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No se lo podía creer. Retrocedió en su cama y casi se cae al llegar al punto en el que no había cama suficiente para deslizarse por ella.

No te acerques —dijo con un grito agudo.

Aquello no podía ser real, no podía estar pasando. Su corazón iba a mil por hora.

No te haré daño y lo sabes.

Hizo un gesto para acercarse a ella, pero Amy siguió retrocediendo en la habitación, hasta toparse con las cortinas del ventanal. Intentó abrirlo, pero estaba cerrado. Se acercó más a ella, y se quedó en un rincón, con la mano en alto para que no se acercara. Se repetía a sí misma la siguiente retahíla de frases.

«No es él».

«Estás soñando».

«No es real» —esto último lo dijo más veces que las demás, para dejarlo claro en su cabeza.

¡Sí que lo soy! —gritó en su mente. Le dio una punzada de dolor. Él se dio cuenta, y arqueó las cejas en tono de preocupación.

¡No lo eres!

Acéptalo. Pensaba que te lo ibas a tomar mejor, pero lo tienes que aceptar. Soy yo Am. Soy Taylor, tu antiguo novio. El que tuvo aquel accidente y murió. Soy yo Am.

Al decir eso, sus pocas y débiles esperanzas de que aquello fuera mentira, se desmoronaron como un castillo de naipes.

La Noche Eterna [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora