Capítulo 7

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— Allí tienes a Abby Gili. Vete a hablar con ella sobre lo del reportaje familiar. Cuando haya acabado el entrenamiento, pásate por el vestuario para ver si consigues que algún chico más se apunte a lo de los actos, ¿de acuerdo?

— De acuerdo— le respondió Kelsey, levantándose del asiento.

El recinto estaba prácticamente vacío exceptuando la prensa y los jugadores, cuyos broncos gritos resonaban por la altura del techo abovedado. Abby Gili vio que se acercaba a ella y la saludo con una expresión amigable y acogedora, mientras sus dos hijos seguían emocionados con la carita aplastada contra el plexiglás que rodeaba la pista de hielo e intentando llamar la atención de su padre.

— Venid, chicos — dijo reprendiéndolos cariñosamente. — Ya sabéis que papa tiene que estar concentrado. — Sonrió a Kelsey.

— Hola, soy Abby Gili, la esposa de Kevin. Y este par de rufianes son Adam y Jacob.

— Soy Kelsey McNeil, la nueva relaciones públicas.

— Kevin me ha hablado de ti— dijo muy amablemente Abby, indicándole que ocupara el asiento a su lado—. Me comentó que Justin estuvo ayer algo descortés contigo.

Kelsey hizo una mueca.

— Sí, no diría que las cosas entre nosotros hayan empezado precisamente con buen pie.

— No te preocupes por Justin. Perro ladrador, poco mordedor.

— ¿Lo conoces bien?

La mirada de Abby se traslado al hielo, donde su esposo acababa de lanzar en aquel momento un disco en dirección a la portería.

— Es el mejor amigo de Kevin. Empezaron juntos como novatos en el St. Louis.

— ¿Cuánto hace de eso?

— Hará unos cien años. — Se echó a reír—. Los dos empezaron en la liga profesional a los dieciocho años.

Kelsey hizo mentalmente algunos cálculos. Quince años. Justin Bieber llevaba quince años como jugador de hockey profesional. Había ganado tres Copas Stanley y ni siquiera había cumplido aún los treinta y cinco.

— Abby, mira, estaba preguntándome...

— ¿Respecto a Justin? — Abby acabó la frase por ella—. La respuesta es sí, está soltero.

— ¿Qué? No, no— respondió Kelsey, azorada. ¿Por qué aquella mujer pensaba que ella quería conocer el estado civil de Justin? ¡Ésas eran el tipo de cosas que Teresa solía preguntar, no ella! —. Lo que estaba preguntándome era si tú y Kevin estaríais dispuestos a ser entrevistados para una revista sobre la duración de vuestro matrimonio, lo que conlleva intentar sacar una familia adelante con la loca agenda de un deportista, cosas así.

Abby parecía incomoda.

— ¿Significaría eso tener gente en casa tomando fotografías?

— Sí.

— No sé. Kevin y yo valoramos mucha nuestra intimidad. Trabajamos duro para mantenernos lejos del ojo público a menos que sea absolutamente necesario. ¿Has probado a pedírselo a cualquiera de los demás jugadores casados?

— Todavía no— admitió Kelsey—. Me he dirigido primero a ti porque Kevin es tanto famoso como respetado. Y ya que accedió a ayudarme con las obras benéficas, pensé que tú estarías dispuesta a ayudarme con esto.

La mirada de Abby resplandecía de orgullo.

— Mi marido tiene un gran corazón. Pero un reportaje familiar... No lo sé, tendré que pensármelo. — Su mirada volvió de nuevo a los jugadores que seguían evolucionando en la pista—. ¿Forma parte de la iniciativa de Kidco para cambiar la imagen de los Blades?

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