Estoy Aquí.

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Pasaron unos días. Rosa estaba en su casa sentada en la sala entretenida leyendo una revista, cuando de reojo vio pasar a su hija y sin voltear dijo: "Josefina, lávate las manos que ya vamos a comer".
   La niña no respondió, pero se escucharon sus pasos dirigiéndose al baño. En ese momento Rosa recibió un mensaje de texto en su celular, dejo aún lado la revista que tenía en las manos y tomo el aparato para contestarlo; mientras lo hacía, escucho que su hija regresaba adónde ella estaba y la sintió a su lado.
—Josefina, hazme el favor de ir colocando la mesa— le pidió rosa a su hija.
   No hubo respuesta de la niña pero su madre dio por entendido que la llame lo haría, pues se marchó de ahí.
Después, Rosa llamó a la persona que le había enviado el mensaje y comenzaron a platicar. Mientras ella hablaba por teléfono, escucho cómo la niña colocaba los platos y los vasos en la mesa que estaba aún lado.
  De repente, rosa escucho cómo tiraron la vajilla al suelo, provocando un sonido tan estruendoso que la puso de nervios de punta. La madre Josefina gritó y volteó rápidamente hacia la mesa, pero sólo alcanzó a distinguir la espalda de la nila corriendo hacia su habitación; en seguida se escuchó un portazo.
—¡¿Que demonios te pasa Josefina?! ¿Te has vuelto loca?— pregunto Rosa, molesta.
   La señora se disculpó cok su amiga y colgo diciendo que le marcaría más tarde. En seguida fue tras su hija quería reorenderla y darle unas nalgadas. Cuando quiso abrir la puerta de la habitación de Josefina, estaba trabada.
—¡Ábreme Josefina! ¡Josefina abre!— grito rosa molesta—. ¡Ahora verás Escuintla del demonio! ¡Iré por las llaves! ¡Te has ganado unas buenas nalgadas!
  Rosa se dirigió a un mueble a buscar las llaves de la puerta; mientras hacía ésto, observó a través de su ventana que Josefina estaba jugando en el jardín de la casa; no había forma de que ella hubiera salido de su habitación, pues la ventana tenía protección.
  La madre de la niña quedó paralizada del miedo al saber que su hija no fue la quién rompió los platos, aún así siguió buscando las llaves; al tenerlas en sus manos, se dirijo a la habitación de su hija. Metió la llave con cuidado y abrió la puerta lentamente cuando entro, se dio cuenta que no había nadie.
   En la noche, la señora le platico a su marido.
—Oye, amor— dijo Rosa a Alonso con preocupación—. No sé cómo decirte esto.
—¿Que pasa?— pregunto Alonso.
—Creo que me estoy volviendo loca— dijo Rosa.
—¡¿Porque dices eso!?— pregunto Alonso alarmado.
—Porque hoy me pasó algo extraño— contesto Rosa —. Estaba en la sala platicando con mi amiga Laura y de repente sentí que Josefina estaba a mi lado. Le pedí que pusiera la mesa para comer; escuché como estaba trayendo los platos, vasos, pero después, ¡Los Tiro! Cuando voltee hacia ello sólo alcance a ver cómo corría hacia su habitación.
—¡¿Y qué hiciste?! ¿Le diste unas nalgadas? ¡Se las ganó a pulso! — dijo Alonso.
—Fui a su habitación, quería regalarla, pero estaba cerrada la puerta. Regrse a buscar las llaves y bi que Josefina estaba en el jardín jugando con su pelota.
—¡Espera! ¿En qué momento salió de su habitación?— pregunto Alosno.
—¡Es que no salió!— contesto Rosa—. Regr se con la llave, abrí, y adentro ¡No había nadie!—
—No te preocupes. Quizá figuraste esas cosas— dijo Alonso.
—¡No! Si no me lo figure ¿Quien tiro los platos?
—Bueno, quizá fue el aire o no se...
—¿Cómo crees que fue el aire? Aparte, eso no es todo— dijo Rosa.
—¿Hay más?— pregunto Alonso.
—¡Si! He escuchado a Josefina platicando con alguien; yo quiero suponer que sus muñecas.
—Pero eso todos los niños lo hacen— dijo Alonso—. Eso no es para preocuparse, ya habíamos platicado sobre su comportamiento.
—De acuerdo, pero ella plática con una supuesta Alicia y está le ha dicho que aquí murió, que la mayoría su madre y que ella después se quitó la vida colgándose en el baño. ¿No te parece tétrico esto?
   Alonso no respondio, incluso cambio su postura y se puso nervioso.
—¿Que pasa? Te quedaste callado en cuanto te conté esto— dijo Rosa.
—Es que ... En esa casa efectivamente murio una niña llamada así— dijo Alonso—. La estrangulándolo su madre y después ella se ahorcó.
—¡¿Y porque no me lo habías dicho?!— pregunto indignada Rosa.
—¡Porque sabía que reaccionarias así!— dijo Alonso—. El que me vendió la casa me contó la historia, pero no le di importancia cuando me dio el precio ¡Fue una ganga!
—¡Claro! ¡Por eso te la vendió tan barata! Pues aquí espantan— dijo Rosa.
—No digas tonterías— dijo Alonso—. Yo no corre en fantasma, y tú tampoco creías en esas cosas.
—No creía porque nunca había visto nada extraño, pero ahora es diferente.
—¿Bueno, y que quieres que hagamos?— pregunto Alonso.
—Irnos de aquí— dijo Rosa.
—No, no haremos eso— dijo Alonso—. Esta casa es perfecta para nosotros.
—Pero tu hija ha la con una muerta y yo he sentido su presencia.— dijo Rosa.
—Llamaré a un sacerdote para que bendiga la casa, dicen que con eso terminan las cosas— dijo Alonso.
—Esta bien, pero que sea mañana mismo— dijo Rosa.
—Tranquila, ya no pienses en eso, vamos a dormirnos— sugirió Alonso.

Alicia La Hija Del Pecado [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora