Unas manos comenzaron a aporrar la puerta. Unos puños la estaban golpeando, seguramente para intentar entrar. Amy dio un bote cuando escuchó el primero. Escuchaba como chocaban contra la madera de su puerta, como el sonido retumbaba.
Sintió algo puntiagudo en su pantalón. Un cuchillo. Antes no estaba ahí. Era su cuchillo. El que había usado antes. Los ruidos de las manos aporreando la madera lacada en blanco de su puerta fueron eclipsados por los de unos pies dándole golpes. La puerta vibraba levemente, y la chica fue dando pasos hacia atrás, hasta que se topó con una pared, junto al ventanal. La pared estaba fría, y su tacto era rugoso.
Empuñando el cuchillo, se quedó en un rincón, esperando a que aquella persona entrara e intentara atacarla. No sabía que estaba pasando, pero no tuvo tiempo para preguntárselo. Aguantaba su respiración, para no hacer ningún ruido.
Cuando los incesantes golpes en la puerta cesaron, Amy respiró finalmente, expulsando una gran bocana de aire. Una nubecilla se quedó en el ambiente, debido al frío.
«Menos mal».
Fue a la puerta con pasos silenciosos, que no podía ser posible que nadie los escuchara. Se agachó, y puso sus ojos el espacio sobrante que había entre la puerta y el suelo. Unos ojos la miraban. Unos ojos completamente negros, que estaban completamente fijos en los suyos. Los ojos negros eran tan profundos que casi tuvo la sensación de que la estaban absorbiendo poco a poco.
Cuando tuvo la suficiente fuerza como para dejar de mirar, se apartó de ahí.
¿Qué era eso? —dijo la chica.
Nada. Una pausa.
¿Taylor? —preguntó la chica en su propia mente.
Nada. Solo pudo escuchar escuchar el rumor de la noche, y una voz en su cabeza —no la de Taylor—, que le decía que tenía que dejarlo por ese momento, y preocuparse de los ojos que la estaban observando.
Cuando puso los ojos en el hueco de la puerta, su respiración estaba agitada y pudo sentir a través de la puerta otra respiración. La de otra persona. Ambos pechos subían y bajaban hasta que consiguieron respirar al unísono. Aquellos ojos... La tenían atontada. No eran los de Taylor, según pensó ella y se tranquilizó.
En un abrir y cerrar de ojos, aquella persona que lo observaba no estaba, y cuando se dio la vuelta en dirección a el resto de la habitación, el ventanal se rompió por completo, dejando pedacitos de cristal esparcidos por todo el suelo, el los que la luz de la luna incidía creando reflejos blancos.
No le podía ver la cara, ya que la luz de la luna esparcía sus rayos tras aquella persona. Estaba a contraluz. Solo distinguió una silueta corpulenta, posiblemente un hombre. La sombra avanzaba, entrando en la habitación.
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La Noche Eterna [PAUSADA]
ParanormalTras una serie de sucesos incontrolables y totalmente inverosímiles, Amy se encuentra con alguien de su pasado. Alguien que no podía estar. Que estaba, muerto. «No es él». «Estás soñando». «No es real», esto último lo dijo más veces que las demás...