Capítulo 27 | Un juego

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«Intenté decir no. He estado haciendo todo lo que tú querías, pero ya no seré tu chica buena, eso ya se acabó. Sólo déjame ir» 

Daniel.

"Filofobia" era todo lo que mi cabeza repetía, en un tono bajo y seductor.

Tatiana sabía cómo inmiscuirse en mi mente. Poseía cierto poder que me dejaba pensando varias horas acerca de ello. ¿Cómo lo lograba? Ni siquiera yo tenía una respuesta coherente.

Conforme la madrugada avanzaba y mi falta de sueño se desarrollaba, mi curiosidad por aquella extraña palabra también se elevaba. Abro mis ojos, resignado a que esta noche tampoco podré dormir.

Mis sábanas y almohadas tienen el aroma a mi mejor amiga, cosa que me dificulta más caer en un buen descanso. Recuerdos fugaces de lo que ocurrió en la tarde aparecen frente a mis ojos, como las escenas de una película en la que flashes me ciegan cada dos segundos. Ella sobre mí, besando cada parte de mi torso, respirando con pesadez en mi oído y... No continuaré, es innecesario, ustedes ya entendieron el concepto.

Tomo la computadora portátil y la coloco sobre mis piernas. Mis dedos teclean en el buscador "¿Qué es la filofobia?".

Lo que tiene por respuesta:

La filofobia es un trastorno desencadenado por un trauma emocional relacionado con el sentimiento del amor. La principal causa de este trastorno se debe a un fracaso en una relación del pasado. El filofóbico coloca murallas alrededor de él, para no sentirse débil y manipulable a la otra persona, como también para impedir enamorarse y entregarse en una nueva relación afectiva.

No puedo evitar sentirme identificado con cada línea que está escrita allí. En un costado de la página hay un llamativo cartelito donde puedes hacer un test gratuito y online para saber si tienes lo que explican. Sin dudarlo, aprieto en link y luego de unas pocas preguntas mi resultado es dado.

"Efectivamente, tienes filofobia" es lo que la pantalla me muestra, dejándome impactado y un poco asustado. Bien, no mentiré, estoy aterrorizado.

Natalia, ¿qué me has hecho?

Tatiana.

Fabián no me había dicho nada que se relacione con la entrevista que di en televisión. Quizá no la vio o simplemente prefirió pasarlo por alto para que no tengamos otra superflua discusión. Fuera como fuera, yo agradecía que las cosas se dieran así.

Mi cabeza no soportaría un desastre más, quería un poco de paz. Lo complicado sería encontrarla en aquel sábado. El cumpleaños número 15 de Julie se realizaría en un gigantesco salón, y media escuela estaba invitada. No exagero, ella siempre fue muy sociable, lo que hizo que chicos del turno tarde, mañana y de otras escuelas fueran a la inmensa fiesta.

La mamá de Fabián pasó a buscarme en su auto. Me senté en la parte trasera, junto a Cristal, la pequeña y rubia hermana de Fabián. Durante el camino debí aguantar sus miradas de asesina serial. ¿Qué es lo que ella tiene contra mí?

Su madre hizo algunos comentarios para iniciar una conversación fluida, pero mi novio no tenía interés alguno en continuar con una. Noté que ella intentaba no decir nada acerca de lo que ocurrió la última vez que me vio, cuando su hijo me corrió de la casa diciendo de la forma más fría que todo se acabó.

Me dolía porque él tenía tanta razón, todo se había acabado, y yo, de necia, creí que no era cierto. Mi terquedad nos hizo volver, abrir algo que ya se había cerrado.

Le preguntaba que por qué se disculpaba si al final de cuentas iba a cometer el mismo error, pero el verdadero cuestionamiento era por qué yo regresaba si ya sabía los malos tratos que recibiría.

Hasta un BesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora