Capítulo 20

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Luego de aquel día, Dipper no volvió a saber nada de Gideon... o al menos así fue por un tiempo.

Todavía no lograba explicarse el cómo había entrado, cómo había salido, y lo más importante: cuál había sido su propósito en el castillo. El castaño sospechaba que Gideon había encontrado a su hermana, y que ahora estaba planeando algo junto con ella, algo así como la destrucción de Bill, la recuperación del Reino, o algo por el estilo.

Bueno, tampoco era como si fuese un asunto que le preocupara realmente. Le causaba intriga, si, ¿pero preocuparlo?, en absoluto. Sabía que si el albino volvía a aparecerse por esos lados, Bill ya estaría preparado para recibirlo, y que se encargaría personalmente de él, lo cual, sinceramente, era un tema en el que prefería no meterse.
Además, Bill no parecía estar preocupado por ello en absoluto, lo cual también le generaba gran confianza.

Además, luego de lo ocurrido, realmente no quería volver a saber de Gideon Gleeful, pues lo haría sentir... incómodo.

Aunque... claro, tampoco podía decir que nunca pensaba en aquellas extrañas palabras del Gleeful, pidiéndole que fuera con él, diciéndole que había algo que no entendía, y... lo que más le extrañaba: preguntándole si realmente era él. Y de igual manera, no podía sacar de su cabeza aquella expresión de desconcierto que había visto en el rostro del chico cuando se lo encontró frente a frente. Era como si el hecho de que él estuviese allí fuese absolutamente imposible.

Tal vez Mabel le había dicho que estaba desaparecido, o simplemente que estaba muerto... tal y como ella quisiera que fuese. Y claro, él también se sorprendería si se encontrara con alguien supuestamente muerto viviendo en el castillo de quién consideraba un enemigo

Pero bueno... era mejor olvidarlo. Realmente no valía la pena llenarse la cabeza con ideas estúpidas, que de todas maneras, no servían para nada.



Dipper comenzó a bajar tranquilamente por las escaleras, sin pensar en nada en particular, rumbo a la habitación de trabajo del Cipher.
Hace algún rato el día había comenzado a oscurecer, y Dipper se encontraba terriblemente aburrido, por lo que después de sopesar sus opciones, finalmente había optado por ir a ver si es rubio estaba trabajando en sus hechizos.

Cruzaba los dedos para que así fuese.

Aquella era una de las cosas por las que había adquirido una gran admiración en los últimos meses. Ver a Bill trabajar con magia era simplemente maravilloso, además de que al mayor parecía no importarle, por el contrario, muchas veces había sorprendido a su novio sonriendo ante aquella mirada expectante que no podía evitar hacer cada vez que iba.

¿Pero quién podría culparlo?, cualquiera quedaría boquiabierto ante aquel inigualable espectáculo que creaba el rubio en esa amplia habitación.

Luego de unos minutos, el Pines llegó a la sala del mayor, abriendo lenta y cuidadosamente la gran puerta, intentando hacer el menor ruido posible, para no desconcentrar demasiado a su novio, si es que se encontraba allí.

-¿Bill?- llamó el chico, casi en un susurro- ¿estás aquí?
Pasaron un par de segundos y nadie respondió, por lo que el castaño decidió entrar completamente a la habitación.
-¿Bill?- volvió a decir, esta vez un poco más fuerte.
Silencio. Al parecer Bill no estaba en esos momentos.

En un día cualquiera, Dipper se hubiese marchado inmediatamente al no haber encontrado al rubio allí, sin embargo, ese día fue diferente, pues algo logró llamar su atención antes de que diese media vuelta.

En el otro extremo de la habitación, había algo que brillaba, no con gran intensidad, pero lo suficiente como para intrigar al curioso chico de ojos color chocolate, quien lentamente se acercó al lugar del cual provenía dicho brillo, hasta que finalmente lo encontró: sobre una mesa, había una poción. Pero no era una poción cualquiera, pues bastaba sólo con mirar su color para poder adivinar su propósito.

Solo... confía en mi.  [Billdip].                 #Premiosgravity2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora