Capítulo 7 | Lluvia inoportuna

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«Sabes que tienes que crecer. ¿No estás cansado de ser inmaduro? Hablando en voz alta porque eres inseguro»

Tatiana.

Sabía que yo era una persona orgullosa y pocas veces aceptaba que me había equivocado, pero esta vez no soy la única que cometió un error.

¿De verdad todo estaba tan jodido que ni siquiera podíamos hablar como personas cuerdas, sensatas y civilizadas?

¿Qué ganaba él evitándome y tratándome como una escoria?

Debía dejar de pensarlo, pero mientras las palabras de mi amiga salían de su boca yo no hacía más que estar enterrada en la compleja situación. Podía hablar como si comprendiera, sin embargo, oía mis pensamientos susurrando lo que tenían para decir en nombre de Fabián.

—¿Boxeo? ¿De qué me serviría? —le pregunté a Julie con el ceño fruncido. Hablábamos en un tono bajo para que la profesora de literatura no nos regañara.

—Soñé que eras una gran boxeadora, y quizás puedas serlo, anótate en algunas clases. ¿Cuánto daño te causaría? Cuando ganes tu fama me lo agradeces —me guiñó un ojo.

—Oh, espera —mi rostro reflejaba que lo había comprendido—. Si me inscribo en clases de boxeo, cuando aprenda cómo golpear podría darle un buen puñetazo a Fabián. Gran idea —asiento con mi cabeza.

Puede que parezca una persona violenta, pero en el fondo... No, de hecho, sí soy un poco agresiva.

Ahora las clases de boxeo no me suenan tan mal.

—Yo lo decía porque cuando estás en una situación... —buscó una palabra que no me recuerde que estoy deprimida— complicada, es bueno para la mente distraerse en un deporte o algo que te apasione. Como Daniel; él escribe canciones para olvidarse de Nats, aunque tenga el efecto contrario.

—Bien, lo haré —entorné los ojos mientras dio repetidos aplausos de emoción—. Pero si luego encuentras a Fabián con un golpe en el rostro, no preguntes quién fue.

Mientras la profesora explica los géneros literarios existentes, mi mente divaga en Daniel.

Quizá se preguntarán por qué lo dejé solo en la laguna. Para ser sincera, no tengo respuesta para eso, mis pies se movieron y comenzaron a caminar en dirección a mi casa.

No estaba huyendo. El momento del beso se arruinó y yo no tenía nada más que hacer allí.

Me pregunto cómo se sentiría Natalia si supiera que estoy besándome con su exnovio. ¿Reaccionaría de una mala manera o simplemente sentiría indiferencia?

No sé por qué me preocupo tanto, no es nada más que un simple roce que no le provoca daño a nadie. No es como si a partir de esto hubiera sentimientos, o bueno, tal vez sí los hay, pero son todos negativos y los descargamos en el momento.

—Señorita Castillo —la profesora me saca de mi cabeza. Ella tiene algo en contra de los que piensan en otras cosas en sus clases—, ¿cuál es su género literario favorito? —suele hacer ese tipo de preguntas para que nos interesemos en la literatura.

—El género dramático —respondo de inmediato.

—¿Por qué?

—Porque mi vida es todo un drama —murmuro con cansancio.

***

A la salida del colegio, el cielo estaba bañado en tonalidades grisáceas, me coloqué mi capucha y caminé sin rumbo. Sólo quería llenar mis pulmones con ese aire que anunciaba a la lluvia. La primera gota cayó sobre mí y a esa le siguieron cientos. Podía oír los incesantes golpecitos que daban cuando caían en la acera y en los techos de las casas.

Hasta un BesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora