Capítulo 9

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Al despertar lo primero que veo son los ojos cerrados de Doutzen. Una pequeña sonrisa se forma en mi rostro. Pensar en el simple hecho de que sí se quedó hace que mi corazón se acelere. En el momento en que mi celebro se ubica soy consciente de que no va a ser un día fácil. Puedo llegar a decir que va a ser uno de los peores, pero no estoy tan cohibida como antes. Sé que debo hacerlo por el bien de nuestra relación no definida.

Me levanto haciendo el menor ruido posible. Entro al baño para hacer mi rutina mañanera y luego camino hacia la puerta y salgo del cuarto. Bajo las escaleras y camino hacia la cocina. Al llegar me encuentro con Elena preparando el desayuno. Me percato del silencio y le pregunto para confirmar mis sospechas.

—¿Dónde están los demás?

Elena se sobresalta y voltea a verme.

—Buenos días, me asusto.— le doy una sonrisa de disculpa y ella continúa.— Los niños se fueron hace como una hora. Sólo quedan usted y su novio.

—Él no es mi novio, Elena.

—Todavía.— dice ella sonriendo.

Ignorando su sonrisa con doble intención, camino hacia ella y le pido que ponga el desayuno en una mesa pequeña que es para la cama, así puedo subirlo. Al entrar nuevamente a la habitación veo que Doutzen cambio de posición y ahora está dándome la espalda. Camino hacia la cama y dejo el desayuno en la mesita de noche. Luego voy hacia el lado de Doutzen y me arrodillo en el piso. Acerco mi rostro al suyo y dejo un beso en su mejilla. Sigo dejando besos desde su mejilla hasta su cuello. Él se remueve y vuelve a cambiar de posición, esta vez boca arriba. Ruedo los ojos y me subo a la cama, más específicamente sobre él con mis piernas a cada lado.

Él hace un extraño ruido con su boca y yo río. Recuesto mi cabeza en su pecho y me quedo ahí unos segundos. Disfrutando de esta cercanía que tenemos, antes de que todo estalle. Siento como sus manos se colocan en mi cintura y hace una pequeña presión. Suspiro ante el movimiento que hace con sus caderas. Y noto el bulto que se está formando debajo de mi.

—Deberías salir de encima de mí. No estamos en este plan y lo sé. Pero si haces estas cosas es difícil controlarse.— dice muy cerca de mi oído.

Levanto mi cabeza de su pecho y lo miro a los ojos. Junto nuestras frentes y muevo mis caderas sólo por molestarlo.

—Luna.— mi nombre sale como una clara advertencia.

Sonrío y dejo un pequeño beso en sus labios.

—Lo siento.

—No suenas muy sincera.

Ahora ambos reímos porque no, no fui para nada sincera. Salgo de encima de él y me muevo sobre la cama hasta llegar a la mesita de noche. Pongo el desayuno en la cama y espero hasta que Doutzen termine de usar el baño para empezar a comer.

Cuando comenzamos a desayunar se forma un silencio incómodo que quería evitar desde que me levante. Pero es obvio que iba a pasar, en este momento cuando ninguno habla y sólo comemos recordamos el día anterior y lo que va a pasar hoy. Siento la mirada de Doutzen y levanto la mía. Nos miramos y todo se vuelve más incómodo porque ninguno sabe que decir, y odio eso. Yo no sé cómo empezar a contarle todo y él no sabe cuán delicado es el tema, por eso no dice nada.

—¿Ya todos se fueron?—pregunta él, en un vago intento de llenar el silencio.

—Sí.— evidentemente él no iba a decir más nada así que yo seguí— Vamos a terminar de comer y bajamos a la playa.—él asintió como respuesta.

Cuando terminamos de comer él fue a su habitación a cambiarse de ropa y yo hice lo mismo en la mía. Escogí un traje de baño de una pieza y encima de este me puse un traje corto color blanco de una tela fina. Decidí no llevarme nada porque no iba a divertirme en lo absoluto.

Yo llegue a la playa primero y me senté cerca de la orilla. Lleve mis rodillas a mi pecho, puse mis manos encima y repose mi cabeza en ellas. Cerré los ojos e imaginé un escenario donde no tuviera que hacer lo que continuaba. Allí me sentía feliz y caminaba con Doutzen de la mano. Pero lamentablemente esta era la realidad y era necesario hablar. Supe que mis nervios me estaban traicionando cuando mis manos empezaron a sudar y también a temblar levemente.

Escuche los pasos de Doutzen acercándose hasta que se sentó a mi lado. Respire hondo varías veces y trate de tranquilizarme antes de comenzar.

—No quiero que me interrumpas.

—Está bien.

Volví a respirar hondo y luego comencé.

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