A la mañana siguiente, con los primeros rayos del sol entrado por la ventana, el ambiente era otro; ya no se sentía la presencia de ese ser maligno. Ricardo movió con cuidado la cómoda, no quería despertar a sus hijas ni a su esposa; salió de la habitación y observó que el ser maligno había desaparecido, entonces respiro con tranquilidad al saber que se había marchado; sin embargo sintió miedo al ver que la puerta tenía arañazos.
—Tengo que ir por un sacerdote— les dijo Ricardo a su esposa e hijas cuando despertaron.
El señor Tomó las llaves de su auto y se dirigió rápidamente a la iglesia de su localidad. Al llegar, toco en la casa parroquial y lo recibió un hombre maduro, vestido con suéter y pantalón color negro.
—Disculpe que lo moleste— dijo Ricardo—. ¿Usted es el sacerdote de esta iglesia?
—Así es hijo, desde hace tres años— dijo el cura—. Soy el padre Enrique, dime en qué puedo servirte.
—Mire padre, necesito que bendiga mi casa. Tenemos poco tiempo de vivir en ella. ¿Nos haría el favor de bendecirla?
—Siempre es bueno invitar al Señor a nuestros hogares— dijo el padre—. Deja, voy por mis cosas y vamos a bendecir tu hogar— contesto el sacerdote.
El presbítero Enrique se dirigió a la sacristía y regreso a los pocos minutos con un maletín pareció al que usan los medios, sólo que en él llevaba agua bendita y un libro de rezos. Ricardo le invito a entrar a su auto y se dirigieron a la casa; cuando llegaron, el cura hizo un gesto de sorpresa al ver a dónde habian llegado.
—¡Qué curioso hijo!— dijo el padre Enrique.
—¿Que tiene de curioso?— pregunto Ricardo.
—Esta casa ya la conocía, fui llamado hace más o menos un año para que la bendijera— comento el cura.
—¡No me dija! ¿Y porque, si se puede saber?— pregunto con mucho interés Ricardo, sin revelar lo que había sucedido unas horas antes en este lugar.
—Pues en esta casa vivía una pequeña que decía ver una niña fantasma. Creo que se llamaba Josefina.
—¿Josefina?— pregunto Ricardo—. ¿Así se llamaba la niña fantasma?
—No— contesto el cura—. Josefina era la niña que supuestamente veía a una fantasma. ¡Tonterías! Ya sabe, cuento de niños.
—Sí claro, cuentos de niños. ¿Entonces no existen los fantasmas?— pregunto Ricardo.
—No hijo—contestó el sacerdote—, pero si los demonios, que son aquellos que nos hacen caer en el pecado y cometer locuras.
—¿Que tipo de locuras?— pregunto Ricardo—. ¿Sabe que fue de las personas que vivieron antes en esta casa?
—No sé nada de ellos— contestó el cura un poco nervioso—. Sólo sé que se fueron a vivir a otra parte. Bueno, vamos a bendecir tu hogar— dijo Enrique dando por finalizada el tema.
El sacerdote entró a la casa y roció agua bendita por todos los lados, rezó y bendijo en el nombre de Dios; cuando terminó, Ricardo lo llevó de vuelta a su parroquia. A partir de ese momento, todo lo sobrenatural cesó.
El asunto de la niña fantasma era cosa del pasado, o al menos así lo creyeron por un par de semanas, pues una noche, mientras Fernanda y Rocío jugaban en la sala, esto ocurrió;
—¡Vas! Te toca tirar— dijo Fernanda a Rocío mientras jugaban turista mundial sobre la alfombra.
—Está bien— dijo Rocío—. Creo que está vez si te ganaré.
—¡Ni soñando!— dijo Fernanda.
En ese momento se escuchó la risa de Alicia resonar en toda la casa. Los focos comenzaron a parpadear como si fueran a fundirse.
—¿Escuchaste? ¡Ha vuelto Alicia!— dijo Rocío.
—¡Eso es imposible!— dijo Fernanda—. Quizá la risa vino de aquí cerca. No debemos sugestionarnos y creer que Alica ha vuelto. Además eso es imposible, el sacerdote bendijo la casa. ¡Ella tuvo que irse para siempre!
En ese momento, Rocío observó que atrás de un sofá paso la silueta de la niña fantasma corriendo hacia su habitación.
—¡Vi pasar su silueta!— dijo Rocío.
Fernanda volteo pero no logró verla.
—Yo no vi nada— dijo Fernanda nb
—Pasó por tu espalda, por eso no lo viste— respondió Rocío.
Las dos hermanas seguían sentadas sobre la alfombra, paralizadas de miedo. En ese momento, escucharon que azotaron con fuerza la puerta de su habitación.
—¿Escuchaste eso?— pregunto Rocío.
—¡Sí! Fue en nuestra habitación. ¡Vamos a ver!— dijo Fernanda.
Fernanda y Rocío se levantaron de la sala y se dirigieron a su habitación, entonces vieron que su puerta estaba cerrada. Fernanda se acercó con miedo y la abrió con cuidado; al entrar, descubrieron con sorpresa que no había nadie.
—¿Crees que está noche se nos aparezca de nuevo?— pregunto Rocío.
—¡No lo digas ni en broma! ¡Espero que no!— contesto Fernanda.
—¡Les diré a mis padres que ella ha regresado!— dijo Rocío.
—¡No lo hagas!— dijo Fernanda—. Quizá nos está sugestionando, vamos a esperar. Si se nos manifiesta otra vez, les diremos.
—¡Yi la vía!— dijo Rocío—. ¡No estoy sugestionada! ¡La vi!
—Te creo, pero es mejor no decirles— dijo Fernanda—. Si la ignoramos, quizá desaparezca para siempre.
Las niñas acordaron no decir nada, trataron de pasar la noche con normalidad; cenaron con sus padres y todo marchó en calma, después vieron un poco de televisión para olvidar el incidente de la tarde.
—Ya es tarde— dijo María—. Vayan a dormir.
Las niñas obedecieron a su madre y se fueron a su recámara. Rocío iba con miedo, pues tenía que al abrir la puerta estuviera Alicia, pero todo Lucía en orden. Las luces se apagaron en la casa y todos fueron a dormir.
Durante la madrugada, la puerta de la recámara de los padres de Fernanda y Rocío se abrió lentamente. Ricardo escucho esto y sintió que entró una corriente de aire frío a la habitación, pero no le dio importancia y se cobijó mejor. Después sintió que alguien estaba a su lado, Ricardo abrió los ojos y logró distinguir entre penumbras la silueta de una niña. Pensó que era una de sus hijas.
—¡Que pasa Rocío! ¿Te sientes mal?— pregunto Ricardo.
La niña no se movió ni dijo nada, cosa que extraño más a Ricardo incorporándose un poco de su cama.
—¿Que te sucede?— pregunto Ricardo soñoliento.
—¡Tú quieres que me valla de aquí!— dijo la niña.
—¿De que estás hablando hija?— pregunto extrañado Ricardo.
—¡No soy tu maldita hija! ¡Trajiste a un cría para que me echara!— dijo la niña.
—¿De que estás hablando?— pregunto Ricardo
En ese momento, la voz de la niña cambio a la de una mujer madura y con un tono cavernoso expreso;
—¡Nadie podrá correrme de mi casa! ¿Entiendes? ¡Mi casa!
—¡Alicia!— dijo Ricardo.
Alicia se abalanzó contra Ricardo que seguía en la cama y comenzó a estrangularlo. El padre de las niñas se sorprendió de la fuerza con la que ella apretaba su cuello, intento liberarse pero no pudo. En la desesperación total intento despertar a su mujer pero le fue inútil ella seguía profundamente dormida. La niña fantasma siguiente estrangulándolo hasta que el hombre no pudo más.
A la mañana siguiente, el grito de María se escuchó con fuerza en toda la casa; descubrió un horror que su marido había muerto; tenía los ojos abiertos y una mueca de dolor en el rostro. Se acercó a su marido y observó que del lado de la cama habías unas pisadas de ceniza! Las miro fijamente y reacciono de inmediato: vio que eran las de Alicia, la niña fantasma.
—¡Fue ella! ¡Regreso del "más allá"! ¿Pero porque mayo a mi marido?— se preguntaba llorando.
María fue a la recámara de sus hijas que ya estaba despiertas.
—¿Que ocurre mamá?— Preguntó Fernanda.
—¡Tu padre!... Hijas ¡Su padre está muerto!— dijo María.
—¿Cómo? ¿Que pasó?—preguntó Fernanda.
—No sé cómo fue pero... Al lado de su cama están las pisadas de la niña fantasma— dijo María.
—¡Alicia! ¡Lo sabía! — dijo Rocío—. ¡Sabía que no había imaginado cosas!
—¿A qué te refieres hija?— pregunto la señora.
—Ayer la escuchamos.— dijo Fernanda—. Escuchamos su risa y como azotó la puerta de nuestra habitación pero no quisimos decirles. Pensamos que sería mejor ignorarla.
María llamo a la ambulancia para que se llevarán el cuerpo sin vida de su Ricardo. No no mencionó que una niña fantasma fue la causante de su muerte, pues nadie le creería. Para los médicos y la policía se trató solamente de un paro cardíaco, pues en el cuello de Ricardo no había marcas.
La viuda de Ricardo y sus hijas no quisieron permanecer más a ese lugar muy se fueron de la casa al día siguiente. María no investigo si en ese lugar se había dado un caso similar; Ya no tenia caso hacerlo, pero de haberlo hecho, se habría llevado una desagradable sorpresa: Ricardo no fue la primera víctima de Alicia, y esa casa —que Ricardo compró a bajo precio— ocultaba un terrible secreto, una historia como las que decía el libro de Fernanda: Historias trágicas que no queremos escuchar menor vivirlas en carne propia.
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Alicia La Hija Del Pecado [TERMINADA]
ParanormalHay puertas que no deberían tocarse, secretos que no deberían existir y, sobre todo casas que no deberían ser habitadas. Tres familias, tres tragedias unidas por algo común: Alicia. ¿Quien es Alicia? es "La hija del pecado"; una niña de doce años cu...