Capítulo 17: La puerta que no debe ser abierta, parte 1.

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“Oye, ¿qué haces despierto?" la voz somnolienta de Alice se escuchó en el oscuro cuarto.

“Vuelve a dormir" Shiro, que estaba de pié mirando por la ventana que daba acceso a la única iluminación en la habitación “No me hagas caso"

“No puedo dormir, necesito tu cuerpo con el mío para ello" el sonido de las sabanas atrajo la atención del erizo “Vuelve a la cama y complaceme"

Al girar para verla, sus ojos recorrieron el cuerpo de su mujer; de su esposa cubierto por las sabanas de la cama. Muy consciente que debajo de ellas no llevaba prenda de ropa alguna, él estaba casi igual; después de haberse levantado se había colocado los bóxer y pantalones.

Los esposos pasaron el día entero en el pueblo natal de la familia del erizo, era el recuerdo más antiguo de Shiro, por no decir que el primero tras despertar en el hospital hace ya toda una vida para él. Pero como siempre cuando los dos llegan a tener tiempo a solas, una cosa lleva a la otra; y para cuando se dan cuenta, ya están dejándose guiar por la lujuria.

“Como si no lo hubiera hecho, durante las ultimas tres horas" le respondió con sarcasmo, pero sus ojos devorando cada linea y contorno de su figura sin descaro alguno.

“Eso solamente fue el aperitivo, bien sabes que rara vez tenemos estos momentos para nosotros" le comentaba con una sonrisa de complicidad y malicia en partes iguales.

En verdad eran tan parecidos, ambos eran unos malditos adictos al sexo o unas maquinas asesinas cuando se les requería. Probablemente una de las muchas razones por las que eran tal para cual.

“Entonces, ¿me dirás lo que en verdad pasa o lo sacaré a golpes de tu cabezota?"

“No olvides con quién hablas o tu lugar en la cadena" le respondió de forma fría a su esposa volviéndose una vez más a la vista fuera de la ventana.

“Mi lugar...mi lugar es a tu lado" le dijo soltando las sabanas y levantándose de la cama estando ahora de pie observando la espalda de su esposo “Si vas a la guerra, yo iré contigo. Si lo que quieres es huir; entonces escaparemos a donde nadie nos encuentre"

Shiro no le decía nada, solo le escuchaba.

“Te seguiría ciegamente a donde tú me digas, pero nunca me pidas abandonar tu lado" lo tomó del brazo forzándolo a encararla “Lo eres todo para mí. Mi vida es tuya y la tuya me pertenece"

Shiro y Alice, los dos tenían una lucha con los ojos midiendo sus voluntades. Buscando un hueco en el temple del otro y someterse ante sus deseos...momentos antes de besarse como si se les fuese la vida en ello.

Tras separarse por la falta de aire, Alice veía el rostro de su esposo con ganas de decirle tanto pero sin hallar las palabras que pudiesen expresar aquello. Lo que sí sabia expresar era otro asunto.

“Otra vez lo están haciendo, tus ojos"

“¿De qué hablas?" Shiro parecía confundido con ello.

“Por un momento, volvieron a tener esa salpicadura de verde" la tigresa había notado que desde que tuvieron que recurrir a las perlas que contienen parte de Dark Gaia, los ojos de Shiro obtenían un tono verde en ocasiones.

Él no le quería dar mayores importancias, o al menos; no delante de ella. Pero se le olvida que ella no es tan estúpida como él quisiera que fuese para esto, si se trataba de Shiro, pocas cosas no sabía su compañera. Sólo Maria; la hermana que tanto apreciaba él, era la que conocía todos los secretos del erizo...hasta aquel que se niega a decirle a ella sin importar qué.

“Iré a dar una vuelta" de la forma en que lo dijo, dejaba en claro que no estaba abierto a discusiones “No me esperes"

“¿Es que ni siquiera puedo ir contigo?" le dolía que fuese así de cerrado con ella, cuando todo lo que quería era estar ahí para él.

Sonaze II: CrossfireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora