Capítulo 5 | Terminas cayendo

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«No hay una red de seguridad debajo, soy libre cayendo totalmente por ti»

Natalia.

Sabía que Daniel aún no me superaba, lo notaba en su mirada.

En la fiesta de Tatiana se veía triste y cansado, intenté bromear, pero nada cambiaba en su expresión. Sabía que mi amistad no era lo suficiente para él.

Y sobre Tatiana y Fabián... era sabido que en algún punto iban a terminar. De hecho, no sé cómo es que soportaron todos los gritos y las peleas durante dos años. Eso era tóxico por donde lo miraras.

—Preciosa —Mike pide mi atención—, ¿por qué invitaste a Fabián?

Ambos estamos sentados en un banco que hay en mi terraza. Sus gestos no son de celos, sino de confusión. Suelo invitar a todos mis amigos a la vez, en conjunto. Creo que jamás había invitado sólo a uno.

Claro, exceptuando a Mike, que no contaba porque se había convertido en mi novio.

—Una palabra: chismes —su expresión cambia a una de comprensión al instante. Ya se acostumbró a mi insaciable curiosidad y a mi interés en los problemas ajenos—. Quiero saber cómo fue su ruptura, y si están los demás no querrá contestar. No soy tan insensible para preguntarle a Tatiana, apenas podía hablar sin llorar. Sería una mala amiga si la obligara a recordar y revivir ese doloroso momento.

—Jamás dejarás tu lado chismoso, ¿verdad? —pregunta mientras acaricia con cuidado mi mejilla.

—Sabes que no —respondo con un tono cariñoso que sólo él logra sacar de mí.

—¡Ya llegué! —nos interrumpe Fabián apenas pasa por la puerta— Pueden dejar sus cursilerías para otro momento.

Lo dice como si yo no hubiera soportado los besos apasionados que se daba con Tatiana mientras me usaba de niñera de su hermana menor. ¡Es un malagradecido!

—¿Qué es lo que ocurrió con Tatiana? —voy directo al grano.

—¡Lo sabía! Sólo querías sacarme información —achica los ojos en mi dirección mientras hago la expresión más inocente. Finalmente resopla—. Bien, te lo diré, pero no puedes decir ni una palabra de esto a nadie. Suficiente con que te lo estoy diciendo a ti.

—Claro —al fin y al cabo, al único que le iba a contar era a Mike y él está a mi lado.

—Por más cliché que suene, créeme que eso fue lo mejor para ambos. Tatiana se estaba volviendo loca; sus celos eran inaguantables, siempre quería saber en dónde y con quién estaba yo. Me sentía asfixiado con ella sobre mí, y yo trataba de comunicárselo, pero acabamos con una discusión. La culpa se cargaba sobre mis hombros porque sabía que si ella era insegura era gracias a que la traicioné.

—Pero, ¿tú no dijiste que la amabas y que querías una vida con ella?

—Sí, yo la sigo amando, pero esto es insano. Yo quería una vida con la primera Tatiana, la que se preocupaba por mi bien y me apoyaba sin importar qué, no a la que lastimé y se transformó en la psicópata de los celos. El amor entre nosotros dejó de llamarse así hace tiempo.

Su vista se encontraba perdida en el cielo que la terraza dejaba ver, quizás observaba las nubes y cómo se deformaban.

—Tatiana verdaderamente está mal, no podía dejar de llorar desde el sábado —le anuncia Mike.

—Lo sé, ella siempre era la que pedía perdón cuando teníamos una discusión. Lloraba por todas y cada una de ellas. Pero eso ya se acabó, no podíamos estar más en cinco minutos en paz porque teníamos algo de que quejarnos o reprochar. Esa relación me agotaba.

—¿Saldrás con mi hermana? —intervino el rubio, pensando en la posibilidad de que él podría ser su cuñado— Digo, ella te gustaba, ¿verdad?

—No —niega, concentrándose en la plática y en nuestros rostros con expresiones insinuantes—, sólo somos mejores amigos.

—Amigo —Mike coloca una mano sobre su hombro—, ¿acaso no recuerdas cómo es que Natalia y yo comenzamos? —da una risa incrédula.

—Sin saberlo, entre juego y juego, terminas cayendo —una sonrisa se forma en mi rostro al recordarlo.

—Ya —nos corta nuestros relatos de experiencia—, no vine a hablar de Amberly, sino de Tatiana.

—Bien, ¿qué más tienes para decirnos? —pregunto en un tono plano y cansino.

Quería seguir divirtiéndome con las extrañas muecas que hacía, no deseaba escuchar nuestras frases que aseguraban que él estaba enamorado de Amber. Él no quería creerlo.

—Que, si me busca, díganle que no me moleste, que no la quiero ver, ni saber nada de ella —pronuncia con un deje de frialdad.

—¿Por qué la tratas así? Ella está sufriendo y tú la harás sentir peor —siento compasión por mi amiga. Soy yo la que está a su lado limpiando sus lágrimas mientras ruega que sólo sea una pelea.

Y al parecer, eso logró ofender a Fabián. Estaba confiado de que esa era la mejor solución y no aceptaría que alguien le lleve la contra.

—Tú —me señala con el índice— no eres la indicada para darme consejos de amor cuando tu exnovio escribe canciones expresando lo mal que está por su rompimiento, y eso fue hace meses.

Mike le da una mirada aterradora que causa que Fabián se vaya con pasos fuertes y retumbantes.

Inevitablemente mis ojos viajan hasta el suelo, sabiendo que lo que él dice no es más que la verdad. Me siento culpable y detesto eso.

—No lo escuches, preciosa —soba mi brazo, tratando de hacerme sentir mejor—. Sabes que sólo habla su rencor y que de alguna forma también está dañado por su ruptura con Tatiana. Dos años no son fáciles de superar, no es de un día para otro.

—Pero tiene razón. Daniel ahora es mi amigo y cada vez que lo veo, luce apagado, como si no tuviera las mismas energías que antes. Cuando éramos novios él era súper hiperactivo, saltaba y sonreía por cualquier cosa. Ahora ya no, posee una mueca seria y es muy difícil hacerlo sonreír.

Jugueteo con mis dedos para distraerme de mis palabras. Porque sí, he visto sus movimientos y gestos de tristeza. Siempre noto cuando una persona está enamorada y sé que él lo sigue de mí.

—No te culpes por sus sentimientos, nadie puede cambiarlos, ni siquiera él. Tú hiciste lo que te correspondía, lo que ocurrió después de ello, no es tu responsabilidad.

Y quizás tenía razón, pero yo no me dejaba de sentir mal por Daniel. Sabía que no había nada que pudiera hacer porque yo no lo amaba.

Yo amo a Mike.

Y Daniel me ama a mí.

Lamentablemente, él estaba destinado a sufrir por un amor no correspondido.

Hasta un BesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora