Capítulo 12.

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     El tiempo era lo que más rápido se escapaba de las manos de cualquiera, corría inconscientemente por encima de las cabezas de todas las personas como el salvaje viento que volaba en las montañas del norte. Era increíble ver hacia atrás para notar el pasado que había formado y luego ver el presente, aquel en donde sólo bastaban un par de meses para que se cumpliera un año desde que mi rebelión sirvió para deshacerme de mis dueños y poder conocer a la familia que tenía la corona de Kattegat.

No podía creer que meses atrás sólo deseaba buscar la manera de poder escapar del pueblo que juré jamás sería mi verdadero hogar, tiempos en lo que evitaba mirar a las personas al rostro por temor a una inesperada represalia, donde pensaba que era cosa de días para que la decisión fuera tomada y hubiese sido asesinada en el momento menos pensando.

Ahora las cosas eran completamente diferentes.

Kattegat se había transformado en mi segundo hogar porque Hedeby siempre estaría en mi corazón como el lugar que me vio crecer junto a mi familia, las personas del pueblo se habían acostumbrado a mi presencia siempre unida a la de alguno de los hijos de Ragnar por lo que era aceptada, y lo que es mejor, era tratada con amabilidad por muchas personas.

La reina Lagertha parecía estar haciendo un trabajo asombroso con respecto a la seguridad que le quería brindar a toda la extensión del pueblo, había hecho que todos los pueblerinos formaran parte de las construcciones de altos fuertes que rodeaba la tierra poblada para servir de principal defensa en el caso de algún ataque o invasión inesperada. Ella había estado atenta al trabajo de las personas, perfeccionando hasta los más mínimos errores para mejor la seguridad de todos, además de estar incluida en la construcción como un líder lo haría; se manchaba las manos con lodo como el resto de las personas.

Para mi sorpresa, cada uno de los hermanos que seguía en Kattegat se habían mantenido tranquilos durante todo un tiempo, ninguno había protagonizado algún otro ataque directo hacia la reina que gobernaba esas tierras y estaba segura de que no lo harían pronto porque no era un tema en las conversaciones en que podía estar presente como estaba sucediendo en ese instante.

El ambiente era tranquilo estando sumido en un largo silencio que sólo se veía interrumpido cuando la madera envuelta en fuego crispaba en el centro del hogar de Ubbe. El frío se quedaba fuera del interior de las cuatro paredes que nos acogían al mismo tiempo en que cada uno parecía absorto en sus propios pensamientos.

—¿Qué se supone que toca hacer ahora? —interrumpí las divagaciones de todos. —Estoy sorprendida, no lo puedo negar. Llevan meses sin actuar de alguna manera, ¿qué están esperando?

Como dije anteriormente, todos estaban en lo suyo: Ubbe y yo descansábamos en los asientos que rodeaban la mesa de madera que tenía encima los vasos de hidromiel que bebíamos de a cortos sorbos, Sigurd estaba del otro lado jugando con un gran cuchillo entre sus manos, y -para mí desagrado- Sigrid estaba embobada mirando hacia el fuego mientras que Ivar estaba cerca de su posición.

—Debemos esperar por nuestros hermanos para poder tomar una decisión. —A Ubbe lo tenía frente a mí con su mirada penetrante puesta en mi rostro. —Es un asunto complicado que requiere el mayor control posible para no dar paso a errores.

—Al menos deberían tener algo en mente, ¿no?

Parecía tener la respuesta clara porque no tardó en contestar. —Una guerra por la muerte de Ragnar, eso es lo justo.

No entendía cuál era el afán de resolver todos los problemas con golpes, peleas o guerras que seguramente no terminarían en nada bueno.

—No me parece demasiado sensata tu idea, Ubbe. —a mi espalda comencé a oír como Ivar y Sigurd no tardaban en comenzar a discutir, pero puse toda mi atención el a conversación que estaba teniendo con el mayor de los hermanos presentes. —Necesitas un ejército lleno de guerreros fuertes, el mayor armamento jamás visto, y una flota de botes... No tienes nada eso.

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