Cap.21

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Berta tenía resaca y le dolía la cabeza tanto como si dos apisonadoras hubiesen estado jugando a echar carreras sobre ella.

Se sentó en la cama hasta recuperar la conciencia de si misma y de su cuerpo, antes de incorporarse del todo y comprobar que la cabeza aún le daba vueltas.

Apenas recordaba cómo había llegado hasta la cabaña y sin embargo, allí estaba  solo en su ropa interior.
Hacía tiempo que no controlaba de esa manera pero lo de anoche había sido algo que no había podido evitar.

La conversación con James sobre su amistad con Eliza, le había cogido con la guardia baja y le molestó que, incluso un desconocido, hubiese podido leer, a través de sus ojos, pensamientos sobre los que ella no pretendía hablar, ni consigo misma, ni con nadie más y mucho menos con Eliza.

Así que se había dejado llevar sin ningún tipo de freno y había aceptado cada una de las bebidas que le ofrecieron, sobretodo esa morena de ojos negros, alta y fibrosa y de pechos grandes, llamada Emily, quien se le insinuó varias veces a lo largo de la noche.
Fue demasiado obvio que quería emborracharla y aprovechar la ocasión para algo más que charlar. Y Berta, sin Eliza cerca se dejó llevar, siendo consciente de que ella solo le habría preguntado si estaba segura de lo que hacía, entendiendo que para Eliza, Cameron sólo era otra más en su lista de amigas.
Se sintió bien dejándose seducir por esa chica que la miró con tanto agrado ya desde el escenario, entre cerveza y cerveza y embriagada por la idea de que tal vez, y solo tal vez, el amor verdadero realmente existía.
Lo tenía delante de sus ojos, con Alicia y Eliza, y era tan admirable como envidiable.

Miró el reloj. Pasaban ya más de las cinco y entendió que había dormido toda la mañana y parte de la tarde.
No había comido pero aún si hubiese querido no habría podido en tanto que su estómago estaba ligeramente revuelto.

No había señales de Eliza por la cabaña así que decidió tomar una ducha rápida.

Con el agua refrescándole el cuerpo y sus ideas,  empezó a visualizar de modo intermitente imágenes sueltas de la noche de antes.

Al final no había podido hablar con Eliza, después de esa ataque de pánico que casi la colapsó de nuevo, prácticamente porque Eliza y Alicia, se habían escabullido recién terminado el espectáculo y no aparecieron hasta casi una hora más tarde, tiempo suficiente en el que Berta pudo entonarse y tiempo suficiente en el que Berta imaginó que habrían hablado y mucho más que eso por la expresión de sus caras.

Le había molestado, de cierta forma, verla aparecer como si nada, en ese momento en el que le pareció que ella era una persona totalmente diferente y aunque se mostró distante después de volver al grupo, se mantuvo cerca de Alicia todo el tiempo.
Distinta pero feliz y a Berta le agradaba la idea de que su amiga por fin empezara a serlo; lo merecía y el destino se lo debía pero ¿y si ya nunca más la necesitaba?

Apartó ese pensamiento de golpe tan pronto escuchó la puerta de la cabaña cerrándose de un golpe.
Salió de la ducha, envuelta en una toalla, y caminó hasta el salón.

-Empaca tus cosas... nos marchamos!... -dijo Eliza con prisa recogiendo las cosas sorteadas por cada rincón de ese salon.

Berta se quedó parada.

-Pero... ¿qué pasa? ¿Por qué tanta prisa?

-No es nada... solo... no quiero estar más aquí.

-Pero... Eliza... ¿no estás precipitándote? ¿Qué ha pasado? Anoche... tú... parecías...

Eliza se plantó con los brazos cruzados delante de Berta y con una expresión que avecinaba una tormenta a punto de quebrar el azul cielo de sus ojos.

VOLVAMOS A VERNOS [[FINALIZADA]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora