Parte 1

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Hoy es un día precioso, Patu. Iremos al parque, disfrutaremos del bello clima y aprovechemos que estamos en otoño, mi amado bebé. Le hablo a mi perro como si fuera mi hijo, aunque si lo es, es un mi hijo de cuatro patas.

— ¿Quién es el niño de mamá? — dijo. Amo a mi perro Mateo lo considero un hijo. — Patu, amor, ven para ponerte la correa y tú camiseta, busca tu plato de agua. — le dije.

Es todo una ternura, su fue y lo trajo con su boca. Mateo es un chapolo rubio unos precisos ojos verdosos, con unas divinas manchas blancas que me enamoran. Es todo un semental, enamora a todas las perritas de las casas vecinas.

—Estábamos listos — Le susurro besando su cabeza.

Lo dejo en la sala, paso a mi cuarto, me pongo un short, una camiseta blanca y mis tennis saliendo de mi casa rumbo al parque que queda a seis cuadras de nuestra morada.

Llegamos a aquel lugar tan mágico lleno de vegetación. Alrededor habían variedad de edificios de todos los tamaños, grandes, medianos, pequeños, de colores. En un costado del parque logras visualizar una mini laguna, un espacio ideal para llevar a tus mascotas. Patu no perdía el tiempo, ya había visto su nueva conquista olvidando a Sasy la perrita de mi vecina.

Solté su correa para que juegue con los demás perritos que había en el lugar.

Tan solo con 6 años ha tenido más novias que yo. Me aterra que mi perro es más de buenas en el amor que yo. Me asusté al no verlo y me pare para observar mejor el lugar. Dejé mi bolso de mano en el suelo con el plato de Patu, la botella de agua y la comida de ambos. Al fin lo vi con una perrita de raza de lobo siberiano. Está bien coqueto el con ella.

De repente me quedo viendo el espacio, percibiendo como caen las hojas de los árboles quedando al desnudo para volver a florecer como antes, de repente siento un gran golpe en mi espalda que me tumba al piso, percibo que algo está encima de mi cola sin poder pararme. Al fondo escucho una voz que decía:

— Daniel, Daniel, basta ya amigo — Suelta una voz masculina

Logro visualizar que se trata de un perro de raza, es un gran danés que me ha tumbado, queriendo violarme por la cola. Todos los presentes en el lugar me miran y se ríen por mi momento bochornoso. El dueño del vulgar animal solo se reía a carcajadas, el muy idiota no me ha ayudado a pararme.

— ¿Qué le pasa a ese perro? — Me pare muy enojada — Es todo un pervertido, enséñale modales, debe ser igual al dueño. — Su sonrisa se le borro del rostro, de ese semblante tan angelical y varonil. Me pierdo en esos ojos verdes con tintes azulados que brillaban como el ardiente sol que hace, su pelo castaño claro es hermoso y ni que decir de esos brazos grandes que se marcan cuando ejerce presión en la correa de su perro.

— Sabe, señorita... tal vez tenga razón. Daniel y yo tenemos muchas cosas en común, somos unos animales, no nos resistimos a las mujeres sexi, el no pierde el tiempo como su dueño.

— Eres un maldito pervertido, llévate a tu perro y tú trasero de aquí. Degenerados sexuales — Gruñí molesta observándolo con una ceja enarcada. Estoy furiosa.

— Hasta enojada te vez hermosa. — Inquirió el pervertido.

— Vete, idiota. — Le respondí.

— Adiós guapa, te veré en otra ocasión — Dijo — Sonríe un poco más. No paraba de sonreír con esa perfecta dentadura blanca y ese lunar en su rostro que lo hace ver más sexy de lo que es.

Dure otro rato más en el Central park para lograr bajar mi enojo. Fui en búsqueda de Mateo y pelee con él sujetándolo de su correa.

— Cómo es justo hijo que mientras tú estabas enamorando a esa perrita, a tu madre casi la violan por el trasero un perro y tú no estabas para defenderme. No es justo hijo, tú eres mi compañero.

Él solo me miraba con unos ojitos de tristeza por tal regaño sin comprender mi enojo.

—Ay, hijo mío, perdón, mami te ama.

— Hasta loca estás, que hablas con tu perro — Exclama el maldito pervertido.

— ¿Me estás siguiendo? — Pregunte mirándolo con mala cara.

— Ya quisieras, cariño — replicó. Su perro me mira con cara de querer montarme de nuevo. — Daniel compórtate, ese pastel será mío. — Dice con una risita.

—Eres un idiota — contesté. Me fui rumbo a mi casa, él no dejaba de verme.

Maldito idiota, me vine de mi país por un mejor futuro y me encuentro con esto ¿Qué estoy pagando Dios?

—Mateo, llegamos papi — le dije. Viene con la lengua fuera, está seco como un desierto. Lo hice correr muy rápido para perdernos de la vista del pervertido sexy.

Entramos a casa soltando su correa. Llene su plato de agua y comida, me dirigí a la ducha, tome un baño quitándome toda mi ropa. Deje que el agua cale por todo mi cuerpo calmando un poco mis demonios de la ira.

Salí de la ducha, me pongo un pijama de gusano que tengo y que me gusta mucho. Me preparo un café, tendiéndome en el sillón de la sala a ver una buena película de Jim Carrey, uno de mis actores favoritos, en especial "el todo poderoso" la primera parte me la vi y no paraba de reír como una loca.

Mateo terminó de comer y beber acomodándose a mi lado. Se quedó dormido en mis piernas como un bebé. La verdad que sí amo este perro, es mi todo.

Llame a mis padres para saber de ellos, de cómo están todos en casa, de mis hermanos y como van todo sin mi ausencia. Mi madre me ha dicho que todo está bien en casa, así que no me preocupo. Terminé de ver la película y me fui a dormir. Mañana tengo trabajo y será un día muy agotador.

Culpable mi Jefe (Saga Culpable)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora