

Se abrazó a sí misma. ¿Cómo de bajo había caído? Vendiéndose de aquella manera a un profesor de su universidad y además pillarse por él.

Entendió que lo más sano era buscar un nuevo trabajo y alejarse todo lo posible de YoonOh. Pataleó como una niña pequeña. Un sabor amargo se instaló en su boca, un sentimiento que no recordaba desde hacía ya tiempo volviendo a pasearse por su cabeza.

Odio, no un odio cualquiera, se odió a sí misma. Trató de proyectar aquel odio contra YoonOh, por ponerla en aquella situación, no pudo.
Él la había tratado con cuidado, nunca la había obligado a nada, él solo le propuso algo y ella aceptó más gustosa de lo que debería.

Sí, la necesidad económica había sido un gran motor para su decisión, pero no podía echarle la culpa a eso cuando en aquel preciso momento quería ser consolada y mimada por el hombre.

Si hubiese sido diferente, si ella no pasase hambre y si él no fuese un catedrático Marie sabia que se hubiese lanzado a sus brazos igualmente.

Pero ahora se sentía tan sucia, tan incorrecta y desubicada que no pudo hacer más que dejar esparcir el odio por sus venas.

Lloró en la ducha y siguió llorando durante todo el fin de semana. Y a pesar de no haber echo prácticamente nada más que eso, el domingo por la noche cayó dormida nada más posar la cabeza en la almohada.

Cuando la alarma sonó se sentía más fresca mentalmente, pudiendo pensar con más claridad tomó la decisión.

Ella era lo primero, si seguía con YoonOh iba a acabar lastimada, más de lo que ya estaba. Hablaría con él en la universidad y cortaría por lo sano.

O eso había planeado.

Cuando a segunda hora no lo vio entrar por la puerta y otra catedrática les avisó que podían irse a casa empezó a preocuparse.

Se acercó a la mujer de mediana edad que les había dado el permiso.

-Perdone pero... ¿Podría saber porque no ha venido el profesor Jung?- La miró de arriba abajo.- Es que tenía que hablar con él. Me preguntaba si vendrá más tarde.- Se excusó rápidamente y tartamudeando.

-No lo creo señorita, el señor Jung ha sufrido un accidente de tráfico.- Allí dejó de escuchar.- Tengo entendido que faltará por un tiempo, pero mañana ya tendrán substituto.

•mr.jung•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora