Al día siguiente experimentaba un dolor de cabeza que estaba matándome aunque eso no era lo único que estaba matándome. Tenía ojeras y la voz ronca. Baje en pijama, y me senté en mi lugar. Allí estaban todos excepto Doutzen, cada uno se tomó una pastilla para el dolor. Nadie decía nada, claramente estábamos incómodos. La casa se encontraba como si nada hubiera pasado pero nosotros nos encontramos en tensión. Otro rumor, más revelador que nunca. Obviamente fue una advertencia para mí.
Cuando los teléfonos empezaron a sonar las expresiones de todos cambiaron. Presentía que algo así podía pasar pero no tan rápido. No ahora. Violeta había soltado otro rumor con intensiones de que dejáramos de desmentir todo lo que ella decía. Pero yo sentía que era para mí, sobre mi. Yo era el problema, su problema.
El mensaje decía: Al parecer el grupo de la verdad tiene más secretos que todos nosotros.
El mensaje tenía adjunta una foto de Doutzen y yo bailando. Fue tomada cuando bailábamos. Pero eso no era todo, el mensaje venía con un emoji, un emoji que nadie entendió. Un bebé.
Esa era mi advertencia, ella sabía más de lo que yo imaginaba. Mucho más y eso no era bueno.
El horrible silencio que se había formado era palpable. Todos tenían dudas, todos estaban confundidos. Todos menos yo. Porque capte el mensaje como si se tratara de vida o muerte y al parecer así era.
—La buena noticia es que en la foto sólo estamos bailando, eso no es nada malo.— dice la voz de Doutzen sorprendiéndonos a todos con la emoción con la que entra. Llega hasta su asiento y se toma su pastilla. Toma unas tostadas y empieza a comer. Yo no he podido tocar nada. Al igual que Jerald y Jezabel , como olvidar que ellos también saben. Todos los demás están comiendo. Ajenos a nuestra incomodidad.
Doutzen empieza a hablar con todos. La incomodidad y la tensión se van con cada tema de conversación que él dice. Y eso me abruma. Tener que cargar con esto, esta consumiéndome. Haciendo el menor ruido posible me levanto de la silla y salgo de la casa. Camino hacia el jardín y me acuesto en el pasto. Cierro mis ojos y me concentro en los sonidos a mi alrededor. Trato de dejar mi mente en blanco y no pensar en nada. Pero no puedo todo está ahí, como si hubiese pasado ayer. Cuando no es así, ha pasado un año. Escucho a alguien acostarse a mi lado y sujetar mi mano. Las lagrimas inconscientemente se acumulan en mis ojos.
—No puedo decir que sé como se siente porque no es así, pero aquí me tienes. Me tenías hace un año y me tienes ahora.— la voz de Jezabel me transmite tranquilidad. Pero no es suficiente, no es la persona que quiero a mi lado en este momento. Aclaro mi garganta antes de hablar.
—Gracias por todo. Te quiero.— trato de sonreírle pero parece más una mueca.
—Te quiero.— me atrae hacia su cuerpo y yo recuesto mi cabeza en su hombro. Nos quedamos allí, haciéndonos compañía. Y una que otra lágrima se me escapa, porque es imposible aguantarlas todas.
—¿Qué hacen aquí, chicas?— pregunta Lía, llegando hasta nosotras. Detrás de ella vienen todos los demás. Jezabel y yo nos sentamos y disimuladamente limpio mis lagrimas. Ellos se dan cuanta pero nadie hace preguntas y lo agradezco.
—Sólo pensábamos qué hacer para hoy.— dice Jezabel.
—Nosotros queríamos tener una noche de películas.— dice Aledis. Jezabel y yo asentimos.
—Voy al baño.— digo antes de levantarme y caminar hacia la casa. Subo las escaleras y luego entro a mi habitación. Me lavo el rastro de lagrimas qué hay en mi rostro. Me miro en el espejo y le sonrío a mi reflejo o eso intento. Escucho la puerta abrirse y luego ser cerrada. Hago silencio y dejo que la persona siga caminando por toda la habitación. La puerta del baño se abre y Doutzen entra.
—¿Por qué estabas llorando?— pregunta, yo niego con mi cabeza.
—No lo hacía.— digo, aún sigo mirándome la espejo. Por ahí lo veo a él.
—No me puedes mentir a mi, Luna. Lo sé todo recuerdas.— él se acerca más.
—No sabes nada, crees que sí, pero no.— me volteo y lo enfrento.— No actúes como si fuéramos algo que no somos.
—Actuó como siempre lo he hecho. Tú eres la que me ve diferente.— se acerca más.
—Te estoy odiando, Doutzen. Nada de esto tenía que haber pasado. Estos no eran los planes para las vacaciones.
—¿Estás enojada por la foto?
—No es la maldita foto, es todo. Todo se me está acumulando. Siento que no puedo.— digo mientras me voy dejando caer hasta llegar al piso, allí me siento y abrazo mis piernas.
—¿Qué está pasando?, cuéntame.— pide, llega hasta donde mi y se sienta a mi lado. Lleva sus manos a mi rostro y hace que lo mire. — Yo no te odio para nada, todo lo contrario, Luna.— dice con ternura, como si quisiera evitar que me rompiera.
—Yo tampoco te odio, lo siento. La impotencia está hablando por mi.— o más bien mis ganas de querer alejarlo.
—Estoy aquí para escucharte, háblame.
—No quiero hablar, quiero que me beses.— en su rostro se forma una pequeña sonrisa.
—No todo se arregla de esta forma, Luna. Estamos dejando que el problema pueda con nosotros. Y yo ni siquiera sé cuál es el problema.— no dejo que siga hablando y choco mis labios con los suyos. Los muevo con desesperación y necesidad. Colocó mis manos alrededor de su cuello y él mueve las suyas a mis piernas. Sus manos recorren mis piernas hasta llegar a mi cintura. Toma el control del beso y él muerde mi labio inferior. Nos levanta del piso y hace que mis piernas rodeen su cintura. Camina hasta la cama y nos tira en ella. Sus besos bajan a mi cuello y de allí vuelven a mis labios.
El sonido de la puerta al ser tocada nos interrumpe.
—¿Vienen a la noche de películas?— pregunta Lionel al otro lado. Doutzen se separa de mí y contesta.
—Sí.
—Elena ya está haciendo las palomitas, no tarden.— Lionel se va y Doutzen vuelve a mirarme.
—No pienso resolver nada así. Tenemos que hablar.— dice con el ceño fruncido. Lo ignoro y me levanto de la cama. —No me ignores— llega hasta donde mí y me sujeta por el brazo. —Guardar silencio te está haciendo daño, déjame ayudarte.
—No me pasa nada.— digo de mala gana. Él suspira y luego deja un beso en mi mejilla.
—No voy a insistir más nada. Cuando quieras hablar ven a mí.— cuando termina de hablar se da la vuelta y sale del cuarto.
Y nuevamente me vuelvo a quedar sola. Porque así lo quise.
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Una Noche
Teen FictionU N A N O C H E Cuando Violeta Dunn llena la escuela de rumores. Luna y sus amigos se unen formando el grupo de la verdad. Ellos se dedican a desmentir todos los rumores que Violeta y su trío de embusteras difunden en la escuela. Tres nuevos rumo...