Me quedo recostada en la bañera. Con los ojos cerrados y respirando el aroma que puse en el agua. Estos días no están resultando como yo esperé. Todo se me está saliendo de las manos. Me alegra decir que ya desmentimos los rumores, puedo irme de esta casa cuando quiera. Pero algo me lo impide. Todavía hay cosas sin resolver. Lía no me habla y Doutzen está ansioso por saber todo. Y todo es comprensible, lo entiendo. Pero como quiera duele. No quiero que nada salga a la luz, pero al parecer es lo correcto.
—Te puedes quedar dormida.— la voz de Doutzen hace que me sobresalte. Abro mis ojos y lo veo. No se rinde. No deja de sorprenderme.
—¿Por qué te tomas la confianza de entrar a mi baño?— pregunto para hacer tiempo, retrasar lo inevitable.
—Tenemos está confianza y más, Luna.— dice mientras se acerca.
—Te he tratado mal estos días y aún así siempre vienes.— digo suspirando. El se sienta en el piso y coloca su mano en el borde de la bañera.
—No me has tratado mal. Solo no quieres abrirte. No me quieres decir nada. Vuelvo porque así lo quiero.— habla pausadamente, queriendo que entienda.
No digo nada y cierro mis ojos. Esto es cada vez más difícil. Él lo hace difícil. Decido hablar, aunque sea un poco.
—Cuando vi las fotos... sentí tantas cosas juntas que colapse.
—Déjame explicarte.— dice él con suplica.
—Déjame terminar.— él asiente.— Te vi a ti con esa chica y me sentí traicionada. Nadie sabía de lo nuestro, pero como quiera me dolía. Que nadie supiera no significaba que no existiera. Cuando estábamos junto se sentía tan real. Éramos nosotros. No habían rumores, ni miradas que venían acompañadas con susurros, estaba en paz. Compartimos momentos tan especiales, pero entonces llegaron las fotos y sentí que me usabas que yo era otra más. Traición, impotencia, enojo, tristeza son algunas de las cosas que sentí.— cuando termine de hablar las lagrimas ya bajaban por mis mejillas y la mano de Doutzen sujetaba una de las mías.
—Me hice una prueba de sangre al otro día y confirmaron lo que pensaba, me drogaron.— dijo él
—Qué— dije mirándolo.
—Esa noche te dije que íbamos a celebrar el cumpleaños de Lionel y era cierto. Estábamos bailando y bebiendo, pero nunca me acerqué a ninguna chica. Lo juro. Al día siguiente cuando desperté, tenía un dolor de cabeza que me estaba matando, no recordaba nada. Alguien debió haber echado algo en mi bebida y claramente no me di cuenta. Busque mi teléfono y lo primero que vi fueron las fotos. De esa chica besándome y encima de mi. Lo próximo fue nuestra pelea. Te perdí ese día, Luna.— sus ojos están brillando, por lagrimas e impotencia. Ya no podemos hacer nada. Y la peor parte no había llegado.
—Perdimos más que nuestra relación, Doutzen. Perdimos mucho más.— digo con pesar y tristeza. Pero él no entiende, porque no sabe.
—¿Qué?— pregunta
—Ya no voy a decir más nada.— digo y alejo mi mano de la suya.
—No te cierres, por favor.— suplica, pero yo no puedo hablar más. No lo soportaría.
—¿Puedes pasarme la toalla?— él suspira, sabiendo que no voy a decir nada más. Se levanta, coge la toalla y me la acerca. Cuando voy a cogerla él la retira. —Doutzen, dámela.— pido
—No quiero.— dice con una sonrisa de lado. —¿Qué piensas hacer ahora, Luna?— pregunta
—Ya dámela. No voy a hacer nada.— digo sonriendo. Sólo él hace que cambie de animo tan rápido.
—Levántate y yo te la pongo.— lo miro por unos largos segundos. Y luego niego. —Vamos, no hay nada que no haya visto.— dice mientras su sonrisa crece más.
—No puedo creer que hayas dicho eso.
—Acaso me equivoco.— suspiro, vuelvo y repito, él lo hace difícil. Lentamente despegó mi espalda de la bañera y colocó mis manos en los bordes. Luego me levanto. Porque sí, él ya ha visto todo. Doutzen da una rápida mirada antes de poner la toalla al rededor de mi cuerpo. Saco mis pies de la bañera y él coloca sus manos en mi cintura, después acerca mi cuerpo al suyo. — Sigues igual de hermosa.— acerca su rostro al mío. Junta nuestras frentes y luego deja un beso en mi mejilla. Ambos suspiramos. —Sientes esto verdad. Siempre lo hemos sentido.— mis manos se juntan detrás de su cuello. Una de ellas acaricia su pelo.
—Siempre.— digo antes de acercar más mi rostro y juntar nuestros labios, volviendo a ser yo la que da el paso. El beso es lento, sin prisa. Doutzen pega nuestros cuerpos sin dejar que el aire pase de por medio. Profundiza el beso, adentrando su lengua. Lleva mi cuerpo hasta una de las paredes del baño, después presiona su cuerpo con el mío. Una de sus manos baja hasta parar en mi trasero.
Mientras el beso sigue un recuerdo viene a mi mente: sangre. Me detengo y aguanto el aire. Doutzen se da cuenta y se detiene. Su mano ahora sube hasta mi rostro y lo acaricia.
—¿Qué pasa?— dejo de mirarlo y concentro mi vista detrás de él. Pongo mis manos en su cintura y lo alejo. Él claramente está confundido, pero yo no digo nada. —Luna— me llama
—Quiero que te vayas.— digo, le doy la espalda y entro al armario del cuarto para buscar algo de ropa. —Vete, por favor.— suplico
Sus manos van a mi cintura de nuevo y me abraza por detrás. Deja caer su cabeza en mi hombro.
—Dime qué pasa.— pide, cierro mis ojos y aguanto las lagrimas. Aclaro mi garganta para volver a hablar.
—Necesito que te vayas, Doutzen.— mi voz sale temblorosa. Él no dice nada, deja un pequeño beso en mi cuello y se aleja. Cuando escucho la puerta del cuarto ser cerrada caigo de rodillas al piso y dejo que las lagrimas salgan, sacando mis recuerdos, unos inolvidables.

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Una Noche
Fiksi RemajaU N A N O C H E Cuando Violeta Dunn llena la escuela de rumores. Luna y sus amigos se unen formando el grupo de la verdad. Ellos se dedican a desmentir todos los rumores que Violeta y su trío de embusteras difunden en la escuela. Tres nuevos rumo...