Capítulo 11

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Se abrió la puerta y allí estaba él, su rostro iluminándose por una amplia sonrisa que revelaba dos pequeñas hileras de aparatos dentales, su cabeza siguiendo el ritmo de la música. Era menudo, como Kelsey, pero tenía la complexión robusta de su padre y su misma piel morena.

— Hola — dijo, pellizcándole el brazo en broma.

Se hizo a un lado para dejarla entrar. Kelsey no quería parecerle anticuada, pero la música sonaba tan fuerte que incluso temblaba el suelo. Hizo un ademán en dirección al equipo de música, haciendo una mueca, como queriendo disculparse.

— ¿Podrías...?

Will bajó la música.

— Gracias

Kelsey observó las cuatro paredes de la desordenada habitación. Cualquier centímetro de espacio disponible estaba cubierto por fotografías de Britney Spears y Christina Aguilera, o por posters de los héroes deportivos de Will. Estaba Mark McGwire dispuesto a lanzar un strike, y Michael Jordan, a un metro del suelo encestando un gancho, y...

Justin Bieber, ocupando un lugar de honor sobre la cabecera de la cama de Will.

Kelsey se volvió hacia él.

— ¿Cuándo conseguiste ese?

— La semana pasada — Will saltó sobre la cama y se acostó en ella bocabajo — Papá dijo que trabajas con él. ¿Es verdad?

— Sí

— ¿Puedo conocerlo? — su voz no ocultaba la emoción

Kelsey se quedó dudando

— Por favor...— suplico Will

Kelsey apartó un montón de ropa sucia y se sentó en el borde de la cama.

— De acuerdo — le prometió, mientras por la cabeza le pasaban imágenes de Justin mandando a paseo tanto a ella como a su hermano punk

— ¡Sí! — Will levantó el puño al aire — Sabía que por algo eras mi hermana favorita.

— Creía serlo porque te he cocinado un pastel con doble de chocolate para tu cumpleaños.

— ¡Doble! — exclamó Will. Miró a su hermana con declarada adoración

— Estupendo.

— Lo intentaré. — la mirada de Kelsey volvía constantemente al poster a todo color de Bieber patinando sobre hielo, con una expresión salvaje. Se le veía tan...varonil. Tan intenso, como un guerrero, nada que ver con el tipo arrogante y poco colaborador que sabía que era. Apartó la vista y se concentró en su hermano.

— ¿Y qué se siente con esto de tener doce años?

Will se encogió de hombros.

— Nada, lo mismo

— ¿Qué te han regalado papa y mama?

— Unos patines de hockey nuevos — recitó Will, aburrido — Un monopatín nuevo. — volvió a encogerse de hombros — Cosas

"Cosas", pensó Kelsey, su garganta cerrándose con las palabras que habría deseado pronunciar pero que no debía articular. Ese había sido siempre el estilo de sus padres: atrapados como estaban en su propio drama, inundaban a sus hijos de cosas, una forma de apaciguar su sentimiento de culpa por no ser capaces de darles lo más importante.

— ¿Cómo ha ido por aquí últimamente? — preguntó en voz baja Kelsey. Su hermano se puso boca arriba y miró el techo y se cruzó de brazos a modo de respuesta.

— Como siempre — dijo en tono evasivo.

— Ya sabes

Queriendo decir con ello que su madre seguía tomándose un cóctel de más antes de la cena y que luego arremetía contra su padre, diciéndole que se había casado con ella socialmente. Ambos a gritos con que si la clase trabajadora esto y aquello, y que si los otros eran unos presuntuosos. Que si chabolista irlandés. Que si princesa de hielo. "Dios mío", pensó desesperada Kelsey. ¿Es que les daba igual cómo podía afectar todo aquello a Will? ¿Y por qué tenía que importarles? Tampoco les importó como pudiera afectarle a sus hermanas a ella.

Le alborotó el pelo, un gesto que el niño consideraba evidentemente poco adecuado para un chico de su edad, pues apartó la cabeza.

— Lo siento — se disculpó ella. — Ya sabes que puedes venir a mi casa siempre que quieras. Lo digo enserio. O llamarme.

Se volvió hacia ella, esperanzado.

— Si voy a tu casa, ¿podré conocer a Justin Bieber?

— ¿Qué te parece lo siguiente? — Kelsey se lo pensó un momento — ¿Qué te parece si vienes conmigo a casa esta noche y mañana por la mañana te llevo a ver el entrenamiento de los Blades y así conoces a los chicos?

Will dio un brinco.

— ¿Puedes hacerlo, de verdad?

— Por supuesto que sí — le garantizó Kelsey, su corazón lleno de felicidad al ver la expresión emocionada e infantil dibujada en el rostro de su hermano.

— ¿Y podré tener autógrafos y esas cosas?

— Sí

— ¿Y una fotografía con Justin?

— Podemos intentarlo.

— ¡Eres la mejor! — Saltó de la cama y la besó impulsivamente en la mejilla — ¡Ya verás cuando se lo cuente a los colegas! — A punto estaba de salir de la habitación para llamar a sus amigos cuando se detuvo y se volvió de nuevo hacia Kelsey.

— ¿Puedo llevar los patines? ¿Puedo patinar en la misma pista de hielo que ellos cuando hayan terminado?

— Se lo preguntaré a mi jefe — dijo ella con cautela — Pero no creo que haya ningún problema.

Dando gritos de alegría, salió corriendo hacia el vestíbulo y escaleras abajo. Una sola vez, Kelsey se incorporó y se volvió para contemplar la imagen de Justin que había sobre la cabecera de la cama. Dios, que guapo era, incluso con el sudor cayéndole por la frente y su cuerpo inclinado hacia delante en posición de ataque, dispuesto a empujar el disco sobre el hielo. ¿Pero y qué? Lo que ahora le importaba no era su aspecto. Sino su corazón. Esperaba que debajo de su arisco exterior pudiera ser amable con un chiquillo, aunque ese chiquillo resultara ser su hermano. Porque de no serlo... 

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Siento mucho la tardanza, no tengo perdón pero espero que al menos este capítulo lo compense

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