Capítulo 3: Cuando lo conocí

357 1 0
                                    

Los días pasaron hasta llegar domingo por la tarde, el día de chicas. Mi amiga Juliet Ross, ya tenía preparado toda una lista de cosas que nos mantendrían seguramente ocupadas al tope. Cuando estaba a una milésima por cruzar el umbral, me detuvo Robert preguntándome si tardaría.

—Mi amor, ¿tardarás mucho?

—No los sé Robert, tú conoces a Juliet, sabes cómo es y seguramente nos tendrá ocupadas, pero no te preocupes, trataré de no tardar —asentí, con la mirada tornada a él antes de cruzar la puerta.

—No hay problema por el tiempo cielo, puedes tardarte todo lo que quieras, entiendo que eres una mujer joven y necesitas salir a divertirte, y créeme que yo no seré un obstáculo para que te desenvuelvas con tus amigas, tanto tú como yo necesitamos nuestro propio espacio, así que ve y disfruta de tu salida con Amelia y Juliet, te recomiendo que no llegues a casa sin estar completamente satisfecha de tu salida, ¿eh? —dijo Robert con gestos que me parecieron graciosos. ¿Él diciéndome eso? resultaba extraño.

—¡Gracias Robert, mi amor! te quiero —cuando dije lo siguiente me dirigí a él y lo abracé.

Él de igual modo lo hizo.

—Solo una cosa —mencionó, soltándome.

—¿Sí? Dime.

—Mira, sabes que yo a ti te tengo mucha confianza, pero a los hombres de allá afuera no, así que no quiero que les des motivos para acercarse a ti, ¿entiendes? —al decir eso, Robert me mandó una mirada que esta vez no me pareció jocosa.

—Robert, sabes que yo no soy así, y claro que no les daré motivos a nadie para que piensen que pueden estar conmigo, recuerda que estoy casada con un hombre maravilloso —asentí, acariciándole el rostro.

—¡Claro que confío en ti Christine! Eso ya te lo dije, a los que no les aspiro ni tantito de confianza son a los hombres de allá afuera, ya sabes —frunció una mueca—, a esos como mí padre, que se dedican a acostarse con cada mujer que se les atraviesa en el camino —contestó Robert en tono exasperado.

—Entiendo que lo de tu padre te enoja demasiado, pero debes aprender a perdonar el pasado, ¿no crees? —Reflejé al verlo alterado de aquella manera. Tenía que destensar la situación—. No te preocupes pensando en que yo algún día te dejaré. No tendría porque..., no tengo ni un motivo. ¿O sí?

—No, claro que no —respondió en tono tajante.

—Lo ves, no hay motivo —le dije—. Yo nunca me separaré de tu lado. Pensar en hacerlo es como tener algún motivo. Es un acicate que hasta ahora no se ha dado y dudo que algún día suceda. Estando casada con un hombre como tú..., eso es imposible.

Se hizo un silencio.

Antes de salir por la puerta, le di un último abrazó y un beso en la mejilla como signo de que lo amaba pese a nuestra estúpida conversación sin sentido aparente.



—Por fin deseché a la basura ese Volkswagen de mierda que tenía -dijo Juliet mientras hacíamos fila para comprar nuestras entradas. Treinta minutos de discusión fueron solo los necesarios para elegir nuestra película (una proyección apocalíptica en el que los demonios y ángeles peleaban a muerte en nuestros últimos tiempos)— por mi maravilloso e increíble Mazda 6.

—¿En serio? —preguntó Amelia con semblante expectante.

—Sí —contestó Juliet con una sonrisa que lo único que revelaba era emoción pura y cierta—. Esa porquería de auto si es que se le puede llamar así, era un desastre total.

Contigo Hasta La Muerte (Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora