Capítulo 15: Lo nuestro no puede ser

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Lento aunque sin prisa, platicamos hasta acercarnos cada vez más al tema principal sobre el cual no quería hablar: lo acontecido en la habitación del hospital. Yo metía entre nosotros cada tema que se me ocurría con tal de no llegar a ese dichoso punto el cual me aterraba tocar, me temblaban los talones de solo imaginarlo, todo lo interponía como una barrera entre sus ojos y los míos. Simplemente quería desaparecer y no decirle a Nicholas que olvidara lo sucedido entre los dos, se veía tan animado y feliz que no quería arrancarle la sonrisa que dibujaban sus dulces labios, no podría ser capaz.

No. No puedo.

Torné mis pupilas en el cristal del reloj que traía puesto sobre mi muñeca, observando la hora. En visto de que llevábamos más de veinticinco minutos departiendo sobre cosas cotidianas y triviales pensé que aunque no quisiera tenía que respirar profundo, mirarlo fijamente sin retroceder y declararle las palabras que traía atoradas en la garganta y en la punta de la lengua, éstas, como si fuesen trocitos de unicel.

—Nicholas, tenemos que hablar de lo sobrevenido en el hospital, es necesario —anuncié, con cobardía disimulada tanto en mi haz como en mí vocablo, pero bosquejando un actitud contraria al desasosiego que me apelmazaba.

—Estoy de acuerdo contigo, quería tocar el tema desde hace rato pero no pude, los nervios me comían —expresó en una mirada reseca—. Pero como los adultos que somos tenemos que tomar las cosas serias —añadió.

—Concuerdo con lo que has dicho —referí de jalón, sin dejar rastro de pausa entre su dialogo y el mío—. Mira Nicholas, tengo que decirte que…

—Espera, Chris —me frenó, intranquilo—, yo tengo que decirte algo importante primero.

—Te ruego que me dejes decirte antes que…

Un dedo suyo se posó sobre mis labios verticalmente, obstaculizando mi habla.

—No, en serio es importante lo que tengo que decirte, Christine —exclamó, con una perla de sudor flanqueándole las arrugas de la frente.

—Pero Nicholas, yo… —solté como si fuera un bostezo de sol. Mis palabras no podían adquirir mayor entonación con un dedo atravesado enfrente de donde salían.

—Christine, es sustancial que tú sepas algo que no te he contado de mí.

—¿Qué pasa Nicholas? ¿Qué es lo que no me has dicho de ti? —demandé mientras llegaba a mí uno de esos presentimientos que me atacaban cuando algo turbio estaba por suceder. Me abofeteaba.

Nicholas se notaba extraño, más de lo que se podía permitir en una persona. Dejo las muletas de lado tras acomodarse en uno de los cuatro sillones que nos rodeaban. Me senté junto a él para seguirle el ritmo. Sus dedos me rodearon las caderas delicadamente, como queriéndome besar y acostarse sobre mí, pero no lo hizo y yo tampoco me aparté de él cuando asentó sus manos en mí, por alguna insólita razón me gustaba. Su persona lograba dominarme de una u otra forma, destruyendo mis negativas y cualquier abismo que quisiera interponerse entre nosotros como una cubierta bastante tupida.

—Si no te he confesado esto que te voy a decir mientras tuve la oportunidad de hacerlo, no fue porque fuera un canalla, sino porque tenía miedo —apartó sus manos con suavidad.

Aquel último dialogo suyo zumbó en mi cabeza como el Splash de una batería en pleno concierto.

—No te entiendo, habla claro, por favor  —manifesté en tanto un ligero dolor sacudía mi pecho; retortijándolo. No sabía lo que Nicholas trataba de decirme, pero no iba a ser nada fácil para mí de procesar. Eso estaba claro.

Me preparé para lo que venía.

—Sí, tenía miedo de que te alejaras de mí tan pronto como te conocí —dijo de repente.

Contigo Hasta La Muerte (Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora