Capítulo 2

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Los pasillos de la escuela suelen estar siempre llenos. Aún cuando estamos en horas de clase hay personas sentadas en el piso o acostadas durmiendo. Es una escuela fuera de lo normal y su director se lleva bien con todo el mundo. Lo que es bueno para nosotros porque así podemos hacer más cosas de las que hace una escuela común.

Rara vez hay malos entendidos o peleas. La página que inventamos es precisamente para eso. Para que las personas sepan la verdad siempre y no hayan problemas. Todos tratamos de llevar la fiesta en paz, pero como siempre, están esas personas que nadan en contra de la corriente. En este caso el trío de Violeta formado por ella, Cloe y Daiza. Le hacen la vida imposible a cualquiera que se interponga en su camino. Agradezco que este sea nuestro ultimo año para así poder librarnos de ellas.

El objetivo de hoy es hacer que Doutzen acepte ir con nosotros a esas vacaciones en la playa. Algo que parece sencillo pero claramente no lo es. Él podrá ser muy amigable pero no es estupido. Sabrá que tramamos algo cuando sepa quiénes son los que van. No por nada nos llamamos el grupo de la verdad.

Llego hasta la puerta del salón donde él se encuentra. Me quedó afuera esperando los tres minutos de clase que quedan. Tres minutos que se me hacen eternos buscando la mejor manera de que él acepte. Aunque Jezabel usó bien su carta, sólo por mandarme a mi él va a aceptar, era consciente de eso.

El choque en mi hombro hace que mire a mi alrededor encontrándome con Lionel.

—Luna, ten más cuidado.

—Tú fuiste el que abriste la puerta.

—Sí, pero tú eres la que está en el medio.— dice para luego alzar una ceja.

—Bueno me ganaste. ¿Haz visto a Doutzen?

—¿Quién pregunta por mi?— dice una voz a mis espaldas. Miro a Lionel y él está sonriendo. Me guiña un ojo y luego se va. Lo maldigo en mi mente.

Termino dándome la vuelta y encontrando a Doutzen. Sigue siendo más alto que yo. Más grande, más todo. Desde que se difundió el rumor de nosotros no hemos vuelto a hablar. Y precisamente me escogieron a mi para hacer esto, genial.

—Te quedaste sin habla, Luna.— dice con sarcasmo.

Maldito. Causa cosas extrañas en mi, lo peor es que él lo sabe. Su sonrisa lo dice todo. Me aclaro la garganta y hablo.

—Te tengo una propuesta que me gustaría que aceptaras.

—Luna Goretti proponiéndome algo, que afortunado soy.— le doy una mala mirada y eso sólo hace que él sonría más. —¿Cuál es la propuesta?— pregunta finalmente, luego de torturame con su sonrisa y su silencio.

—Unas vacaciones en mi casa de playa.— digo lo más normal que puedo.

—Vaya, Vaya... interesante. ¿Solos?— dice sonriendo y alzando una ceja.

—Claro que no, mis amigos y tus amigos. Todos nosotros.— digo rápidamente

—Así que nos quieres a todos en una misma casa.— dice con un tono muy sugerente. Se acerca más a mi y se inclina. —¿Estás consciente de las cosas que pueden pasar?— pregunta en mi oído. Aguanto la respiración por unos segundos y luego vuelvo a aclarar mi garganta.

—No va a pasar nada que yo no quiera.— aseguro

—Que bueno que lo sepas. Todo lo que pueda pasar va a hacer porque así tú lo quieres.— deja un fugaz beso en mi mejilla y luego se aleja. —Allí estaremos— se da la vuelta y antes de que siga caminando vuelvo a hablar.

—Aledis está invitada.— eso hace que él vuelva a mirarme y su ceño se frunce. No dice nada y sólo asiente.

Ya sabe que tramamos algo.

Una semana después, nos encontramos todos con las maletas en el recibidor de la casa de playa. El viaje fue largo y agotador. Paramos en dos gasolineras por comida pero aún así estamos cansados y con hambre. Por suerte pudimos venir los cinco en un mismo auto, así era más fácil.

—Escojan el cuarto que quieran. Excepto el principal, ya saben que es mío.— todos asintieron y se fueron en busca de su cuarto.

La casa es espaciosa y cuenta con un cuarto para cada uno. Ventajas de tener padres que trabajan todo el tiempo, tanto así que casi no los ves. Siempre están ocupados y en sus oficinas. Se volvió costumbre su ausencia, sé que están ahí, pero es como si no lo estuvieran.

En la casa se encuentran las personas del servicio con diferentes tareas. Todos son muy amables. Ahora mismo Elena está preparando la cena para todos. Ya la había llamado para que pusieran todo en orden.

El timbre de la casa suena y rápidamente grito que abro yo, para que así nadie del servicio venga corriendo. Camino hacia la puerta y la abro. Me encuentro con Lionel, Haziel y Aledis. Inmediatamente busco a una cuarta persona, pero no encuentro nada.

—Pasen. Pueden escoger cualquier habitación que esté vacía...— antes de que pueda terminar de hablar Lionel continua.

—Excepto la principal, sí ya sé eso.— contesta con una sonrisa y luego me guiña un ojo. Haziel y Aledis lo miran de manera extraña y yo lo ignoro.

—Gracias por invitarme.— agradece Aledis.

—No hay de que, serán unas excelentes vacaciones.— contesto con una sonrisa sincera.

Lionel y Aledis suben las escales para buscar sus habitaciones y Haziel se queda en el recibidor esperando que yo cierre la puerta.

—¿Qué pasa?— pregunto

—Doutzen dijo que llegaría más tarde, que no lo esperarás despierta.— me dice con una sonrisa de lado.

—¿Por qué lo esperaría despierta?— frunzo el ceño

—No sé, allá ustedes y su extraña relación.— lo miro con la boca abierta y todavía con el ceño fruncido.

—No tenemos una relación.— él no me hace caso y se da vuelta para subir las escaleras.

Si Doutzen sigue haciendo esos comentarios la gente va a imaginar cosas que no son. Siempre ha sido espontáneo, no sabes que esperar de él.

Subo las escaleras para desempacar la maleta y organizar mis cosas. La habitación principal queda al fondo del pasillo. Las otras habitaciones están en diferentes lugares del segundo piso. Hay tres pasillos diferentes. Todas las puertas son iguales a simple vista. Sólo se distinguen por pequeños detalles. La habitación principal tiene dos puertas, así se identifica. Camino hasta ella y la abro. Sigue igual que la última vez que vine. Pero la habitación es lo único que sigue igual, todo cambio desde entonces.

La hora de la cena llega y todos bajan a comer. Al principio todo es incómodo. Era de esperarse, la situación no es normal. Cuando la conversación fluye y todos se presentan, entonces el ambiente cambia. Hablamos más animadamente y todos aportamos algo a la conversación. No es hora de preguntas incómodas o muy directas así que sólo hablamos de la escuela y de las cosas que queremos hacer estando aquí.

—Quiero hacer una fogata.— dice Jezabel

—Sí, me encantaría.— comenta Lía

—Podemos hacerla mañana.—propongo. Todos asienten. —Tenemos muchos días por delante y muchas cosas que podemos hacer. Será divertido ya verán.— los animo, pero el comentario es más para los amigos de Doutzen, que se encuentran más callados que nosotros.

Cuando terminamos de comer y ya el sueño se hace presente decidimos irnos a dormir. Cuando estoy acostada, el recuerdo de lo que dijo Doutzen me invade. Inconscientemente sonrío.

Escucho el vago sonido de una puerta abriéndose, pasos que se acercan para luego sentir la cama hundiéndose a mi lado. No le presto atención a ninguna de esas cosas y continuó durmiendo.

Una Noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora