Capítulo 6

27 7 3
                                        

Nos quedan cuatro días de vacaciones, los días se nos están yendo rápido. Sin embargo, siento que han sido eternos, han pasado más cosas de las que pasan en una semana en mi vida. Ayer en la noche la atmósfera cambió. Logramos relajarnos y disfrutar como se debe. Esperemos que estos días restantes sigan así. Elena está preparando unas batidas de frutas para todos. Nos encontramos sentados en el borde de la piscina. Todavía nadie se ha querido meter, a pesar de que el sol está en su punto, el agua está fría.

—Busquen sus batidas.— dice Elena saliendo por la puerta de cristal.

Todos se levantan y buscan sus vasos. El mío lo pedí de fresa, Elena hace las mejores batidas. Cuando me lo termino vuelvo y me siento en el borde de la piscina. Muevo mis pies de un lado a otro. Esta muy fría. Veo a Jezabel al otro lado de la piscina haciéndome señas, pero no logro comprenderla.

Siento unas manos posarse en mi espalda y luego soy empujada a la piscina. Caigo al agua y me dejó hundir. Aguanto la respiración y espero a ver qué hace la persona que me empujó. Pasan unos segundos y todavía no salgo. Alguien se tira prácticamente encima de mí y me toma por la cintura. Cuando salimos veo a Doutzen y su cara de preocupación, al igual que todos. Suelto una carcajada y los hombros de él se relajan.

—No vuelvas a hacer eso, por poco me matas del susto.— dice preocupado

—Tú no vuelvas a tirarme.— le digo sonriendo. Él sonríe y me suelta, luego me empieza a tirar agua. Empezamos una guerra y todos los demás se tiran al agua. Nuevamente todos contra todos.

Doutzen me coge por las piernas y me sube a sus hombros.

—Esta vez, ¿quién va contra nosotros?— dice, retándolos

Izan sonríe y mira a Aledis. Lionel hace lo mismo con Lía. Lo que nadie esperaba era que Haziel subiera a Jezabel a sus hombros. Y dijera.

—Nosotros vamos esta vez.— todos se quedan boquiabiertos pero luego sonríen.

Ellos se acercaron a nosotros y empezamos. Con mis manos empujó a Jezabel pero ella no cae. Veo como Doutzen trata de hacer que Haziel tropiece con sus piernas pero no da resultado. Jezabel lleva sus manos a mis costillas y empieza a hacerme cosquillas.

—Para, eso no se vale.— me quejo. Ella suelta una carcajada y es acompañada por Haziel.

—Todo se vale.— dice

Doutzen y yo terminamos agotados, Haziel y Jezabel dieron pelea pero pudimos derrotarlos. Acordamos en otra ocasión hacer una revancha a petición de ellos. Salimos de la piscina y luego nos secamos con nuestras toallas, para caminar hacia la casa. Cuando llegamos al recibidor Jerald nos sorprende hablado.

—Arréglense que esta noche hay fiesta.— dice, sin darle mucha importancia.

Todos lo miramos confundidos.

—¿Qué?— preguntamos

—Mientras ustedes jugaban. Yo preparaba una fiesta. Aquí esta noche.— dice como si se le hubiera ocurrido la cosa más genial del mundo.

—Aquí en mi casa, sin mi permiso. Increíble.— digo fingiendo indignación.

—Sí, lo sé. Soy increíble. La gente va a empezar a llegar en unas horas. Les aconsejo que empiecen a vestirse.— todos nos quedamos viendo sorprendidos. — Ya— grita Jerald. Todos corremos hacia arriba, mientras él se ríe.

Cierro la puerta del cuarto y empiezo a quitarme el bañador. Dejo toda la ropa en el piso y voy hacia el baño. Me meto a la ducha y enjabono mi cuerpo. Cuando terminó salgo envuelta en la toalla. Camino hacia el armario y busco un vestido. Cuando encuentro uno que me gusta, me lo pongo. Busco zapatos y accesorios. Luego me siento y empiezo a maquillarme. Una hora y media después estoy lista para salir.

Antes de que pueda hacerlo alguien abre la puerta de mi cuarto. Doutzen entra como si fuera su cuarto y cierra la puerta con seguro.

—¿Por qué le pones seguro?— pregunto

—Ya hay personas afuera.— dice sonriendo. —No queremos que nadie entre.—

—Ya yo me iba, gracias por preocuparte.— digo con sarcasmo. Camino hacia la puerta, pasando por su lado. Quito el seguro y antes de que pueda abrirla. Él me sujeta por el brazo y me da la vuelta. Pega mi cuerpo a la puerta y él se pega a mi. Acerca su rostro al mío y deja un beso sobre mis labios. Todo pasa tan rápido que no puedo impedirlo. Aunque admito que me gusta que me bese, a quién no le gustaría.

—Afuera hay mas personas de las que pensé.

—Y qué pasa. Solo vamos a divertirnos.— digo con obviedad

—No te alejes de mí.

—No voy a estar contigo todo el tiempo, Doutzen.

—Ya lo veremos.— dice, se aleja de mí y abre la puerta para que salgamos.

Cuando bajamos las escaleras, hay muchas personas. En todas partes. Camino entre ellos y llego a la cocina. Quisiera saber cómo Jerald pudo organizar todo esto él solo y en tan sólo horas. Hay de todo tipo de bebidas. Escojo una cualquiera y Doutzen me da una mala mirada. Le pregunto con la mirada y él solo niega. Salimos de la cocina los dos con un vaso en mano. Caminamos hacia la parte de afuera y allí están nuestros amigos.

—Al fin llegan.— dice Lionel

—¿A cuántas personas invitaste Jerald?

—Unos pocos.— dice sonriendo, inmediatamente lo miro mal.

Caminamos hacia la pista improvisada en el medio del jardín. Me alejo un poco de ellos y me adentro en la multitud. Empiezo a bailar al ritmo de la música y me dejó llevar. Unos minutos después siento miradas sobre mí y luego unas manos posarse en mi cintura.

—Me estas provocando— dice Doutzen en mi oído, sonrío.

—Sólo estaba bailando, no tengo segundas intenciones.— digo con inocencia. En el fondo sí quería bailar con él.

Doutzen deja un camino de besos desde mi cuello hasta detrás de mi oreja. Inclino mi cabeza hacia el lado opuesto para darle más acceso. Siento que estamos dando un espectáculo, pero no me interesa. Estoy disfrutándolo tanto como él. El ritmo de la canción se vuelve más lento y él pega más mi cuerpo al suyo. En un movimiento rápido me da vuelta y estamos de frente. Acerca su rostro al mío y deja un beso cerca de mis labios. Escucho como los susurros son cada vez más fuertes. Los ignoro por completo. Aunque eso valla a traerme consecuencias más tarde.

Unas horas después cuando ya estamos borachos y todavía hay personas desconocidas en la casa. Nos encontramos de frente con el trío de embusteras. Violeta nos mira mal, seguramente ya sabe que desmentimos sus rumores. Nosotros sólo las ignoramos y pasamos por su lado como si nada. Violeta me detiene, me acerca a su cuerpo y pega su boca a mi oído.

—Tengo muchos rumores más, querida. Uno en específico haría que te mueras en vida. Deja de arruinar mis planes.— su amenaza causa poco en mi. Es muy poco probable que sepa algo.

—Tus amenazas no sirven conmigo. Vete a la perrera de la que viniste.— digo antes de irme.

Los chicos están en la piscina. Me siento en los asientos de allí. Dejó mi vaso en la mesita y cierro los ojos. El sueño ya está haciendo efecto. Me dejo llevar y caigo en la inconsciencia. Me levanta el sonido de los teléfonos sonar. Todos a la vez.

Ya se lo que significa. Violeta esparció otro rumor.

Una Noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora