Parte 7

197 15 0
                                    

—Tú eres mía — Grita como un loco energúmeno, a mí, solo me causaba risa ver su cara de enojo.

Me tomo de la mano tirándome a la cama. Me empieza a besar como una fiera, como un león enjaulado gruñendo por salir. Empieza a quitarme las prendas, pero como no logra su cometido, me las rompe quedando satisfecho.

— Oye rompiste mi camiseta — Le gruñí.

— Te comprare otra. — Arguye con prepotencia poniendo mis ojos en blanco. Scott sigue besándome bajando hasta mi cintura sacando mi short dejándome solo con el bikini, reparándome como un lobo feroz. ÉL se levanta de la cama quitándose su ropa quedando solo con la salidera de baño. El muy idiota se ve sexy. No lo puedo negar.

Empieza a besar mis piernas hasta llegar a mi zona V quitando mi bikini con su boca, mientras llevaba su lengua a mi clítoris, enloqueciéndome por completo, me encanta. Presiono las sábanas haciendo nudos en mis manos, arrugo los dedos de mis pies retorciéndome por el placer que me embarga en estos momentos.

De ahí subió por mí cintura llegando a mis pechos que los lame con mucha pericia llevándome al cielo y al infierno al mismo tiempo. No podía más. Lo sujeto a mí aruñando su espalda y pego un pequeño grito placentero por todas las sensaciones que me invaden quemando mi cuerpo.

—Te gusta cariño. — Digo. Scott me mira embriagando su boca con mis besos apasionados.

Los dos gemimos del placer y le susurro al odio.

—No más moretones — Amenazo mientras lleva su boca a mi cuello — O terminamos esto, Scott.

—Ya no puedo más. Me encantas, morena — Dice mientras presiona mis nalgas llevando su miembro directo a mi vagina. Lo mete y lo saca de una forma muy salvaje.

—Para, para, por favor, — Suplique

— ¿Qué pasa? No quieres más — Pregunta.

— Si quiero más —Digo con una voz algo cansada falta de aire — solo que...

— ¿Pero, qué pasa? ¿Por qué pides que pare? — Arguye

— Me duele, lo introduces muy duro. — Respondo algo avergonzada. Al decir esas palabras él bajo un poco la presión y se introduce un poco más lento.

Ambos disfrutamos del momento; también sudamos mucho. Nos dimos unos cuantos mimos llegando los dos juntos al clímax cayendo rendidos, mientras le metí un puño en su brazo y reí.

— ¿Qué? ¿Por qué me pegas? — Preguntó.

— Por castigarme, por introducírmelo tan duro. — Esbozo haciendo unos pucheros. Él soltó una risa.

— Me vuelves loco, mujer. No quiero que otro hombre te mire, eres mía solo mía. — Bufa mientras me daba un beso muy apasionado. — Me encantas.

—Me encanta esto, Scott... Pero no soy tuya es solo cuestión del momento. — Remarco, mirando el malestar en su cara con mis palabras. No soy posición de nadie.

—No. No, yo soy quien lo termina y quiero más contigo — Respondió levantándose de la cama dando vueltas en la habitación. — Entiendes, Paula.

Las reuniones se dieron durante tres días más, todo ha sido perfecto hasta el momento sin pormenores. Cerramos los tratos y nos quedaba tiempo libre para conocer un poco de la isla y disfrutar de lo que nos ofrece.

— Hola Paula, estás muy bella hoy con ese vestido rojo ajustado — Dice André susurrándome al oído — Deja ver tu figura.

— Que cosas dices André, me sonroje — Le digo.

— Así te vez más bella. — Repuso con chulería mostrando su sonrisa perfecta.

— Gracias — Respondí

André es una persona que le tengo mucho respeto, cariño y admiro por lo listo que es en los negocios, y en manejar muy bien sus dedos y sus labios.

— ¿Que harás hoy?

— Pues estaré en el hotel, saldré a la playa... creo — Dije mientras observaba que Scott me miraba con un mirada de celos. — ¿Por qué?

— ¿Quieres ir conmigo a dar un paseo?

— Claro que si — Replique con una sonrisa gigante en mis labios.

— Tenemos tiempo sin hacerlo. — Responde con doble sentido, entendiendo muy bien sus palabras — Quiero sentirte de nuevo.

— ¿Qué? — Dije espantada — Que cosas dices — Sonreí ruborizada completamente

— Paso a las 4 de la tarde por ti, Paula. Te estaré esperando, no me quedes mal.

— Listo. Nos vemos a las 4 de la tarde en la salida de tu hotel.

— Hay estaré — Me despedí de él con un beso en sus mejillas.

Estoy recogiendo todas mis cosas lista para salir de la sala de reuniones, cuando mi jefe, el idiota pervertido, me intercepta.

—Se le ve feliz, señorita Arango — Me dice Scott con un rostro de pocos amigos.

Salimos del lugar del encuentro de reuniones sin mencionar palabra alguna tomando ambos un taxi. Quería evitar sonreír como una boba, pero no podía, André sabe cómo llegarle a una mujer sin utilizar un repertorio gigante de palabras. Llegamos al hotel. Tomo una ducha alistándome para salir a mi cita cuando su potente voz me saca de mi ensoñación.

— Nos vemos, señorita Arango. Me veré con mi rubia, que tengas una buena cita con André.

— Así será — Inquirí dejando salir una carcajada.

Estaba más que lista para salir, tengo una sonrisa en mis labios que creí nadie la podía borrar, no hasta que me he llevado una sorpresa cuando de repente la puerta no abre ¿Qué demonios pasa? ¿Por qué no abre? ¡Rayos! llamo a recepción y nadie contesta, llame a Scott y me ha dicho.

— ¿Qué pasa, Señorita Arango? — Dice aguantando la risa.

Enojada le digo — ¿Que rayos le hiciste a la puerta?

Me respondió — A sí... Lo olvidé. Te deje encerrada, te dije que eres solo mía, no tendrás tu cita.

¡Que mierda!

¡Esto debe ser una broma!

—Te voy a matar cuando regreses. — Respondí histérica. Él solo se reía y me colgó.

Llame a André comentándole que no podía salir a nuestra cita que andaba en mis días.

— ¡Oh! ¿En serio, Paula? — Respondió con una voz triste.

—Sí. Si lo siento André. Nos veremos en otra ocasión y colgué.

Lloré de la rabia al colgar. Quería matar a alguien en estos momentos y ya sabía a quién.

Culpable mi Jefe (Saga Culpable)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora