02

64 4 0
                                    

Pegó un bote en la cama como si un muelle estuviera situado en su trasero. Agarró las mantas de una manera fuerte, tanto que incluso sus nudillos se volvieron de un tono blanco, totalmente pálido. Cuando advirtió de aquello, dejó de agarrarlas tan fuertemente y se relajó un poco.

Miraba de un lado a otro, nerviosa. Sus padres no estaban en casa. Estaban en un viaje. Pensó en ellos, la voz que tenía acoplada en su cabeza dijo:

Ellos no vendrán.

Se asustó al oírlo. Quería decirle algo, pero simplemente la voz no salió de su garganta. No podía. Se quedaba en la garganta. Como algo que quiere salir, pero otra cosa se lo impide. En cambio, pudo usar su mente para hablarse a sí misma, y posiblemente a aquello.

«Te lo estás imaginando, seguro que es eso» —se dijo para sus adentros, totalmente convencida de que aquello era cierto. Pero no lo era. Era real, y le estaba pasando.

Escuchó como algo metálico chocaba contra otra cosa de metal. Resonaba de una manera estridente, casi pesada y molesta para sus oídos. Sonaba en la parte de abajo de la casa.

Una vez.

Dos.

Tres.

Metal contra metal.

Cada vez sonaba más fuerte, y Amy comenzó a meter su cabeza bajo las sábanas, esperando que aquel ruido desapareciera de manera inmediata. La verdad es que no lo hizo.

«Para de imaginarte cosas» —gritó ella misma en su interior, tapándose los oídos y cerrando sus ojos verdes como la hierba fresca.

Pero aquello era inútil. Estaba dentro de su cabeza, y no paraba. Metal contra metal, algo duro que aporreaba otra cosa más dura. Se dijo a sí misma que aquello no era real, que no podía ser. Se escuchó como alguien le daba una patada a la puerta de su casa.

Estaban intentando entrar y lo estaban consiguiendo.

La Noche Eterna [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora