Capítulo 5

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De regreso a la oficina de relaciones públicas de los Blades, en el recinto deportivo de los Metropolian Gardens, conocidos en la ciudad como los "Met Gar", Kelsey fue recibida por la imagen del Toro agachado sobre una caja de pizza abierta sobre su mesa. En uno de los sofás de cuero, delante de él, estaba sentado Jack Cowley el subdirector de relaciones públicas como ella, Cowley era responsable de recopilar estadísticas, los resultados de los partidos y cualquier otra información que los periodistas deportivos y los comentaristas televisivos necesitaban a diario.

Kelsey no estaba muy segura de que Jack, con su bronceado perfecto, su actitud a lo Huck Grant y su forma de hablar sin apenas abrir la boca, fuese persona de su agrado. Le parecía pelota y falso, sobre todo cuando trataba con Lou. Estaba dispuesta a retrasar la opinión que pudiera hacerse de él hasta conocerlo mejor, pero tenía la sensación clara y espeluznante de que la versión que él tuviera de conocerse sería radicalmente opuesta a la de ella.

— ¿Qué tal ha ido? — pregunto Lou esperanzado, tendiéndole un pedazo de pizza. La idea de conseguir que cada jugador se apuntara a tres actos benéficos le había entusiasmado. Kelsey rechazó la pizza y Lou se encogió de hombros, mordisqueando la punta del pedazo antes de guardarla de nuevo en la caja—. ¿Has coincidido con Bieber?

— Sí. — Kelsey se instaló en el brazo del sofá situado enfrente de Jack

— No lo hará.

— Sigue trabajándotelo— le ordeno Lou—. Conviértete en una mosca cojonera— murmuro a modo de reflexión.

— He conseguido a Gil y a Lubov — le informo Kelsey.

— Eso es un buen principio. Gilí es un buen tipo, lo hará prácticamente todo. Lubov necesitara que lo lleves de la mano. Aún no domina muy bien el inglés.

— De eso ya me he dado cuenta— dijo con ironía Kelsey—. ¿A quién más piensas que debería irle detrás?

— Hhhmm. — Lou inclinó tan hacia atrás su silla giratoria que Kelsey pensó que iba a volcase y atravesar la batería de ventanas con cristales tintados que tenia detrás—. Prueba con Michael Dante o Barry Fontaine. Los dos están solteros y son guapetones. Consigue meterlos en algún bolo benéfico, búscales algo de espacio en alguna revista femenina, eso ayudará.

Kelsey asintió. No estaba del todo segura quién era Dante o Fontaine, al menos no a primera vista. Pero ya se enteraría.

— A lo mejor estaría dispuestos a formar parte de una subasta de solteros— sugirió, pensando en voz alta.

— Eso es, chica. — Lou se empujó hacia delante y las patas delanteras de la silla chocaron contra la alfombra gris con un golpe amortiguado

— Eso sería perfecto para ellos. Ya sabes cómo funcionan estas cosas: en cuanto conozcas a los chicos, sabrás enseguida quién está dispuesto a hacer qué, y tu trabajo estará chupado.

— Ah, sí. — Kelsey bufó en plan sorna —. Justin Bieber es una pesadilla.

— Pero si alguien puede ponerle en vereda — canturreó Lou—, esa eres tú, muñequita. Confió plenamente en tus facultades.

"Me alegro de que alguien de nosotros confié en ellas", pensó Kelsey. El Toro seguía charlando:

— Mañana hablaremos sobre a quien podrías acorralar para hacer qué. Mientras, tal vez deberías...— se interrumpió, riendo entre dientes—. Virgen santa...¿te das cuenta de que estoy diciéndote lo que tienes que hacer? Si tu lo sabes de sobra, por eso te contrate. — se levantó haciendo un gran esfuerzo y remetió la camisa en el pantalón—. Y ahora, si me disculpáis, tengo que irme corriendo. Uno de los grandes jefes de arriba quiere verme, sólo Dios sabe por qué.

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