9.

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Se miró al espejo.
Aunque echaba de menos su cuerpo más curvado y gordito no tuvo pudor en admitirse así misma que se veía realmente bien.

La hermana de John había sido más que considerada prestándole el mejor vestido de fiesta que tenía, y no conforme con eso se había encabezado en maquillarla, tal como Johnny había predecido.

Había echo un excelente trabajo, estaba realmente deslumbrante.

-Porque eres mi mejor amiga que si no trataría de ligar contigo. Mujer estás preciosa.

-Deja de piropearme y vámonos antes de que me lo piense.

Se subieron en el coche de los padres de Johnny, y él condujo con calma como todo lo que hacía.

Nada más bajarse fueron recibidos por Chittaphon y otro chico que nunca había visto. Saludaron primero a John.

-¡Yuta, tiempo sin verte!- Exclamó su amigo. Mientras tanto Chittaphon la saludaba con un confiado abrazo.- Déjame que os presente. Él es Yuta, japonés. Yuta, ella es mi mejor amiga Marie, de Argentina.

-Vete a la mierda. No le hagas caso, soy de España. -Yuta sonrió ancho y sincero, dándole una pequeña inclinación de cabeza a la cual ella respondió de igual manera.

-Entremos ya que los demás están dentro.- Chittaphon los empujó hasta la entrada.

Las luces y la música alta la abrumaron en un principio, pero el sentimiento de anticipación a la diversión que podía tener aquella noche llegó pronto. Era un club para mayores de edad, ella no lo era aún en Corea pero había sido colada por un guardaespaldas amigo del Thailandes.

Por decirlo de alguna manera, era la única adolescente del lugar, y menos mal que no lo parecía, porque no hubiese soportado miradas de extraños encima todo el tiempo.
Una vez en la barra se encontraron con otros chicos y chicas que conocían de la universidad, Marie no podía considerarse amiga de casi nadie pero si se llevaba bien con la mayoría por lo que no fue incómodo.

Pronto estuvieron bebiendo. No pretendió emborracharse, pero Yuta ofreciéndole hacer una ronda de chupitos fue una tentación a la que no pudo contenerse.

El japonés era simpático, era todo sonrisas, chistes y emoción. No supo en qué momento la simpatía y amabilidad pasaron a ser coqueteo.
El alcohol en sus venas y el atractivo del japonés la empujaron a dejarse arrastrar hasta la pista de baile.

Cuando le puso las manos en las caderas echó de menos las de YoonOh, cuando la apretó contra su cuerpo echo de menos la fragancia de YoonOh, incluso cuando ella siguió moviéndose y sintió los labios del japonés presionando justo debajo de su oreja echo de menos los de YoonOh. Quizás se estaba volviendo loca o realmente iba borracha como la mierda porque juró ver los ojos de YoonOh al final de la barra, atravesándole.

Parpadeo y ahí seguía, si en realidad no estaba al día siguiente iría al psicólogo.

Tan traspuesta quedó que casi ni se inmutó al ser girada y quedar de frente con el chico. No fue hasta que notó sus propios labios húmedos que supo que la estaba besando, al ser consciente lo apartó con cuidado. Le dedicó una mirada confundida.

-Lo siento Yuta, paremos aquí.- No debía, pero sintió la necesidad de excusarse.- Tengo a alguien más en la mente, sería injusto.

El chico le sonrió, le cayó muy bien en aquel momento.

-Eres muy guapo y carismático, seguro que hoy pillas.- Le apunto con los dedos como pistolas antes de girarse y dejarlo ahí.

YoonOh ya no la miraba, hablaba relajado con un grupo de hombres de su edad más o menos, no identificó a ninguno como profesor de la universidad así que no dudó en acercarse hacia ellos.

•mr.jung•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora